La mirada global

Cuba: donde disentir es sedición

América Latina da testimonio de que el socialismo, como sistema económico-social no funciona. Más aún, de que sumerge a quienes lo adoptan en una pobreza de la que es prácticamente imposible salir. Los datos de la realidad son inequívocos. En todos los rincones de nuestra región se vive mejor que en Cuba, Nicaragua o Venezuela.­

Con los Castro fuera del poder, Cuba es una caldera política y social. La gente ha perdido el miedo y sale a las calles, desde julio del año pasado, para protestar airadamente contra el régimen comunista, aunque sin que ello genere corrección de rumbo de ningún tipo. Palabras al viento, por ahora al menos. Con un futuro impredecible. ­

Hay más de mil ciudadanos cubanos presos que están siendo procesados por el imperdonable delito de disentir y, peor aún, por hacer público ese disenso, lo que es un pecado mortal en las dictaduras, como sucede en el caso de Cuba. Pecado al que llaman hiperbólicamente "sedición''. Que, por su pretendida gravedad, se paga nada menos que con entre veinte y treinta años de cárcel. Lo que supone que nadie puede pensar libremente. Tan sólo el Partido Comunista, que pretendidamente no se equivoca jamás.­

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NORMALIZADO UN POCO­

­Cuando el VIII Congreso del Partido Comunista Cubano consagró el esperado retiro de la escena pública de Raúl Castro en momentos en los que el anciano líder estaba por cumplir 90 años, y decidió entronizar, en su lugar, a Miguel Díaz-Canel, éste último (claramente sobredimensionando, como es habitual, la importancia relativa de su pequeño país) llamó al gobierno de los Estados Unidos a comenzar un ``diálogo bilateral respetuoso y constructivo''.­

La relación entre ambos países, es cierto, se ha normalizado un poco. Está menos ríspida. Nada más. Y Cuba sigue hundida en la miseria por un modelo económico-social perimido y ya fracasado en todo el mundo, que los comunistas cubanos se empeñan en mantener llamándolo "irreversible'' (para defender los evidentes intereses creados por ellos mismos) y esencial en su interminable ruta de visible y desgraciada decadencia y atraso. Muy cansados ya. Agotados, más bien.­

La continuidad es claramente el negocio de la oligarquía comunista actual, instalada cómodamente en lo más alto del poder de la isla y ordeñándola -en su beneficio- sin cesar.

Pero la dinastía de los Castro es ya parte de la historia. El estado de cosas cubano es, cuanto menos, muy poco alegre, a la luz de cómo están Cuba y su pueblo hoy: conviviendo con una muy alta inflación y soportando duras penurias cotidianas, de todo tipo. Viviendo muy mal, en dos palabras. Sus sueldos normales son del orden de 100 dólares mensuales. Nada.­

Cuba -entre otros fracasos ostensibles- jamás logró producir domésticamente los alimentos para alimentar a su pueblo. Por ello, los importa. La suba de sus precios internacionales entonces la afecta hoy, muy adversamente. Y el respectivo mercado negro florece.­

Como si esto fuera poco, el Covid ha naturalmente reducido al mínimo el flujo habitual de turistas extranjeros, del que Cuba obtenía mayoritariamente divisas de libre convertibilidad, ahora sumamente escasas.

El PBI cubano se contrajo en el año 2020 un fuerte 10,9%. En el 2021, el PBI seguramente se redujo nuevamente, aunque quizás algo menos. La inflación cubana es otro drama en curso. Ella se estima, privadamente, en un 500% anualizado. Un horror más que hace difícil sobrevivir a la tragedia que lo que sucede en Cuba supone para su propio pueblo.­

Mientras tanto, el activo y respetado cardenal capuchino que es hoy el arzobispo de Boston, Sean Patrick O'Malley, acaba de visitar, una vez más, a Cuba. Durante esa visita fue acompañado, como es ya de práctica, por el nuncio apostólico en Cuba, Monseñor Giampiero Gloder y por el activo arzobispo de Santiago, Dionisio García Ibáñez. ­

Todos ellos rezaron, en conjunto, ante la Virgen de la Caridad del Cobre, la siempre popular patrona de la isla. En la que realmente fuera una muy conmovedora visita.­

Y concurrieron, además, al lugar en el que se fabrica la vacuna cubana contra el covid-19. Fueron allí recibidos por el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel y por el canciller Bruno Rodriguez Parrilla, el Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y otros dirigentes comunistas locales, de alguna menor jerarquía.­

La Iglesia Católica sigue, queda visto, jugando el complicado, pero absolutamente indispensable, rol de puente entre Cuba y el enorme mundo católico exterior, que ciertamente no ha abandonado a la feligresía católica cubana y sabe bien de sus desventuras cotidianas.­