Mirador político

Callejón sin salida

La jugada de Cristina Kirchner de movilizar a sus partidarios en repudio a su condena judicial conduce a un callejón sin salida. Por un lado, no tiene ya ningún efecto sobre el trámite de la causa y, por el otro, tampoco mejora su futuro electoral.

Por lo contrario, la irrupción de miles de partidarios en el espacio público representa un riesgo de incidentes de los que será vista como única responsable, porque su deber como dirigente es evitar la violencia política, no azuzarla.

Si le da vía libre a los elementos más radicales que la rodean también resultará responsable de incentivar un antagonismo indistinguible de lo que hoy se llaman políticas “de odio”. Si cada condenado por delitos comunes reaccionara como lo hace La Cámpora la convivencia social sería una utopía.

La táctica de mostrar “músculo” como solución para sus problemas judiciales ya se demostró, por otra parte, ineficaz. El planteo de su defensa como un caso de proscripción terminó en un fracaso aplastante.

Por eso las críticas a su abogado parecen por lo menos inapropiadas. Impulsó una mala estrategia a pedido de su defendida y ocurrió lo inevitable. El error fundamental consistió en no reconocer el problema de fondo: la dos veces presidenta ha perdido el poder que la mantuvo impune en sus buenos tiempos electorales.

El senador K José Mayans anunció que la marcha no se haría Comodoro Py y anoche se decidió que se hará a Plaza de Mayo. Por causas que no necesitan ser explicadas los peronistas le tienen más respeto a la Justicia Federal que a la presidenta de su partido.

Un ejemplo del mal cálculo de Cristina Kirchner respecto de su defensa aparece cuando se la compara la de Julio De Vido. El exministro quedó desligado de la causa porque demostró lo que tenía que demostrar: que el “negocio” con Lázaro Báez lo manejó el secretario José López.

Por otra parte, la única ventaja que CFK podría extraer de la movilización de sus seguidores es la de un encuadramiento de todo el peronismo detrás de su liderazgo con tobillera. Traducido: no va a dejarle a Axel Kicillof colar en las listas ni un candidato a concejal suplente.

Todo lo que hace está anclado en el pasado. No tiene futuro porque el futuro depende del electorado y las encuestas muestran que la mayoría la considera corrupta. Sólo un tercio de los votantes cree en el argumento de la proscripción. Desde que perdió el poder en 2015 tiene el camino de las urnas cerrado. Tuvo que acudir a testaferros como ocurrió con Alberto Fernández.

Por eso buscó la absolución en el único lugar donde podía obtenerla: la tercera sección electoral, culturalmente peronista. Pero la maniobra fracasó y los jueces de la Corte le cerraron el camino con sólo tres firmas. Donde las instituciones funcionan, la “ley” de la calle, no.

A lo que hay que añadir que el efecto de las protestas callejeras es inevitablemente efímero. No importa la cantidad de “militantes” que se reúna. Una vez que la cuadrilla municipal limpie la calle, la inhabilitación de Cristina Kirchner seguirá intacta. Además, los peronistas profesionales son gente práctica que evita meterse en callejones sin salida.