"Como soldados amamos la paz''

La Prensa dialogó con Florencio Romero, veterano de Malvinas . Combatió en Darwin, estuvo prisionero y compartió el grupo necrológico junto a Juan José Gómez Centurión. Fue con 22 años, pero dice que no eran chicos de la guerra. "Estábamos preparados'', asegura.

Florencio de la Cruz Romero es correntino, tiene 62 años y en 1982 fue uno de los 700 coprovincianos que se dirigieron al Atlántico Sur para defender la soberanía argentina sobre las islas Malvinas. ­

En aquella oportunidad era muy joven, tenía apenas 22, y como a tantos soldados lo sorprendió la noticia de que debía alistarse rápido para combatir. ­

Pertenecía al Regimiento 12 de Infantería `General Arenales' de Mercedes, en Corrientes, y su rol de combate era como integrante de la Compañía B `La Florida'.  ­

A cuatro décadas de esos acontecimientos, La Prensa lo entrevistó vía Zoom sobre cómo vivió la guerra frente a Gran Bretaña, sus sentimientos y su opinión por los 40 años del conflicto.­

"Nosotros partimos a Malvinas el 25 de abril. Y más allá del miedo que uno trata de dominar, como militares estábamos preparados, para nosotros era lo máximo. Creo que fuimos una generación elegida por Dios para ir a pelear, por tanto hay que desmitificar eso de que éramos chicos de la guerra. Y también ponerlo en contexto: teníamos un Ejército preparado desde hace mucho por el diferendo con Chile. Yo mismo tuve la experiencia de la movilización del 78'' señala el militar, hoy retirado del Ejército pero con muchos años de servicio en la institución.  ­

-¿Cuándo tuvo el bautismo de fuego en Malvinas?­

-El primer ataque aéreo que tuvimos fue el 21 de mayo en Monte Kent. Como éramos la reserva helitransportada, los ingleses dejaron fuera de combate a cuatro de nuestros helicópteros. Eso perjudicó nuestras misiones posteriores porque no contábamos con defensa antiaérea. Después hubo otra oleada el 24, pero ya los pudimos repeler con armas automáticas.­

-¿Lo hirieron en algún momento?­

-No, porque el combate fuerte que tuvimos fue más tarde en Darwin. El 28 fuimos a cumplir nuestra verdadera misión como reserva helitransportada, que era atacar, defender, bloquear y reforzar. Cuando llegamos y nos unimos a nuestro regimiento hicimos una infiltración en las filas enemigas y ahí sí recibimos un fuego intenso. ­

-¿Sintió la muerte de cerca?­

-Siempre. Un soldado sabe que en la guerra puede morir pero también en momentos de paz. En el combate hay que tratar de que los pensamientos no gesten el temor del miedo, que no te dominen porque hay muchas circunstancias en las que se debe estar con la mente en blanco para actuar.­

-¿Cómo soportó la batalla de 36 horas en Darwin?­

-Nosotros estuvimos un poco menos, quizá 24, pero uno está entrenado para esas cuestiones. Quienes nos conducen y la capacitación hacen que uno se mantenga con la mente ocupada. Como soldados somos los que más amamos la paz, porque sabemos lo que sucede en una guerra. ­

-¿Siente orgullo de haber combatido o se lamenta de haber ido a una guerra?­

-Yo me siento orgulloso de haber defendido la soberanía de mi patria. Jamás me voy a arrepentir de ello. Lo que pasó marcó a cada uno de los veteranos y hoy somos todos hermanos, sin distinción de jerarquías. Además, ellos estaban cumpliendo con una ley democrática porque en los 70 el general Perón cambió la ley de Rischetti, con la cual los soldados que se debían incorporar pasaban de los 20 a los 18 años porque se pensaba que ya estaban en condiciones. ­

-¿Es cierto que usted estuvo a cargo de la recuperación de los muertos?­

-Sí, una vez que caímos prisioneros se armaron los grupos necrológicos para recuperar los cuerpos de nuestros soldados. A mí me tocó el grupo donde estaban el teniente López y el sargento Ibáñez, y eso lo hacíamos donde había combatido la Compañía de Infantería A. Los cargamos en un tractor y los llevamos a los galpones. ­

