El análisis del día

Campana de largada: Lo único permanente es el cambio

Javier Milei y Victoria Villarruel ya han sido proclamados presidente y vice por el Congreso. Presidió la ceremonia de confirmación la vicepresidenta en funciones, Cristina de Kirchner. Las reuniones de transición entre salientes y entrantes se producen con normalidad y cordialmente, una conducta que no contradice las divergencias políticas, pero las encuadra en el civilizado cumplimiento de la ley. Cuando muchos siguen rasgándose las vestiduras imputándole baja conciencia cívica a los argentinos y graves defectos a las instituciones, el lúcido analista Andrés Malamud considera “una prueba de resiliencia democrática” la verificación de que “la democracia que construimos es más fuerte que la nostalgia autoritaria”.

TODO CAMBIA

Casi en vísperas de la asunción del binomio libertario, se puede comprobar que, como ha ocurrido en otras ocasiones, el aprendizaje de la gestión y también los rasgos finos (y no tan finos) que le darán carácter y hasta parte considerable del personal a convocar son cuestiones que terminarán de definirse después de tomar el mando. Por ahora lo único permanente es el cambio.

El presidente electo desafectó inmediatamente después de ser elegido al economista que él mismo había entronizado y recién conchabó al futuro ministro en visperas de su viaje a Estados Unidos. De las ocho carteras que –si no hay cambios de último momento- constituirán el gabinete, hay dos que no tienen titular nominado. Si se desciende en las jerarquías, las dudas son muchísimas más. Conviene no dramatizar esos detalles.

Más importante es el hecho de que el gobierno en ciernes no tiene ningún gobernador de su divisa y cuenta con una porción poco significativa de representantes en el Congreso; por otra parte, la erosión que han venido sufriendo partidos y coaliciones políticas se traduce en una diversidad de ofertas insuficientes para resolver las necesidades del inminente Poder Ejecutivo encabezado por Milei.

En unas semanas podrá entenderse mejor cómo ha quedado el mapa de esas fuerzas, que hasta hace tan poco encarnaban “el oficialismo” y “la oposición” y protagonizaban la grieta.

 EL PRECIO DE LOS INCONDICIONALES

El “frente de derecha”, panliberal con el que Mauricio Macri busca tentar al presidente electo no alcanzaría a constituir una mayoría en Diputados (mucho menos en la Cámara Alta). Y aunque el expresidente había prometido un apoyo sin condiciones, sus voceros ya han empezado a ponerle precio a ese respaldo. Por ejemplo, “si no lo ponen a Ritondo a presidir el Congreso, que pidan nuestra colaboración proyecto por proyecto”.

Guillermo Francos está trabajando intensamente para armar una red de gobernabilidad permanente, que garantice la aprobación de leyes fundamentales, aunque haya que hacer concesiones. Sus interlocutores preferidos son los gobernadores (tanto los peronistas como los de Juntos por el Cambio tienen preocupaciones parecidas, de modo que es posible armar una agenda relativamente homogénea con ellos). Los gobernadores serían la vía de entrada para conseguir apoyos legislativos. Pero el tiempo apremia y las negociaciones se encarecen.

Aunque el presidente electo pronostica estanflación para enmarcar un paquete de leyes muy exigente, esos proyectos que preparan sus equipos de Milei probablemente tendrán que ajustarse o adaptarse al tipo de respaldos que se consigan.

La tarea de recolectarlos no es sencilla. Hasta los legisladores propios se rebelan: resisten la idea de que Milei proponga como presidente de la Cámara de Diputados a alguien que no sea “del palo”. Francos prestó el oído a sus quejas. Milei dijo: “que me traigan propuestas y yo decido”. Si Macri no puede garantizarle el control de las Cámaras, los propios, mucho menos. El reclutamiento de Francos con los gobernadores tiene más chances, pero sus interlocutores se preguntan si, llegado el momento, Milei va a cumplir los compromisos que su futuro ministro de Interior asuma.

 NOVEDADES AL PASO

Durante su primera semana como presidente electo, Javier Milei viajó a Estados Unidos. Su objetivo original residía en visitar el sepulcro de Menachem Mendel Schneerson, conocido como “el rebe de Lubavitch”, cuyas enseñanzas guían a la influyente comunidad judía Jabad Lubavitch. Pero hizo mucho más que eso se reunió en New York con financistas e inversores y almorzó con el expresidente Bill Clinton, para concretar finalmente en Washington su primer contacto con la Casa Blanca, donde lo recibieron el influyente Jake Sullivan, consejero de Seguridad del Presidente Joe Biden y Juan González, el asesor del presidente de Estados Unidos para asuntos latinoamericanos. Milei juzgó “óptimo” el resultado de ese encuentro.

