Cambiar la narrativa: hablar de suicidio es cuidar la vida

En la Argentina, la Ley 27.130 reconoce al suicidio como un tema de salud pública.  Pero ¿cómo pasamos del tabú a la prevención?
Cada año más de 720.000 personas mueren por suicidio en el mundo, las cifras locales marcan la urgencia: en 2023 murieron 3.488 personas por suicidio en la Argentina. 
Desde abril del mismo año, el intento de suicidio es de notificación obligatoria, por lo que se registraron 15.807 intentos hasta abril de 2025. Detrás de cada número hay una historia, alguien que necesita red: alguien que pregunte y se quede a escuchar la respuesta, que acompañe.
El suicidio es un tema alrededor del cual opera un tenso silencio, cuando vemos mal a una persona querida no nos animamos ni a imaginar la posibilidad de que esté pensando en terminar con su vida, ¿por qué pasa esto? En principio porque nos angustia, porque no sabríamos qué hacer si esa persona empieza a hablar del tema, porque si no lo pensó no voy a ser yo quien le tiente a pensar en esa idea y fundamentalmente porque nos falta información.
Bajo el lema ‘Cambiar la narrativa’, la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) nos invita a revisar cómo hablamos del sufrimiento y cómo acompañamos a quienes lo atraviesan.

Durante años se pensó al suicidio como una decisión individual e inmodificable pero hoy sabemos es un fenómeno psicosocial, multicausal y multidimensional en el que intervienen factores personales y sociales, que no hay una causa única y que la prevención es posible.
Es importante saber que cualquier persona puede llegar a tener ideación suicida, no es algo excluyente de personas que padecen algún trastorno en su salud mental, hay factores de riesgo frecuentes como conflictividad familiar, maltrato, carencias afectivas, depresión u otros trastornos, consumo problemático, impulsividad, exclusión o pérdida de vínculos. La idea de suicidio aparece como una posibilidad cuando la persona está transitando una crisis para la cual no encuentra salida, entre los desencadenantes suelen aparecer pérdidas significativas como la de un ser querido, trabajo, la salud, una relación, estabilidad económica, entre otras.
Hay señales de alarma a las que debemos prestar atención, ya sean verbales (“No puedo más”, “quisiera dormirme y no despertar”, “sería mejor no estar”, “estarían mejor sin mí”) o no-verbales: conductas de riesgo, despedidas encubiertas, cambios bruscos de hábitos, “poner en orden” asuntos pendientes, regalar posesiones valiosas/significativas. Observar algunas de estas señales debería ser un llamado de atención que nos lleve a acercarnos a la persona, mostrar nuestro interés, preguntar y escuchar la respuesta, hablar sobre el sufrimiento y las ideas de suicidio definitivamente ayuda a encontrar un camino posible y alternativo.
Algunos mitos que desinforman:
*Quien lo dice no lo hace: lo cierto es que muchas personas avisan.
*Lo dice para llamar la atención: si así fuera igualmente ese intento de llamar la atención podría salir mal y producir la muerte aunque no fuera buscada. Por otra parte, hay que entender que en ese llamado de atención hay sufrimiento, puede ser un pedido de ayuda.
*Hablar de suicidio puede fomentar la idea: ofrecer un espacio de escucha es un factor protector.
*Ya está bien ánimo, ya pasó el peligro: la mejoría repentina puede ser también un momento crítico ya que la persona puede sentirse aliviada porque ya tomó la decisión de hacerlo, dejando atrás la ambivalencia.
Por otra parte existen factores de protección: vínculos interpersonales sólidos (familia, pareja, amistades, etc), capacidad de comunicarse y buscar apoyo, el autocuidado (sueño, alimentación saludable, actividad física), receptividad para aprender y cambiar, empatía, habilidades de manejo del estrés, la pertenencia comunitaria, creencias religiosas/espirituales, acceso a servicios de apoyo y tratamiento, entre otros. 
Hablar salva. Escuchar también. Cambiar la narrativa empieza por ahí, cada quien desde su lugar puede aportar a la prevención y actuar para generar cambios desde una escucha empática y responsable así como consultando con profesionales capacitados para identificar si existe o no riesgo. Prevenir es tejer redes.
Si vos o alguien cercano está en crisis: 0800-999-0091 (orientación y apoyo en urgencias de salud mental, 24 horas); 135 (CABA/GBA) o 0800-345-1435 (Centro de Asistencia al Suicida). En emergencias: 107/911.

Lic. Daniela Riaño
Psicóloga (M.N. 56.248)
Diplomada en Psicotraumatología
Directora de Psienred
(http://www.psienred.ar/)