Siete días de política

Contra lo esperado, el ajuste es el sostén de la gobernabilidad

La inflación sigue bajando, las reservas del BCRA, creciendo y el presidente, monopolizando la iniciativa. Todo esto en medio de una drástica reducción del gasto público con alto costo social

El proceso político en marcha es inabordable desde las categorías de análisis tradicionales. El presidente Javier Milei heredó una crisis de la que se esperaba que fuese su mayor condicionante. Se presumía también que impactaría tan negativamente sobre la gobernabilidad que podría causar su salida anticipada del poder. Nada de eso ocurrió.

Por el contrario las duras medidas aplicadas para evitar otra hiperinflación terminaron convirtiéndose en las herramientas que le están permitiendo ganar tiempo. Comenzó a bajar fuerte la inflación, se acumularon reservas por 13 mil millones de dólares y se terminó con la sequía de divisas que había reducido peligrosamente las importaciones.

Milei aplicó una inédita restricción monetaria que produjo la caída en picada de la actividad. No perdió, sin embargo, popularidad de acuerdo con todas las encuestas disponibles. La guerra callejera con que amenazaban los grupos piqueteros y de izquierda y las protestas sindicales terminaron en nada.

La estrategia política del actual gobierno tampoco tiene antecedentes. Ganó con los votos del PRO, juega con la idea de gobernar con los votos del peronismo en el Congreso y se desentiende de sus propios legisladores que no tiene nada que envidiarle a la “casta” en cuanto a peleas escandalosas por espacios de poder como quedó a la vista en la Cámara de Diputados a propósito de la presidencia de la Comisión de Juicio Político. 

El armado de las candidaturas de La Libertad Avanza se hizo con el descarte de los partidos tradicionales, por lo que no era lógico esperar otro resultado.

Pero Milei no sólo ignora a sus propios legisladores, sino hasta a sus ministros. Gobierna con Luis Caputo y Patricia Bullrich, bajo el control de su hermana Karina y del jefe de gabinete, Nicolás Posse. El resto puede ser defenestrado en cualquier momento.

Lo llamativo es que los dos ministros de mayor eficacia formaron parte del gabinete del frustrado gobierno de Mauricio Macri. Como se ve el problema no fue de funcionarios o políticas, sino de conducción. Macri se rodeó de un batallón de economistas para dar la señal de que eliminaría de raíz el “modelo” K, pero los mercados no sabían qué iba a terminar haciendo. Hoy la previsibilidad no es un problema. Las dudas no son sobre qué hará el presidente, sino por cuanto tiempo podrá seguir haciendo lo que hace.

La diferencia de fondo entre ambas gestiones no es obviamente de línea económica. Reside en el respaldo político de Milei a Caputo para que aplique el recorte fondos a sindicalistas, medios, figuras del espectáculo, piqueteros, empresarios, políticos y a todo los que viven del presupuesto nacional. Ese universo es enorme en Argentina, país en el que, como dijo un político mejicano, “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Pero como los que no participan de esa fiesta son mayoría, Milei sigue gozando de un período de gracia que no le concedió ni la CGT, ni el peronismo, ni le periodismo.

En este marco Caputo no sólo consiguió bajar la inflación, sino que siguió podando la tasa de interés con un objetivo prioritario: bajar el déficit cuasi fiscal generado por las deudas del Banco Central por pasivos remunerados que alcanzan los 35 billones de pesos. Otra paradoja es que prestándole al Estado los bancos tuvieron un 2023 brillante y a la administración Milei le tocará recaudar buena parte de esos beneficios.

El hecho de que los mercados funcionen a favor del gobierno y no en contra como en tiempos de Guzman, Batakis y Massa, ha fortalecido a Caputo que ahora apunta a quienes aumentan los precios más de lo que él cree conveniente. De manera progresiva el funcionario está extendiendo su campo de acción de la economía a la política por “default” de los políticos. Un Cavallo en potencia.

Este fenómeno se produce en buena medida porque las burocracias partidarias están postradas. También lo están los sindicalistas, que gestionaron una reunión con el gobierno en la Casa Rosada un día y al siguiente anunciaron un paro general. Apostaban a una división en el gobierno: que el secretario de Trabajo le homologara la paritaria a camioneros en contra de la posición de Luis Caputo, algo que no sucedió. Si Moyano consigue torcerle el brazo al ministro, la señal será catastrófica para el plan de estabilización.

En el Congreso, en tanto, los “dialoguistas” revisan su estrategia. Emilio Monzó, un enconado crítico del gobierno ya adelantó públicamente que Milei tendrá su nueva “Ley Bases” (ver “En el Senado ya se preparan”). Los votos que le retacearon los radicales y otros sectores supuestamente afines, Milei los está buscando entre los gobernadores peronistas de Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero y otras provincias. Si con las fuerzas del cielo no alcanza, serán bienvenidas las de otros establecimientos.