De qué se habla hoy

¡Cuidado, que el virus no nos vuelva locos!­

El encierro sostenido está dejando ver algunos síntomas que muestran paciencias agotándose, cierto malestar transformado en malas sensaciones, violencia verbal injustificada, cansancio informativo, reacciones descontroladas y propuestas que rozan lo peligroso. ¡Cuidado! No nos volvamos locos, porque desde el corazón de la pandemia en nuestro país, se pueden atisbar algunas situaciones que podrían ser el presagio de algo incontrolable. Contra lo que era razonable suponer, el coronavirus está abriendo una grieta más fuerte, más difícil de controlar que la lucha ideológica entre un sector del oficialismo y la oposición. Las principales figuras políticas y otras de menos peso, están generando una verdadera ola de insensateces que a la larga llevarán a sumar más caos al que ya nos estamos ganando mientras nos cuidamos del contagio. Ahora la lucha comienza a asomarse con la consigna de generar la idea de que los `ricos' son el enemigo. La propia vicepresidente que estuvo hasta ahora callada y detrás de la tragedia, vuelve a asomarse para agilizar la ley que junto a su hijo, ordenaron generar para cobrar un impuesto a las grandes fortunas y hasta le pidió a la Corte Suprema que garantice la votación electrónica de los diputados a través del programa `zoom'.­

Una manera de asegurarse que la oposición no genere apelaciones que detengan el cobro previsto para los quince primeros días de aprobada la norma. Colgados de esta iniciativa salieron a hablar, también callados hasta ahora, los partidos de izquierda que con Nicolás del Caño a la cabeza proponen más impuestos extraordinarios sobre los patrimonios que superen los cien millones de pesos y aclaran que el gravamen se aplicará a los terratenientes, a las ganancias bancarias y a las viviendas ociosas. Más de lo mismo, marxismo desteñido y prepotente que no tiene ni idea de cómo andan las cosas por aquí. Pero hay más. Un tal Francisco Echarren, intendente de la agrícola localidad bonaerense de Castelli, decidió por su cuenta que aplicará un impuesto encubierto a los productores rurales de su municipio. Por supuesto legisladores de la oposición ya advirtieron que la medida es absolutamente anticonstitucional porque los intendentes no tienen autoridad para generar tributos y solo puede aplicar tasas municipales en contraprestación de un determinado servicio. Más allá de estas arremetidas en pos de la caduca lucha de clases, vivimos un clima de confusión y agresividad que está creciendo día a día.­

Mientras el dólar llega a 114 pesos y el oficial se mantiene en 65, Marcelo Tinelli, uno de los ricos, contrató un avión para que le llevasen unas valijas a su refugio sureño y se armó un escándalo; el presidente retwitteó un insulto al periodista Jonatan Viale por sus críticas a su política y después pidió disculpas; el intendente de la localidad catamarqueña de Recreo insultó y sancionó y amenazó a una enfermera que le pidió con respeto algunos barbijos y el episodio está grabado; Ricardo Darín enojado afirmó que hay muchos que se están haciendo ricos con el coronavirus (más que pagarán impuestos); De Brito y Brancatelli se insultaron en las redes por diferencias políticas; las compras del Estado están todas bajo sospecha; ante el auge de las noticias falsas (fake news) han impuesto penas de prisión para quienes las envíen; siguen sin habilitar los Pago Fácil y la gente se amontona para pagar los servicios que no debería pagar hasta que esto pase; Ricardo Jaime presiona para irse a casa haciendo huelga de hambre; barbijos obligatorios pero nadie sabe cuál debe usarse y cuál no, más confusión; cada día hay más gente en la calle. Pinceladas de una situación que debe controlarse. Vecinos que se enojan e insultan; comerciantes que piden oxígeno para no tener que cerrar su comercio; sectores enteros que naufragan entre la angustia y la falta absoluta de futuro. Miles y miles de puestos de trabajo que penden de un hilo y que en muchos casos, jamás serán recuperados. En este clima debemos poner lo mejor de nuestra buena voluntad, no dejarnos llevar por las voces agoreras que más allá de los síntomas ya detallados, quieren aprovechar el río revuelto. ­

Cómo se puede ser tan indigno para en lugar de poner el hombro y ayudar al Gobierno a solucionar la titánica tarea que tiene por delante, proponen generar recursos para satisfacer sus propias vanidades revanchistas y estimulan la división, nuevamente, mostrando como enemigos a quienes en todo caso, igualan en fortunas. Los otros, los `ideólogos dogmáticos' perdieron el tren pero como tienen miedo de quedar fuera de juego, vuelven a las andadas con viejas rencillas de revoluciones añoradas. ¡Cuidado por favor, no sea cosa que en medio de este desasosiego, alguno quiera encender una mecha!­

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