Buena Data en La Prensa

Ciudadanía activa (II parte)

Todo indica que se avecinan meses complicados. Muy probablemente se profundizará la tremenda crisis que hace tiempo soportamos y se prevé un temporal en el que serán necesarios que el nuevo gobierno sea un buen piloto de tormentas para llevarnos a buen puerto, y una ciudadanía activa para colaborar en la defensa de los principios y valores que recientemente una amplia mayoría de argentinos votó.

La alarmante situación socioeconómica en la que las autoridades electas van a recibir al país, exigirá tomar medidas drásticas en varias áreas. La tarea va a llevar tiempo y nuevos sacrificios que, como se dijo en la campaña, esperamos que el ajuste lo haga también la política. De más está decir que se verán afectados intereses de los poderosos.

Nunca antes ocurrió lo que está pasando ahora. Un gobierno que todavía no asumió y ya está siendo amenazado con paros y movilizaciones por sindicatos y agrupaciones políticas de izquierda llamando a sus dirigidos a movilizarse en las calles. Las cúpulas sindicales parecen dispuestas a salir a la lucha, después de cuatro años en los que se mantuvieron inmóviles pese al descontrol inflacionario y la ostensible pérdida del poder adquisitivo de los salarios.    

Queda en evidencia quienes son los antidemocráticos, quienes son los que no aceptan la alternancia en el poder y quienes no respetan la voluntad popular a la que adhirieron catorce millones y medio de argentinos. Es lógico y natural la discrepancia política, pero a todos nos caben las generales de la ley y el respeto a la Constitución Nacional.   

Ni que hablar de los dirigentes de las agrupaciones piqueteras. Para ellos no existe la ley ni el mínimo respeto a las fuerzas del orden.

PONER ORDEN

Además de poner orden en las cuentas públicas y reestructurar el Estado, otro de los grandes desafíos que van a tener las nuevas autoridades, es volver a poner orden en las calles. Hace tiempo que el Estado perdió o renunció a tener el control de los lugares públicos. A la policía y al resto de las fuerzas del orden se les ha quitado el legítimo apoyo político dado por la ley y los poderes constituidos.

Los manifestantes tendrán que saber que llegó la hora de someterse a la ley y que las fuerzas del orden seguramente actuarán si es necesario, como ocurre en otros países libres del mundo. Manifestarse es un derecho, pero se tendrá que hacer sin dañar la propiedad privada o el espacio público, ni perjudicar el derecho de la mayoría a la libre circulación.

LA CORRECCIÓN POLÍTICA

Si la recuperación económica y del orden público será difícil, la reconquista cultural lo será aún más. Desde hace años se viene imponiendo un glosario de lo que se puede o no se puede decir, de lo que se puede o no se puede siquiera pensar. Una especie de glosario de términos editado en los cerebros “políticamente correctos” en los que las palabras no hacen referencia a la realidad sino a relatos inculcados. Así es como desde 1983 nos inundaron con la endiosada y flamante democracia como si fuera la primera vez que se lograba en Argentina, aplicándola en toda circunstancia y de a poco, fue perdiendo significado: como cuando uno repite una y otra vez una palabra hasta que ya no le encuentra sentido y se le vuelve casi graciosa.

Así se siguió con el relato de los 30.000, la represión policial como algo necesariamente injusto, con que todo orden empezó a ser considerado “facho” y la derecha pasó a ser ultraderecha. Y sigue la lista con la adoración a los pueblos originarios que tienen sede en Londres, la inclusión que incluye sólo a minorías poderosas y la diversidad que termina siendo pensamiento único. 

COMPROMISO

Con esta pérdida de sentido, a veces se entiende lo democrático como una forma de elegir un gobierno que se ejerce cada cuatro años. Y cuando los candidatos pasan a ser autoridades electas, algunos se entristecen, otros se alegran y la gran mayoría se desentiende hasta la próxima elección. No es frecuente que pasada la votación se tenga que pensar en cómo se tendrá que defender lo que fue elegido en las urnas. En esta elección las condiciones que parecen avecinarse exigirá compromiso aún mayor que el de dejar un sobre en la urna.

Sabemos que el compromiso puede ser vivido en diferentes profundidades, desde una adhesión intelectual, la militancia activa o una total encarnación.

El compromiso verdadero supera el acuerdo intelectual o la acción. Se dirige desde lo más profundo de la propia interioridad hacia los demás. Requiere encarnar los valores y defenderlos en el trabajo, en la calle, en las redes…

Es cierto que los casi 15 millones no eligieron esta propuesta por las mismas razones y muchos no lo hicieron con total convencimiento, pero al menos los unió la necesidad de un cambio. Hubo un no, alto y fuerte a los mismos de siempre, pero como es difícil que “los mismos de siempre” dejen el cómodo lugar que habían conseguido, se necesitará el compromiso de todos para que lo elegido se sostenga.

 No queremos terminar la columna de hoy sin agradecer. Esta semana ¡Buena Data en LA PRENSA cumple cinco años! Cinco años disfrutando de total libertad para expresar nuestras convicciones en defensa de la vida, la familia, la libertad y los valores fundacionales de la Patria. Por todo esto: ¡Muchas gracias, La Prensa!    

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