Cotidianamente diversos pelafustanes se ufanan, desde los medios públicos de comunicación, de haber concretado ciertas proezas o epopeyas, cuando en realidad las tales sólo existen dentro de los precarios cacúmenes de dichos sinecura-habientes. Se trata de una jactancia verdadera, pero basada en
Sin embargo, y por fortuna, existen también las efusiones legítimas, de las que pueden presentarse muchos ejemplos, pero me limitaré a señalar las que solemos apreciar durante un mero partido de fútbol. Constituyen las muestras de alegría por parte del delantero que acaba de marcar un gol y las del arquero que acaba de evitarlo, y las de sus solidarios compañeros, puesto que tales exteriorizaciones se basan, en ambos casos, en acciones meritorias y dignas de aplauso. Los futbolistas las expresan con
Mi curiosidad de lector me ha llevado a relacionar dos casos de justificado orgullo literario. Veámoslos:
* Miguel de Cervantes (1547-1616)
"Real y verdaderamente, todos los que gustan de semejantes historias como ésta deben de mostrarse agradecidos a Cide Hamete, su autor primero, por la curiosidad que tuvo en contarnos las semínimas de ella, sin dejar cosa, por menuda que fuese, que no la sacase a luz distintamente. Pinta los pensamientos, descubre las imaginaciones, responde a las tácitas, aclara las dudas, resuelve los argumentos; finalmente, los átomos del más curioso deseo manifiesta. ¡Oh autor celebérrimo! ¡Oh don Quijote dichoso! ¡Oh Dulcinea famosa! ¡Oh Sancho Panza gracioso! Todos juntos y cada uno de por sí viváis siglos infinitos, para gusto y general pasatiempo de los vivientes''.
No es para menos, de manera que yo, agradecido lector de tales prodigios y sutilezas, añado mi propia congratulación para el colosal talento de don Miguel.
José Hernández (1834-1886)
Versos 73-78:
ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sinó quien sabe pintar''.
Luego: versos 91-96:
"Y el que me quiera enmendar
mucho tiene que saber;
tiene mucho que aprender
el que me sepa escuchar;
tiene mucho que rumiar
el que me quiera entender''.
más que las cosas que tratan,
más que lo que ellos relatan,
mis cantos han de durar''.
"
las de todos mis hermanos:
ellos guardarán ufanos
en su corazón mi historia;
me tendrán en su memoria
para siempre mis paisanos''.
¿Y YO?
Releo lo escrito y, dado que no advierto tropiezos evidentes, me siento bastante satisfecho del resultado. Por ende, apruebo mi propia labor, me felicito por ella y, con justificado orgullo,