Cortázar, un maná para los cineastas

El universo creativo del escritor inspiró decenas de filmes de directores como Godard y Chabrol. La película `Cartas iluminadas', estrenada esta semana, rescata su relación con Manuel Antín, quien con títulos como `La cifra impar' y `Circe' contribuyó a la difusión internacional del autor de `Rayuela'.

El estreno de `Cartas iluminadas', de Cinthia Rajschmir, es una talentosa curiosidad dentro del cine argentino. La joven directora desarrolla un filme en base a cartas: objetos de comunicación desaparecidos en el siglo XXI. ¿Cómo explicar hoy a un chico la extinguida costumbre de escribir en papel largos párrafos de pensamientos en una era donde el papel está en vías de extinción y la comunicación agasaja la brevedad y postula a los memes como representación de un mundo complejo?­

Sin embargo, las cartas fueron la vía, en la década del '60, para que la ficción se convirtiera en realidad gracias al entusiasmo de un amante del cine, Manuel Antín, que eligió el universo de un escritor casi desconocido, Julio Cortázar, para iniciar su carrera como director cinematográfico. Y el puente fueron esas increíbles cartas que se intercambiaron entre 1961 y 1975 y que fueron capaces de generar inolvidables obras como `La cifra impar' o `Circe', en las que la atmósfera cortazariana fluía tan naturalmente como el estilo antiniano, que parecía reproducir la memoria creativa de ambos.­

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CARNE DE CINE­

 

`La cifra impar' (1961), basada en `Cartas de mamá', y `Circe' (1963), contribuyeron a la difusión internacional de Cortázar a través de importantes festivales como Venecia o Berlín. A partir de ese momento, Cortázar fue "carne de cine'' de todo tipo de directores, europeos conocidos como Michelangelo Antonioni (`Blow Up', con David Hemmings y Vanessa Redgrave), Jean Luc Godard (`Week End'), Luigi Comencini (`El embotellamiento'), Claude Chabrol (`Mons Bebe'), y no tan conocidos como José Antonio Páramo (`Instrucciones para John Howell') o Jana Bokova (`Diario para un cuento'), sin hablar de los latinoamericanos.­

"Solterón irreductible, amigo de muy poca gente, melómano, lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito ciego a todo lo que pasaba más allá de lo estético'' se describía antes de l951 un Cortázar que con Borges marcó caminos en nuestra literatura. Sus preferencias cinematográficas abarcaban la profundidad del John Ford de `Viñas de ira', los hermanos Marx, y el naturalismo de `Therese Raquin', de Marcel Carné, incluyendo la frescura del Autant Lara (`El trigo joven'), nombre y títulos casi desconocidos para el público de hoy. Con espíritu videoclubista, este "burguesito enamorado del cine'' descubría el Fellini de `Los inútiles', el Buñuel de `Un perro andaluz' y `Los olvidados', o los gloriosos `Juegos prohibidos' de Clément, que marcaron la primera etapa de su vida, para luego darle un lugar de preferencia a Polanski o a Bergman. Por eso, esa preocupación ante la posibilidad de que su obra fuera filmada.

Perfeccionista, observador obsesivo, se volcó a la tarea de construir los diálogos de `Circe' a distancia. Lo hizo en Bélgica, y esas piezas exactas llegaron a manos Manuel Antín en Buenos Aires, luego de generar la estructura de la película en el encuentro que tuvieron Cortázar y Antín en el hotel Baldi, mientras transcurría el Festival de Sestri Levante, en Génova.­

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ACORAZADO­

El escritor de `Rayuela' no ocultaba su preferencia por incunables como `El acorazado Potemkin' o la `Juana de Arco' de Dreyer (cómo olvidar que la Falconetti, su inolvidable protagonista, vivió en Buenos Aires), y lo recordaba en algunos de sus textos. En la misma `Circe', como al pasar, aparece lejano en el recuerdo el nombre de Pola Negri desde el cine mudo, codeándose con el icónico James Dean o Fernandel, uno de los cómicos más queridos en Francia. Y la lista sigue, sin descartar el dibujo animado. Entre sus cartas veinteañeras recuerda a su amiga Mercedes Arias, "no puedo olvidarme de la gracia que respira la personificación de esos elementos naturales, elevados a la categoría poética'' (a propósito de `La tromba sabia', de Disney, en 1941). Si hasta uno de los balconcitos que forma parte de la particular arquitectura del cine Opera de Buenos Aires es criticado por Lucio Medina, personaje de uno de sus cuentos (`La banda', en `Final de juego') que va a ver "una de Anatole Litvak'' (olvidado director de `Anastasia', la primera incursión de Ingrid Bergman en el cine de Hollywood).

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EXIGENCIAS­

Cortázar, el escritor que cambió el rumbo de la literatura argentina y que, como él mismo decía, fue un enamorado del cine, reflexionaba en `Un tal Lucas': "...Creo que si fuera cineasta me las arreglaría para cazar crepúsculos, en realidad un solo crepúsculo, pero para llegar al crepúsculo definitivo tendría que filmar cuarenta o cincuenta, porque si fuera cineasta tendría las mismas exigencias que con la palabra, las mujeres o la geopolítica''.­

El reciente estreno de `Cartas iluminadas' revitaliza la esperanza al evocar una utopía, la de lograr que los sueños de la creación se hagan realidad a través de las ideas expresadas en palabras por dos artistas desconocidos entre sí (Cortázar y Antín) desafiando el tiempo y el espacio.­