Cristina, la bandolera
La corrupción se da en todo grupo humano con cierto grado de complejidad. Puede darse en organismos estatales y privados como instituciones, partidos, empresas y clubes, pero el mayor foco de corrupción se da en la actividad pública.
Existe una marcada diferencia en la naturaleza y niveles de corrupción entre un régimen político regimentado, totalitario o autoritario y uno democrático con economía de mercado. En las democracias liberales y capitalistas, donde los ciudadanos están sometidos a un poder controlado por otros poderes y se respeta a las minorías, se observa que las normas son menos arbitrarias, las desregulaciones aumentan la observabilidad de quienes gobiernan y disminuye, con la empresa privada, una elevada fuente de corrupción: la burocracia estatal.
Los políticos estatistas y dirigistas llevan inexorablemente a la abolición de múltiples poderes espontáneos de la sociedad civil creando una acumulación enorme del poder en el Estado y, con ello, una enorme burocracia que desarrolla un nivel alto de corrupción y a la par una disminución de la libertad y de la supremacía de la ley.
EL ANDAMIAJE
Pensemos en el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner: ¿Cuál ha sido la Justicia, la igualdad jurídica y el sentido de honradez de que habla la bandolera? Honra para quienes en ejercicio de indebidas atribuciones públicas robaron al país millones de dólares en actos de inconsciencia criminal.
El fenómeno Cristina está asociado en buena medida a la dialéctica adecuada: teorías e ideas falsas, mentiras a piacere han obtenido un excelente resultado. Sus seguidores ciegos a la realidad la consideran la Madre Teresa. Las explicaciones racionales y la comprensión de los problemas no juegan un papel importante para ellos, sí la ideología y el liderazgo. No les importa la condena a 6 años de prisión por la causa Vialidad donde direccionó obra pública a favor de un testaferro, Lázaro Baez, ni las de Dólar futuro, ni el Memorándum con Irán, Hotesur y los Cuadernos de la corrupción. Ni siquiera una sociedad libre de estructura democrática.
No tienen en cuenta que fue la inflación que produjo ese gobierno la que generó la pérdida de la capacidad adquisitiva de sus salarios, hizo cada vez más penosos los consumos necesarios y empobreció al país arrastrándolos a dificultades y molestias cada vez mayores.
Fue por ello que buena parte de la sociedad votó la presente política económica y la lucha por eliminar de la política a la principal responsable del desorden que todavía perdura y que el gobierno decidió atacar. Javier Milei ha tenido mucho que ver en demostrar las falacias de la dialéctica del kirchnerismo, de la cual es campeona la expresidente, al punto que hasta los que aceptan sus robos la defienden como si fuera Robin Hood.
Cristina ha escapado al problema de la inflación porque es más fácil para un político populista correrse de las dificultades, sobre todo si enfrentarlas trae reacciones sociales. En esto se diferencia enormemente del presidente Milei, quien le ha puesto el pecho al déficit fiscal generador del flagelo inflacionario.
Cristina Kirchner es de los políticos que han sustituido con un plan los mecanismos espontáneos de la economía de mercado, tal como precios, competencia, iniciativa privada, entre otros, por técnicas defectuosas, interferencias burocráticas y limitaciones a las libertades individuales.
Bajo el régimen de libre mercado los funcionarios en vez de poner trabas que coartan la energía y creatividad de las personas, se esfuerzan por anular todas las tendencias monopolizadoras o de cualquier otra índole que dificulten sus actividades.
El mercado no resuelve todos los problemas, muchas veces está imposibilitado de actuar pero es el mejor sistema para encarar las dificultades que se presentan. El Estado debe actuar cuando algún problema escapa a las posibilidades de la actividad privada, pero no hacerlo cuando ella existe.
El kirchnerismo se reservó la posibilidad de distribuir la riqueza como si ello fuera un fin del Estado y se cree respetuoso del orden constitucional. Error, bien lo especificó Alberdi cuando dijo: “Para proteger mejor el fin social de la riqueza, la Constitución argentina ha preferido la distribución libre a la distribución reglamentaria y artificial. La distribución de la riqueza se opera por sí sola tanto más equitativamente cuanto menos se ingiere al estado en imponerle reglas”.
La mayoría de los políticos adoran las nacionalizaciones de empresas: creen en el error que significa la gestión de los gobiernos en el campo de la industria y el comercio, sin notar que los funcionarios públicos no se hallan preparados para desenvolverse con eficacia.
Tampoco pueden contrarrestar las presiones políticas que los asedian para inclinar las administraciones al favoritismo y el dispendio. La corrupción resulta inevitable en esa esfera, cualquiera sea la forma con que se presenta. Lo vemos claro en la politización a las que fueron llevadas las empresas durante el gobierno anterior.
El Congreso fue testigo de todos los actos de corrupción a medida que se producían y estaban mejor informados que el resto del país: fueron contados con los dedos de una mano quienes los denunciaron y trataron de evitarlos. Poco hicieron para desalentar esa mentalidad estatista dirigista y distribucionistas. Han sido participes de los errores en los cuales han tenido en alguna medida directa o indirecta participación.
Es por ello que el Gobierno actual se debe preocupar porque las medidas que inexorablemente deberán tomar cuenten con el apoyo o al menos la tolerancia de la opinión pública. Mantener bien definido el rumbo y el contacto con la sociedad para hacerle conocer la política que se lleva a cabo es indispensable.
No debería desechar a los medios de prensa sino tenerlos en cuenta como instrumentos necesarios que permiten un contacto directo con la gente. Son, también, de vital importancia en la orientación del comportamiento ciudadano.
ESFUERZO
Se debe mantener el esfuerzo que está haciendo este gobierno: si no ayudamos a consolidar la situación presente, si no permitimos que se mantengan de aquí para adelante, el futuro que se puede prever es de confusión y caos. Los que aún no lo han percibido creyendo que hay remedios fáciles no se dan cuenta que nadie puede solucionar los problemas actuales solo, se necesita de apoyo, de la continuidad de la confianza.
Ello dependerá de los sectores que rechazan las políticas del gobierno anterior como también sus infantiles y ridículas actitudes, como las de Cristina Kirchner: bailar en el balcón de su casa sabiendo que le esperan 6 años de reclusión.
O tal vez me equivoque y su baile y alegría se deben a que, sabiendo que en Argentina no todos son iguales ante la ley, en vez de recibir el trato de una condenada común, tendrá muchos privilegios. Es increíble, para el que no sabe los estragos que hace el populismo, verla haciendo pantomimas en el balcón recibiendo la ovación de gente a la cual robó descaradamente.
El gobierno, si hace lo que hay que hacer, recibirá andanadas de críticas de los sectores que hoy respaldan a la expresidente sin analizar la enorme responsabilidad que tuvo en el atraso del país. Dice que van a volver, todo puede ser en la Argentina, pero si ello ocurriera, podemos estar seguros que sería trágico para todos los argentinos.
* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).