La Filarmónica y otro meritorio concierto en el Colón

Con el contrabajo como atractivo


Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Concierto con obras de Richard Strauss, Giaovanni Bottesini y Jean Sibelius. Director invitado: Alejo Pérez. Solista: Julián Medina (contrabajo). El sábado 14 en el Teatro Colón.


Un concierto de características atractivas por su repertorio prometía desde el vamos el Colón en esta sesión de su ciclo de la Filarmónica. Y, por supuesto, la presencia como director invitado -en su retorno- de Alejo Pérez, director compatriota de destacada carrera internacional con sus cincuenta años cumplidos en una extensa y lucida carrera, que luego de dirigir al frente de la Orquesta Estable la reciente versión de la Sinfonía N° 8 (apodada ‘De los Mil’) de Mahler, encaró con la OFBA este decimocuarto programa de la temporada en transcurso.

En la primera parte se escucharon los cuatro interludios de la ópera ‘Intermezzo’, de Richard Strauss(1864-1949), una curiosa pieza del compositor muniqués con libreto propio sobre situaciones y enredos familiares con partes habladas, que estrenó en la Opera de Dresde en 1924 y que no tuvo peso en el tan valioso como admirable catálogo de sus composiciones. Es más, sus representaciones han sido mínimas.

En cambio, lo curioso y también ocurrido es que estos cuatro interludios en forma independiente siempre interesaron por su contenido orquestal y su narrativa sugerida, afirmados en sus cuatro denominaciones. ‘Fiebre de viaje y escena de vals’, el primero de ellos; ‘Soñar junto a la chimenea’, el segundo, y ‘En la mesa de juego’ y ‘Feliz resolución’, los dos últimos .

Esa perdurabilidad de los interludios tiene justificación en la consistencia e inspiración del lenguaje sinfónico, que en esta ocasión tuvieron en el comienzo del concierto una versión de valía del organismo. Desde el podio, la participación de Alejo Pérez logró dar cuenta precisa de los perfiles de cada una de esos interludios y lograr de la orquesta una participación precisa de equilibrio sonoro.

Cerrando esta primera parte del concierto que comentamos llegó al público el Concierto para contrabajo y orquesta N° 1 en Fa menor de Giovanni Bottesini (1821-1889), músico oriundo del municipio de Crema, en Lombardía, virtuoso contrabajista en su época que, según se afirma, tocaba con un contrabajo de tres cuerdas, con afinación solista.

Pero además, cosa que poco se menciona en sus biografías, también dirigía orquesta, al punto que Giuseppe Verdi, que lo conocía y era de su confianza, le asignó la dirección orquestal, nada menos, que en el estreno mundial ‘Aída’, en El Cairo, en 1871.

LOABLE DESEMPEÑO

Volviendo a la versión de su Concierto Nº 1, estructurado en tres movimientos, introducción(allegro moderato), andante y finale (allegro con fuoco), tuvo como solista a Julián Medina, miembro de la orquesta, quien recibió una respuesta de entusiasmo del público y revalidó su posición y verdadera pericia en el manejo del instrumento, en una versión enjundiosa y destacable por parte del director y sus músicos, ya conformados de manera camarística.

Finalmente, el concierto llegó a su término en la segunda parte con la Sinfonía Nº 2 en Re menor, opus 43, del finlandés Jean Sibelius (1865-1957), obra que pertenece a la fase más popular del autor y que revela claramente su intención programática. Aquí, en sus cuatro movimientos, puede advertirse como esclarece sus sentimientos patrióticos y explicita las ideas y las atmósferas de liberación, que condicionan a esta sinfonía como un símbolo de las circunstancias de la libertad de Finlandia.

Muy efectiva la respuesta de todas las secciones del orgánico a la impecable dirección de Pérez, su marcación y detallismos, sus entradas y su concepto de integración de una pieza que no en vano se ha convertido desde su estreno en 1901 en una suerte de símbolo poemático. En resumidas cuentas, un concierto de calidad.

Calificación: Muy bueno

FOTO: GENTILEZA ARNALDO COLOMBAROLI