Canapino está en carrera

El 15 de abril de 2001 Gastón Mazzacane corrió el Gran Premio de San Marino. Tuvo que abandonar la competencia por un desperfecto en el monoplaza del equipo de Alain Prost. Fue la última vez que un argentino participó en la Fórmula 1. Desde entonces por estos pagos lamentan tanta ausencia en el Gran Circo. Sin embargo, esas quejas el domingo pasado se acallaron. No, no. No apareció un piloto local en la F1. Pero sí uno que rompió un maleficio. Agustín Canapino completó la mítica carrera de las 500 Millas de Indianápolis. Habían pasado 91 años desde que un argentino no lograba semejante hazaña.

Antes de que naciera la Fórmula 1 en 1950, los pilotos del mundo entero morían por ser parte de las emblemáticas carreras del automovilismo deportivo que tenían lugar casi exclusivamente en Estados Unidos. Como siempre, en Norteamérica fueron precursores del espectáculo. Y los argentinos, Juan Manuel Fangio (uno de los mejores deportistas de todos los tiempos) incluido, querían mostrar su valía allí. Pero hasta al quíntuple campeón del mundo la competencia yanqui le fue esquiva. Muy pocos se le atrevieron.

La Indy 500 recorre un total de 500 Millas (804 kilómetros). Los pilotos completan esa distancia luego de dar 200 vueltas al óvalo de 2,5 millas del Indianapolis Motor Speedway. Antes de Canapino, el último que había completado la aventura fue Raúl Riganti, en 1933. Casi un siglo atrás.

Raúl Riganti completó las 500 millas en la edición de 1933.

Incluso, a lo largo de la historia, apenas un puñado de pilotos nacidos en estas tierras se animaron a correr las 500 Millas, la carrera más importante del automovilismo estadounidense y una de las más relevantes del deporte motor en general. La lista de compatriotas apenas incluye a Martín Macoco Álzaga Unzué, Juan Antonio Gaudino y a Riganti, quien fue el único, además, que logró repetir la experiencia.

El enorme Fangio, una vez consagrado en la F1 y al borde de su retiro, tuvo un intento trunco. Viajó a Estados Unidos para probar (y probarse) suerte en la mítica competencia, pero al auto que le dieron no lo satisfizo. La máquina no estaba a la altura. “Me di cuenta de que había que pegar la vuelta porque si no iba a ser un papelón”, contó Fangio cuando ya se había resignado. La diferencia de velocidad de su auto con el resto rondaba los 6 km/h. “El coche no está en óptimas condiciones para permitirle al señor Fangio mantener su reputación como piloto campeón del mundo”, explicó su vocero. Y Fangio se bajó del auto.

El fin de semana se corrió la 108ª edición de las 500 Millas y allí brilló Canapino, aunque la posición final terminó dejándole un sabor agridulce al piloto y a sus fans. En la competencia, el hombre nacido en la ciudad de Arrecifes, provincia de Buenos Aires y cuna de campeones (excelsos corredores nacieron allí: José Froilán González, Ángel Lo Valvo, Luis Rubén Di Palma y sus hijos, Carlos Pairetti, Carlos Marincovich y Néstor García Veiga, entre otros), llegó a ubicarse octavo en la fila, pero finalizó en el 22º puesto, víctima de una penalización.

Macoco Álzaga Unzué dijo presente en 1923.

La carrera se retrasó cuatro horas por las inclemencias del clima y comenzó con incidentes que incluyeron un choque entre Pietro Fittipaldi, Tom Blomqvist y Marcus Ericsson. En medio de esa crisis, Canapino sacó a relucir una táctica astuta y conservadora por la pista húmeda y recortó del 23° al 19° lugar en las vueltas iniciales. Siempre fue subiendo.

Sin embargo, la competencia lidió contra múltiples interrupciones y todo pareció engorroso. Para Canapino y para el resto de sus rivales. Pasaron cosas. Por ejemplo, el choque de Linus Lundqvist y las fallas en los motores Honda. Pero esos imponderables, incluso, le permitieron a Canapino avanzar y ganar posiciones en cada parada en boxes.

En ese recorrido, tenaz y feliz, el hijo de Alberto Canapino (famoso preparador de automóviles deportivos) se coló entre los diez primeros y mantuvo el auto en condiciones más allá de un toque en los pits. Y así, en la mitad de las cien vueltas, ya estaba instalado entre esa decena que prometía ir por la gloria...

Canapino hizo historia al completar la emblemática carrera en el óvalo estadounidense.

El éxtasis para el arrecifeño llegó en el 119º giro, cuando alcanzó el octavo puesto, pero no pudo mantenerlo y bajó después de ingresar a boxes unas vueltas más tarde.

Hubo otra bandera amarilla por un accidente de Will Power y, al comenzar de nuevo la carrera en la 155ª vuelta, Canapino ya estaba fuera de los diez. Y lo peor ocurrió un rato después: en la 171ª, el argentino fue penalizado por exceso de velocidad y descendió al 22º puesto. Entró muy fuerte a boxes y eso lo condenó. Quizá la ansiedad haya sido su mala consejera.

“Una experiencia imposible de explicar, una amargura insoportable por como terminó pero un agradecimiento ENORME a Ricardo Juncos y todo el Juncos Hollinger Racing por darme la posibilidad de estar en las 500 Millas”, expresó Canapino a través de un posteo en sus redes sociales.

Más allá del incidente, el arrecifeño hizo historia y tomó el legado de Riganti. A pesar de esta penalización, Canapino logró un hito significativo al completar la Indy 500. El automovilismo argentino volvió a contar con un lugar destacado en la escena internacional. Por ahora no cuenta con un piloto en la F1, es verdad. Pero las quejas de los amantes de los fierros se van acallando mientras posan los ojos sobre un argentino que los llena de orgullo y promete ir por más. Este fin de semana tendrá revancha en el Gran Premio de la categoría, en Detroit. Allí buscará más puntos para sostener el gran nivel que viene mostrando en la temporada de Indycar.

El argentino finalizó en la 22ª posición con el auto del equipo Juncos Hollinger Racing.