DESDE MI PUNTO DE VISTA

Contra quién hay que votar

Hace mucho que los argentinos dicen votar al “menos malo”. Todos hemos oído esta muletilla y, seguramente, la hemos dicho. Es que llevamos demasiado tiempo sin candidaturas atrayentes.

La opción de hoy es aún más crítica. El planteo es, lisa y llanamente ¿Contra quién hay que votar? La respuesta, creemos que no es difícil. Hay que votar contra el candidato oficialista. ¿Porqué? Porque Milei es más débil y no nos conviene, tal como van las cosas, un presidente con mucho poder. Al contrario, cuanto más limitado sea ese poder, mejor. Y resulta que el libertario tendría, en caso de triunfar, menos fuerza en el Congreso de la que gozaría su oponente y lo respalda una estructura partidaria mil veces más débil que la de su rival. Veamos

PODER EQUILIBRADO

El poder de todo presidente se equilibra mejor con el del Congreso, cuando no goza en él de mayoría. Milei sólo cuenta con 8 senadores y 38 diputados. Gobernaría controlado. Cosa que puede no pasar con Massa

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En efecto, éste tiene en el Senado 32 votos propios y no sería raro que consiguiera, a menudo, los cinco restantes que dan mayoría. Ya sea negociando con bloques minoritarios o aprovechando que el libro de pases del Congreso está abierto todo el año.

Al menos, desde el leading case Borocotó, luego del cual ha habido bastantes más. Además, en Diputados Massa cuenta con 108 legisladores siendo, de lejos, la primera minoría. Moraleja: Milei actuaría con mucho más contrapeso. Cosa que, con cualquiera de los dos, resulta indispensable.

En lo que hace a estructura partidaria, Massa cuenta con el peso del aparato peronista. Al cual, quien se adueña de su timón, le impone el rumbo. Sus internas solo dirimen el puesto de timonel. Quien lo ocupa, es mansamente obedecido. Así sucedió, en distintos momentos, con Cafiero –aunque no alcanzara la presidencia– con Menem, con Duhalde o con los Kirchner.

Por lo tanto, es harto probable que Massa, con los recursos del poder -que ya malgasta en su candidatura- y con la disciplina de su rebaño pueda gobernar durante los próximos ocho años; tal como lo autoriza la Constitución, reelección mediante (de paso, hora es que los opositores dejen atrás su complicidad del 94 y propongan volver a su buen texto anterior).

En cambio, Milei, con poco apoyo en el Congreso y casi nula estructura partidaria, difícilmente podría aspirar a ser reelecto.

CONTINUIDAD

Hay otro factor – aunque, visto está, no a todos importa – que inclina a votar en contra de Massa. Es que él encarna la continuidad de las administraciones K, las más corruptas de nuestra historia.

Permítasenos recordar a vuelo de pájaro -como lo hicimos el domingo anterior- quienes ganarían de triunfar Massa: los asesinos de Nisman, los descuartizadores del Chaco, la impunidad de Cristina y sus secuaces, el Chocolate Rigau y sus jefes, los Lázaro Báez, Daniel Muñoz y demás testaferros K, los sobreprecios que pagó la “compañera Malena” por los autos comprados para AYSA.

También sería el triunfo de quienes contaban dólares en La Rosadita para llevárselos luego a sus altísimos jefes, los planeros truchos

que viajan a Europa, los ñoquis que infectan los tres poderes del Estado, los jueces zaffaronianos que encubren a los saqueadores de las arcas públicas, los involucrados en la causa de Los Cuadernos y tantos otros que enumerarlos insumiría páginas enteras.

Con esto, de ningún modo extendemos un cheque en blanco a favor de Milei. Pero, al día de hoy, no es cómplice probado de tales delitos. En cambio, Massa sí lo es. Porque si, en otro momento, prometió “meter presos a los ñoquis de la Cámpora” es porque sabía que habían delinquido. Pese a lo cual, actúa codo a codo con ellos convirtiéndose, al menos, en su encubridor. De paso sea dicho: Boudou, cumplida su efímera pena por delinquir siendo Vicepresidente de la Nación, ya actúa como asesor del ministro candidato. Cartón lleno.

Los colaboradores de Milei, no todos conocidos, al menos en un primer vistazo, no lucen los prontuarios que ensombrecen a los de Massa.

Cierto es, que el candidato opositor alarma por su falta de equilibrio emocional y por lo absurdo de algunas de sus propuestas. Pero no debemos olvidar que, si llega al poder, va a encontrar los límites que le impone lo escaso de sus apoyos.

Resulta atractiva, sí, su proclamada intención de cortar el nudo gordiano de las camarillas políticas, empresariales y gremiales que nos gobierna. Si realmente lo consigue, nos habremos desprendido de un lastre agobiante.

Es notorio que ha llegado a la segunda vuelta mucho más por la vehemencia de sus protestas, que por la solidez de sus propuestas. Lo cual atrajo a una vastísima legión de descontentos.

Por todo ello, creemos que debe votarse en contra del candidato del cristinismo, Sergio Tomás Massa. Y rogamos se nos excuse caer en el lugar común de recordar los versos finales de un poema de Borges. Con Milei no nos une el amor, sino el espanto. El espanto de que gane Massa.