Cómo afecta a la Argentina el swap con Estados Unidos

El inversor institucional internacional está cada vez más lejos del país. Preocupa la escasez de reservas en el Banco Central. El Gobierno podría verse forzado a reinstalar el cepo cambiario.

Por Fernando Miguel Salon

El préstamo o swap de Estados Unidos es una confirmación explicita de que la única fuente posible para obtención de fondos es el favoritismo político internacional, sin asidero en los números reales de la economía.

Y esto espanta al inversor institucional, que es el que compra bonos o emisión de deuda de países en grandes volúmenes y en forma continuada, dando alivio a las reservas del Tesoro Nacional.

Inversores institucionales son los inversores mayoristas o aquellos que operan en grandes portafolios como ser administradores de fondos comunes de inversión, fondos de pensión (como las AFJP que teníamos), administradores de ETFs (fondos comercializados en mercados de valores), y en general gerenciadoras de inversiones grandes.

No lo son los prestadores de dinero multilaterales (FMI, Banco Mundial) ni los inversores minoristas o personas. Desde ya, tampoco están incluidas aquí las ayudas transitorias por amistad política de un país a otro, como el caso actual Argentina-Estados Unidos.

Los inversores institucionales mueven la enorme mayoría del dinero mundial, con estrategias y tácticas de gerenciamiento de activos y pasivos, gerenciamiento de riesgos de liquidez, de cambio, de default, de rendimientos, de plazos, y varios más.

Actualmente los sistemas computarizados son bastante complejos, con algoritmos e inteligencia artificial que ayudan a los operadores experimentados a manejar enormes volúmenes de información, para todos los países “investables” del mundo, y las empresas de capitalización grande, mediana y pequeña.

A los inversores institucionales no les interesa que el presidente sea Milei, Kicillof, Juan Pérez o N.N. Mucho menos les interesan las elecciones provinciales ni las de medio turno. Es más, ni siquiera les interesa que a los países se les haya colgado una etiqueta de derecha o de izquierda, pues hay países de derecha que van económicamente bien o mal, y países de izquierda que van bien o mal.

¿Que les interesa entonces? Que el país en cuestión tenga reservas internacionales que garanticen el pago de las inversiones; que tenga una buena herramienta presupuestaria; que no gasten reservas improductivamente; que no tengan leyes o decretos que sean insustentables a largo plazo; que no haya enormes desigualdades sociales; que el país no viva en la fantasía constante; y que los cambios no sean sorpresas desagradables. Como no todo esto es fácil de reflejar en los algoritmos de decisión inversionista, importan muchísimo más los números, y que se hace con ellos.

RESERVAS

Y aquí el numero principal son las reservas del Banco Central de la República Argentina, tantas veces mencionadas, pero que el Gobierno parece ignorar en cuanto a incrementarlas a través de no malgastar dólares.

Cada vez que Argentina tuvo problemas en el pasado y terminó en default, corralito, cepo, incumplimientos legales en foros internacionales e incumplimiento de deudas internas (i.e.: jubilados), todas han tenido un denominador común que fue la falta de reservas suficientes.

En el presente gobierno las reservas propias no se han incrementado, y están por lo menos cuatro veces más pequeñas que el nivel aceptable comparativo para estar fuera de peligro.

Sin embargo, los gastos en dólares continúan enormes, y se incrementaron con respecto al gobierno anterior, como ser salida de dólares para venta a particulares, turismo e importaciones.

En los últimos meses he escrito artículos aquí acerca de que el cepo no debía ser abolido prematuramente sino reforzado; sobre la enorme cantidad de dólares guardados o escondidos en Argentina que se incrementa constantemente en un país de Tesoro Nacional flaco y cajas de seguridad gordas; sobre los dólares obtenidos por el blanqueo que salieron por Ezeiza; sobre que la dolarización prometida es imposible y que la única posibilidad es estabilizar el peso.

También sobre el drenaje inmenso de divisas por compras en el exterior; sobre las causas endémicas de las caídas de planes económicos de Martínez de Hoz, Menem y Macri que están repitiéndose en el actual gobierno; sobre los hipócritas que pretenden trabajo para si o para sus hijos pero defienden una orgía de importaciones; sobre mitos y utopías en la economía argentina; sobre el riesgo crediticio argentino; sobre y la ineptitud de la política monetaria argentina para resolver la situación mientras los dólares entran y salen por una puerta giratoria.

Pronto habrá que tomar medidas cambiarias, pues la actual salida de dólares es macroeconómicamente insustentable. ¿Habrá que reinstalar el cepo levantado prematuramente? ¿Habrá que crear un impuesto que encarezca el dólar para limitar el turismo? ¿Habrá que volver a establecer aranceles de importación similares a los de otros países? Si nada se hace, y se deja todo en la inercia o al interés personal y egoísta, aparecerá como un monstruo la devaluación tan temida, indeseada e inflacionaria.

Eso es lo que un inversor institucional internacional evalúa. Analizando lo mencionado se invierte o se deja de invertir. Es decir, un país recibe dólares y tranquilidad, o no recibe nada y entonces hay angustia económica generalizada. Y hay lo infaltable: especulación.

