DETRAS DE LAS NOTICIAS

De Clemente a Milei (los rostros de la protesta)

En las elecciones de 2001, Clemente, el inolvidable personaje de Caloi, obtuvo el 20 % de los votos, superando a candidatos de diverso cuño. El voto por el personaje de historieta fue una muestra del hartazgo por los políticos. Que se renovó hace pocos días cuando Milei, cuyo perfil caricaturesco, que parece cultivar y que lo emparenta con Clemente, se alzó con más del 30 % de los votos. 

    A sus sufragantes los atrajo, fundamentalmente, su promesa de terminar con la “casta política”. Propuesta que resultó ser mucho más atrayente que las que ofrecía dicha casta. Buena parte de sus votantes difícilmente haya reparado en su parecer en materias política y económica. Más los une el repudio que las propuestas. Y, en gran medida, pertenecen al “voto joven”. Lo que le ofrece a Milei un interesante futuro si consigue preservar ese caudal. Sobre todo, teniendo en cuenta que proviene de todos los estratos sociales. 

Por ello, el mensaje de las urnas resultó aún más fuerte. Ni el establishment de los partidos, ni el gremial ni el empresarial lo han asimilado. Se miran unos a otros –algo así como mirarse en el espejo – compartiendo el desconcierto y tramando revertir el desbarajuste.

Nosotros, los simples electores, también estamos desorientados. Porque el tablero de posibilidades que vislumbrábamos antes de las primarias voló por los aires. Las sumas, las restas y las posibles combinaciones han pasado a ser otras, completamente distintas. 

Si el candidato liberal llega a la Casa Rosada, lo hará huérfano de apoyos en el Congreso. Dato a considerar. Como también lo es el panorama de la Provincia de Buenos Aires. Si los liberales no llegan a un acuerdo con Juntos por el Cambio – caso en el cual tendrían garantido el triunfo - un caballo de Troya K obstaculizará a cualquier opositor que gane la Presidencia. Si es que la gana, cosa que parece bastante posible. 

En cuanto a las presidenciales ¿Podría Juntos, unido, mejorar la performance de Milei? Eso depende de cuan testimonial haya sido el aluvión de votos que recibió este último. Porque si la protesta cede paso a la reflexión, podría verse a Juntos como una oposición más vertebrada que la fuerza liberal. 

Claro que siendo eso posible, no es seguro. Porque el hartazgo que provocan las estructuras partidarias es difícil que se desvanezca en un par de meses. Por otra parte, así como Milei ofrece trazos caricaturescos –diálogos con su perro muerto y otros fallecidos no caninos, considerarse un mero transmisor de la sabiduría de su hermana, un aire a lo Benny Hill prolijamente cultivado –acierta cuando señala los defectos de un estado intervencionista en lo que no le corresponde e inútil en lo que realmente debe hacer. Y al que le sobra un altísimo porcentaje de su personal. En todos sus poderes y en todos sus niveles. Cosa que promete remediar.

En este escenario de final abierto, puede que Milei se comporte como indica el llamado “teorema de Baglini”. Que dice que la virulencia de los opositores es inversamente proporcional a su cercanía al poder. De lejos, todo es fácil. De cerca, se admiten peros y razones. Con todo, el carácter pasional de este candidato hace dudoso su apego a esa regla.  

Claro que los principios de ese teorema también pueden caber a los votantes: más radicalizada puede ser su opción cuanto más lejano al poder está su candidato. De ser así, parte los sufragios de Milei podrían derivar a Juntos por el Cambio. 

Si así no fuera y llegara a la Presidencia ¿Desmontaría Milei las maquinarias políticas que, mediante contratos y cargos –negociados aparte – se alimentan de los fondos del Estado?  ¿O cedería a la tentación de integrarse a ese circuito como ya sucedió con algún otro contestatario?

Todo está por verse. Incluso, si es que llega a tan alto cargo. Hoy, todo pronóstico es aventurado.