Dante, la comedia inconclusa y los sueños premonitorios

En una carta fechada en noviembre de 1316, Dante declaraba que su Comedia (lo de Divina se agregó después) “No tiene un único sentido, sino que puede llamársela polisémica... el primer sentido proviene de la letra, y el otro es el que se extrae del significado a través de la letra”. 
La Comedia es un largo poema compuesto por 14.233 versos endecasílabos, divididos en 100 cantos. Uno de ellos es el prólogo y las otras tres partes contienen 33 cantos para describir el Infierno, otros 33 para el Purgatorio y el mismo número para el Paraíso. 
Pero hete aquí que los últimos 13 cantos que le dan sentido a La Comedia no se encontraron hasta después de la muerte de Alighieri. Por cuestiones políticas, Dante y sus hijos, que pertenecían al grupo de los güelfos, tenían prohibido volver a Florencia, su ciudad natal, so pena de muerte. 
Por esta razón, pasó los últimos años de su vida en Rávena. 
Rodeado de su familia, falleció el 14 de septiembre de 1321, después de varios días de fiebres tercianas (hoy conocida como malaria o paludismo) que lo llevó al delirio. Sin embargo, durante su agonía, nada dijo de dónde estaba la última parte de La Comedia.
¿Dónde estaban los cantos perdidos del Paraíso? 
Quien cuenta la curiosa historia de su hallazgo fue nada menos que otro gran poeta italiano que pertenecía a la misma orden que Dante y Petrarca, la llamada “Los fieles del amor”. 
El poeta que relata cómo se encontraron los textos era Boccaccio, autor del célebre Decamerón. Boccaccio recuerda cómo los dos hijos del poeta, Jacopo y Pietro, se dedicaron a concluir esta historia mientras buscaban en todos los rincones de su casa los cantos que faltaban. 
Según esta versión, en sueños de Jacopo se le apareció el irradiante espíritu de su padre y lo guió hasta la habitación en la que el Dante solía dormir, y le muestra el lugar donde había dejado los versos faltantes. 
Al día siguiente, Jacopo fue a ver a Piero Giardino, uno de los discípulos del Dante, y le contó lo que había visto en el sueño. Sin más, ambos se dirigieron al lugar señalado donde encontraron una estera que tapaba un hueco donde encontraron los escritos mohosos y en mal estado, pero en los que aún se podían leer los 13 cantos del Paraíso que le faltaban a esta Comedia, donde el número 3 y el número 9, números cabalísticos, tienen un valor simbólico que el Dante conocía a la perfección. 
El 3 es la creatividad y el 9 la sabiduría para la cabala, la tradición mística judía que pretende revelar las verdades ocultas sobre Dios y este mundo.
No en vano son 9 los círculos del Infierno, 9 los del Purgatorio que recorre con Virgilio y 9 los del Paraíso que camina junto a su idílica Beatrice que según los entendidos sería miembro de los Portinari, una distinguida familia florentina, socios de Los Medici (sus tíos serían retratados en el tríptico que lleva su nombre, pintado por Hugo Van der Goes).
Y los sueños, sueños son.
Así decía Calderón de la Barca y en este caso tan curioso de Jacopo, el sueño adquiere un valor premonitorio. A pesar de que nos parezca extraordinario, los sueños premonitorios no son tan raros. De hecho, si uno toma nota de sus sueños -mejor dicho, de la actividad onírica- verá que muchos se hacen realidad. No necesitamos ser magos para predecir lo que nos puede pasar. Solo debemos tomar nota de nuestra actividad onírica y en pocas semanas verán que alguno de esos sueños se convierte en realidad.
No siempre recordamos la actividad onírica. Durante el sueño existen los llamados períodos REM (Rapid Eye Movement), donde nuestros ojos se mueven rápidamente.
Este periodo es cuando tenemos nuestra actividad onírica y se da más o menos a la hora de conciliar el sueño y suelen durar entre 10 y 90 minutos. 
Este mecanismo onírico (que en inglés es dream) nos permite procesar los recuerdos y el aprendizaje del día. Las personas privadas del sueño (en inglés sleep) -que no tienen periodos REM- presentan desequilibrios mentales casi inmediatamente.
Mucho se ha escrito sobre los sueños y sus interpretaciones, y algunas cosas son válidas y hasta ciertas, pero hay que saber que uno recuerda claramente el sueño cuando se despierta durante o inmediatamente después (como en las pesadillas que en inglés se llaman nightmare, es decir "yeguas de la noche", aunque para los celtas mare era un  demonio)  pero cuanto más tiempo pasa entre la actividad onírica y el despertar, ese sueño se distorsiona por intervención de la consciencia “o la censura” y pierde así parte de su valor como elemento de elaboración psicológica que le atribuía el Dr. Sigmund Freud. 
Cuando escribió su libro sobre la interpretación de los sueños en 1899, se desconocía el Rem y su relación con la actividad onírica.
Como durante este reordenamiento de la memoria que ocurre durante la actividad onírica, podemos asociar recuerdos que parecían olvidados y de allí sacar conclusiones que pueden tener un carácter premonitorio. 
Esta premonición puede explicarse por procesos inconscientes (¿intuitivos?) por coincidencias con eventos que se asemejan a un sueño reciente, a menudo en forma selectiva, aunque no faltan quienes lo quieren explicar como un fenómeno paranormal o de clarividencia.
Curiosamente el nombre del Dante ha quedado asociado con los castigos infernales (que no parecen tan mal vistos desde el siglo XXI). Dantesco es sinónimo de horrible. Vale aclarar que se sospecha que, según la historiadora Barbara Reynolds, Alighieri tomaba sustancias psicotrópicas como el cannabis, al igual que tantos otros autores a lo largo de la historia, en busca de inspiración. Lo que no aclara Reynolds es si bajo su efecto escribió los pesares del infierno o la gloria de los cielos.
O ambas. Vaya uno a saber.
Después de todo, el infierno y el paraíso están en nuestras mentes.