Hay una enorme diferencia entre el análisis macro de un inversor internacional que ve a las reservas internacionales estancadas y desangradas como consecuencia de una orgía de gastos en dólares; y el análisis local basado en el precio micro o personal del dólar, en el folclore político, en los intereses sectoriales e individuales, y en las noticias estériles y chismosas que distraen la atención.

Si nadie en el Gobierno ve esto, y se prioriza el análisis del día a día en vez del mediano y largo plazo, nadie invertirá en Argentina. Esto es una realidad y así sucede hoy. No es un mito, está delante de nuestros ojos. Ministros y autoridades nacionales están viajando frecuentemente a Washington para mendigar dinero, que inmediatamente desaparecerá en las cajas de seguridad y hoteles del exterior. Porque en algún lugar están los dólares que entran por exportaciones, y luego no se acumulan en las reservas del Tesoro Nacional. ¿No es así?

¿Que hace falta para llamar a atención a los inversores institucionales? Simple: incrementar reservas con fondos propios (no del FMI o similares, y absolutamente menos con préstamos, swaps o como se lo quiera llamar de un gobierno a otro, en este caso de Estados Unidos), y para ello reducir significativamente los gastos improductivos en dólares. Ya he mencionado hasta el cansancio cuales son: turismo al exterior, venta de dólares para colchón o evasión, e importaciones exageradas incluyendo aquellas por courier.

Es decir, el préstamo o swap estadounidense espanta a los verdaderos inversores a mediano y largo plazo, inversores continuos que operan en los mercados bursátiles. El personal técnico del FMI sabe muy bien esto, pero el caso argentino desafortunadamente se maneja políticamente a nivel directorio, pues no se desea que Argentina caiga otra vez y le cause daños económicos y de reputación al Fondo como sucedió en otras épocas. Salvavidas de plomo, le llamamos algunos.

La inacción en esta ecuación hace simplemente que el inversor potencial no considere a Argentina como un lugar seguro ni con estrategia de largo plazo. Dicho en criollo, el inversor no ve cómo se mejorará la llaga social, ni cuándo del “deme dos” en Miami se pasará al “deme medio” en Mar de Ajo. Simplemente la liquidez mundial se direccionará a otros países más seguros y con un gasto más responsable de los pocos dólares que tiene el Banco Central.

Es un hecho estadístico: los países estables tienen reservas en sus bancos centrales. Si los países son ricos o pobres sus reservas estarán proporcionadas, y tendrán estabilidad e inversión dentro de sus niveles. Pero si el país tiene sus reservas desproporcionadamente pequeñas y encima se gastan en cualquier cosa, no es buena señal y nadie invertirá.

RADIOGRAFIA

De las reservas que muestra el BCRA deben descontarse los varios componentes no líquidos y las acumulaciones con dinero prestado para saber la realidad del tesoro nacional.

Argentina está mal y no sería de extrañar que el próximo paso antes del agotamiento total de fondos sea la vuelta al cepo, pues ya ni un impuesto serio a la compra de dólares improductivos podría resolver el problema.

¿Por qué Argentina llegó a este punto crítico de sus reservas internacionales? Pues creo que es un asunto electoral: una gran parte de los argentinos vota a quien le de dólares baratos y viajes, pues así pasó en otros gobiernos con similares políticas cambiarias.

La otra mitad del país pasa necesidades serias, y entonces ahora vienen los innumerables signos de pregunta, comenzando por la más básica: ¿vale la pena sacrificar otra vez al país por el sólo hecho de venderle dólares a la gente para usos y gastos personales que nada le reditúan a Argentina?

En mi última nota titulada “Motosierra al gasto en dólares, Sr. Presidente”, proponía la creación de un impuesto a la compra de dólares improductivos, pero quizá ya sea tarde para aplicar eso. Ahora creo que la única solución para el país es volver a implementar el cepo al dólar, prematuramente abolido varios meses antes del cálculo inicial del presidente. Cepo total.

Es una necesidad. Basta de exprimir al Tesoro Nacional. Que se opere en pesos y el que quiera operar en dólares, que saque los que tiene guardados. Basta de fantasías. Es el mal menor ante la angustia que genera volver a la alta inflación por causa de default y devaluación.

No puede continuar la canilla abierta que vacía las reservas que entran generosamente en el Tesoro, pero se escurren rápidamente. No hay otra estrategia económica. Argentina, si quiere empezar a ser grande (ya sea de derecha, del centro o de izquierda), debe vivir con lo que genera, no con lo que pide prestado. Las personas, familias y empresas que tengan una orgía de gastos innecesarios mayores a sus ingresos tendrán serios problemas. Los países también.

En resumen, con las medidas de fondo necesarias (aunque poco simpáticas para quienes juegan al “dolarito”) para tener una economía sustentable y realista de acuerdo con las posibilidades del país el inversor institucional mirara a Argentina. Si no, que cada uno imagine como sigue la historia.