Fue durante el viaje que el presidente electo hizo pública la designación de Luis Caputo como ministro de Economía y se verificó la identidad del próximo embajador en Washington: será el empresario Gerardo Werthein, uno de los principales aportantes a la campaña de los libertarios y quien sufragó el alquiler del avión que trasladó a Milei a Estados Unidos.

Entretanto, la futura canciller designada, Diana Mondino, visitaba Brasilia para dialogar con Itamaraty, la influyente cancillería de ese país, y para entregar en mano una invitación personal de Javier Milei al presidente Lula Da Silva. A esa clara señal de realismo, que rectificó imprudencias vertidas durante la campaña. En ese viaje de Mondino quedó ratificada otra muestra de la plasticidad que inspira esta nueva etapa del líder libertario: se confirmó que Daniel Scioli seguirá a cargo de la embajada en Brasilia, donde ha cumplido una indiscutible tarea de aproximación entre los dos países, a través de un período que mostró cambios de tendencia en uno y en otro.

SCIOLI COMO SIMBOLO

Con Scioli, Milei da una nueva señal de que la lógica con la que actúa no está impregnada del antiperonismo al que quieren inducirlo otros sectores.

En su encuentro con Alberto Fernández, una semana atrás, incidentalmente y con una sonrisa, Milei se describió a sí mismo como “menemista; no como Macri, que es más gorila”. Era una broma, aunque no por ello carece de sentido. Milei está orgulloso de su carácter de “primer presidente liberal-libertario en la historia del mundo”, pero admira el pragmatismo de Menem y su capacidad para reformar el país tomando con eclecticismo los aportes de distintos sectores (por caso, el de su también admirado Domingo Cavallo).

A diferencia de Milei, sin embargo, Menem no era un outsider de la política: llegó a la presidencia con una historia y una identidad política sobre sus hombros y con la experiencia de haber gobernado su provincia casi tres períodos. Triunfó en una amplísima interna partidaria y de inmediato convocó a los mejores cuadros de la otra fracción a colaborar con él (integró a los derrotados en cargos de gran responsabilidad, pero no armó una coalición con la otra tendencia).

Es probable que Milei se autoperciba menemista en este último sentido: como el riojano, él parece dispuesto a aprovechar aportes de otros sectores, pero no a enclaustrarse en alianzas que lo limiten o determinen.

Eso puede explicar la mezcla de agradecimiento y distancia prudencial que mantiene con el macrismo, y la irritación de sus colaboradores cercanos cuando verifican que desde esas fuentes se filtra la idea de que el expresidente “impuso” ministros como el de Economía, Luis Caputo , y la candidatura de Patricia Bullrich (que, por otra parte, al cerrarse esta nota lleva una semana sin confirmarse), o la de que la presión de Macri llevó al presidente electo a postergar sine die sus banderas emblemáticas de dolarización y eliminación del Banco Central.

En verdad, Caputo venía colaborando con los equipos de Milei como consultor contratado desde hace meses y lo que terminó promoviéndolo fue el registro, por parte del presidente electo y sus hombres de confianza, de que la figura, las ideas y los cálculos de Luis Ocampo, el hombre que Milei había señalado para dirigir y eliminar el Banco Central, creaban resistencias en sectores empresariales y financieros de mucha influencia.

Milei aceptó que hubiera una etapa intermedia antes de la dolarización, pero reiteró que ese objetivo y la eliminación del Central se mantienen, son “innegociables”. El libertario resiste las presiones: Su pragmatismo lo limita a regular los tiempos.

 ¿Y SEGURIDAD?

Patricia Bullrich visitó ayer al presidente electo en su bunker del Hotel Libertador. Después de una hora y media de conversación, la oficina de prensa de Milei difundió un comunicado en el que reiteraba la designación de Caputo en Economía e informaba que Bullrich se había entrevistado con el ya proclamado Presidente.

Casi simultáneamente, los medios ofrecían palabras atribuidas a Bullrich, en las que ésta se declaraba “cansada de Macri”. ¿Un pasword para ver si declarándose autónoma a blanda al presidente electo?

El ofrecimiento a Bullrich había sido un acto de espontaneidad de Milei al pie de su victoria (quizás prematuro). Fue una ocurrencia propia que produjo reacciones en su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a quien el propio Milei había asignado reiteradamente responsabilidades sobre las áreas de Seguridad y Defensa. La filosa vicepresidenta demostró dejó entrever su contrariedad sin desautorizar nunca a su compañero de fórmula. Visitó, eso sí, la Jefatura de la Policía Federal, y los de Gendarmería y Prefectura y dejó sentado que va “a tomar contacto con cada una de las fuerzas federales y las fuerzas armadas, más allá de quiénes sean los ministros designados por el presidente Javier Milei”. La vicepresidenta electa refirmó que monitoreará a los encargados de Defensa y de Seguridad, sean quienes sean. Milei va a tener que definir.