Política
El plan de estabilización económica lanzado tras haber logrado por amplio margen la reelección en 1951
Cuando Perón no fue populista
¿Qué había pasado para que dejara de lado el cortoplacismo económico y pusiera en marcha reformas compatibles con un desarrollo a mediano plazo? La realidad económica se le había hecho presente con toda su fuerza. La actual situación económica tiene puntos de contacto y uno muy diferente.
POR ALEJANDRO POLI GONZALVO El 11 de noviembre de 1951 el presidente Perón derrotaba a la fórmula Balbín- Frondizi de la UCR y era reelegido con el 62% de los votos. A pesar del aplastante triunfo en las urnas y de haber acumulado un poder hegemónico sin antecedentes en un gobierno democrático (que incluía la reforma constitucional de 1949), a principios de 1952 Perón lanzó un plan de estabilización económica que abandonaba la orientación marcadamente populista impuesta desde 1946. ¿Qué había pasado para que Perón dejara de lado el cortoplacismo económico y pusiera en marcha reformas compatibles con un desarrollo a mediano plazo? La realidad económica se le había hecho presente con toda su fuerza. La crisis de 1952 Perón había llegado al poder en una circunstancia extraordinaria de la economía argentina. El país contaba con ingentes reservas en oro y los precios internacionales subirían un 200% hasta 1948. Luego de la guerra, el mundo estaba ávido de materias primas. Pero una política excesivamente inclinada al consumo y al mercado interno, en detrimento del fomento de las exportaciones, sumada al imprudente abultamiento del gasto estatal, a la pérdida de productividad en las nuevas empresas públicas y al no incentivo de las inversiones, dilapidaron los recursos del país sin haber cimentado las bases de una economía de crecimiento para varias décadas. Finalizado el trienio de la gran euforia populista (1946-1948), con un crecimiento del PBI del 28%, a partir de 1949 varios indicadores anunciaban la crisis. Como ha sucedido en todas las crisis argentinas, los problemas primero aparecieron en el sector externo. La política de pagar al campo precios inferiores a los internacionales (a través del monopolio del IAPI) y subsidiar a la industria llevaron a la disminución de las áreas sembradas, que sólo en la campaña 1951-1952 cayó un 15%; una feroz sequía se combinó para que la producción cayera prácticamente a la mitad de la campaña anterior: los argentinos conocieron el "pan negro" de baja calidad. La caída de las exportaciones agropecuarias determinó que la balanza comercial fuera fuertemente deficitaria, repercutiendo en que las reservas internacionales se redujeran a una tercera parte. Las consecuencias no se hicieron esperar. La inflación trepó al 37% en 1951 y su tendencia era al alza. A pesar de las medidas tomadas, el PBI decayó un 6,1% en 1952. Las huelgas fueron en aumento y entre 1950 y 1951, la de los ferroviarios se prolongó durante nueve meses. Además, el país soportó restricciones energéticas. Perón decidió que era el momento de cambiar el modelo. El plan económico de 1952 En conjunto, las medidas tomadas en 1952 representaron el regreso de la economía peronista a políticas acordes con el desarrollo sustentable. Sus objetivos eran el control de la inflación, la recuperación del sector externo, el incremento de la productividad, la restricción del consumo y el fomento del ahorro y la inversión. Para incrementar la producción agropecuaria, base de la generación de divisas del país, el IAPI comenzó a pagar al campo precios superiores a los internacionales, el gasto público se contuvo el 23%, se creó la Comisión Nacional de Precios y Salarios para discutir salarios para los próximos dos años, atados al crecimiento de la productividad, se levantó el congelamiento de los alquileres y se pasó a estimular la inversión extranjera (en esta línea, en 1953 se sancionó la ley 14.222: en los próximos dos años se firmaron convenios para la radicación de fábricas de tractores, automotrices y el famoso convenio para explotación petrolera con la Standard Oil de California). Nada mejor para comprender el giro de la política económica que releer la profusa propaganda peronista de la época, instando a consumir menos y producir más, que culminó en el Congreso de la Productividad y el Bienestar Social, convocado a fines de 1954. Los resultados fueron muy positivos. El PBI creció en el trienio siguiente a una tasa promedio del 4,5% anua