-Supongo que también pudo ver los cadáveres ingleses...­

-Claro, y ahí nos dimos cuenta de la dimensión de la batalla de Darwin. Por supuesto que los ingleses nunca desclasificaron esa información, dan cuenta de las pérdidas materiales pero no de los soldados. Ellos reconocieron como bajas únicamente a quienes pertenecían al Ejército Real británico, pero no a los escoceses ni a los gurkas. Nosotros no tocamos sus cadáveres. ­

-El comando Ricardo Frecha, en un diálogo anterior con La Prensa, señaló que él estuvo prisionero con una bomba al lado. ¿A usted le ocurrió lo mismo?­

-No, porque eso fue en San Carlos. Pero te explico: los ingleses nos separaron inteligentemente para realizar interrogatorios. Ni bien se entregó la plaza de Darwin trasladaron a la Compañía C del Regimiento 25, que estaba a cargo del coronel Italo Piaggi. Repartieron a los prisioneros. ­

-¿Hubo respeto mientras estuvo cautivo?­

-En el galpón sí, en eso los ingleses son profesionales, pero en el barco no porque sufrí algunos atropellos, más que nada por el tema del idioma y de mi juventud. Fueron un par de empujones y patadas cuando me ordenaron bajar del Northland. Como los traslados se hacían entre San Carlos y Darwin, nos dejaron en un campo de concentración electrificado y luego nos metieron en el galpón donde estaban las bombas que no explotaron de los Pucará.­

-¿Tuvo contacto con Rico o Gómez Centurión?­

-Con el mayor Rico no porque él operaba en la Compañía de Comandos. Pero con Gómez Centurión tuve contacto directo porque era nuestro vocero cuando recuperábamos los muertos, él sabía inglés. No combatimos juntos, pero sí en el mismo sector durante la batalla de Darwin.­

-Se dice que los correntinos tenían una fuerza especial para combatir...­

-Sí (risas). Cuando la Argentina entre en guerra, Corrientes la va a ayudar. Nuestro héroe máximo es el cabo primero Roberto Bacilio Baruso en la defensa del monte Harriet. Esta unidad de la cual yo estoy orgulloso, heredó el coraje del general Arenales. Este regimiento no sólo combatió en Darwin sino también en San Carlos, monte Kent, monte Harriet y en Puerto Argentino. ­

-Hay un video histórico donde la TV estatal lo entrevista al llegar a Mercedes. ¿Cómo fue ese recibimiento?­

-Totalmente inesperado. Cuando volvimos de Malvinas a Buenos Aires, el 14 de junio, entramos por la puerta de atrás y nos llevaron a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, en Campo de Mayo. Ahí tuvimos la atención psicológica y de extracción de inteligencia para saber cómo era el enemigo. Sin embargo, fueron unos días nomás y el 19 embarcamos para Mercedes. Ahí vino la sorpresa, porque el pueblo mercedeño sí nos recibió con mucho cariño.­

­40 AÑOS DESPUES­

-En la conmemoración por las cuatro décadas de la guerra, Aldo Rico dijo que la soberanía no se negocia. ¿Está de acuerdo?­

-Sin lugar a dudas. Yo creo que él más que nadie lo puede decir porque manejó las tropas especiales. La soberanía no se negocia en ningún momento, pese a lo que hicieron algunos gobernantes. Si bien la democracia es la forma de gobierno más adecuada, en su nombre y en el nombre de la paz los políticos entregaron soberanía como pasó con algunas islas con Chile. Yo a veces escucho a algunos dirigentes que dicen: "deberíamos entregar la soberanía de las islas Malvinas". M'hijo, eso no se dice ni jugando. Es una falta de respeto para los familiares y los héroes que quedaron en las islas. ­

-Luego de la guerra muchos veteranos se dedicaron a trabajar y otros quedaron con secuelas. ¿Qué lo motivó a usted seguir en las Fuerzas Armadas?­

-Mi vocación, a pesar de que uno nunca vuelve como se fue. Yo sentí que debía seguir con mi responsabilidad porque perdimos con honores, nunca pensé en retirarme. Y le doy gracias a Dios de que volví sano física, espiritual y psicológicamente.­