Buscando consuelo en la quebrada
El director Miguel Kohan retoma la Puna como escenario en su película ‘Animu’. El filme, que se estrena este domingo, completa la trilogía andina del realizador, iniciada con ‘Salinas grandes’ y ‘El despenador’.
Con ‘Animu’, el director Miguel Kohan cierra una trilogía que comenzó en 2006 con ‘Salinas grandes’, siguió con ‘El despenador’ (2023) y ahora se completa con este sensible filme que tiene a la artista jujeña Camila Wara Calpanchay en el centro de la trama.
La cinta -que fue presentada el año pasado en el Bafici, ganó el premio a Mejor película en el Festival de Cine de las Alturas y se estrena este domingo a las 19 en la sala Cacodelphia, Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1150-, es una suerte de docuficción sobre la vida de la joven indígena atacameña.
La cámara de Kohan es testigo silencioso de los días de Wara mientras la violinista vive la transición de mudarse desde Susques, la localidad más elevada de la Argentina (a 3,620 metros sobre el nivel del mar), con poco más de dos mil habitantes, a Palpalá, en Jujuy.
El traslado a la ciudad que supo ser capital de la industria acerera pero sufrió una gran recesión tras la privatización de su principal siderúrgica en los años ‘90, está cargada de emociones contradictorias para Camila, quien también es activista contra el racismo hacia la niñez indígena y defensora de la Pachamama.
La mudanza coincide con la muerte de su abuela paterna, referente cercana de sus orígenes, lo que la lleva a repensar cómo sostener sus raíces.
CINE NECESARIO
En una invitación más a sentir que a razonar y dejarse llevar, Kohan sumerge al espectador de lleno en el mundo de Wara, con sus lecciones de violín que a menudo se suceden en medio de un valle de rocas gigantescas, una escenografía que bien podría ser propia de una película de ciencia ficción.
Los patos y gallinas de la granja familiar son la audiencia de sus ensayos. Es su voz en off la que relata cómo fue que se enteró del fallecimiento de su abuela, una pérdida que la transformó mucho más de lo que ella creía. De a poco se va dando cuenta que la extraña y necesita más que nunca de su guía.
No está interesada en un colegio normal pero, afortunadamente para ella, en Palpalá hay un secundario orientado a las artes visuales. La propuesta de un corto le sirve de excusa para investigar las innumerables preguntas que dejo su abuela sin contestar.
“Es una película muy necesaria; hoy más que nunca necesitamos encontrarnos con el cine argentino, reconocernos, contagiarnos de nuestra cultura, de nuestra diversidad. Yo me siento un privilegiado, junto con Wara, por poder haber hecho la película. No conseguimos ningún tipo de subvención y la pudimos terminar con el esfuerzo de todos, lo cual lo hace de una intensidad tremenda de acuerdo al contexto que estamos viviendo”, aseguró el director en conversación con La Prensa, no sin antes remarcar la cantidad de desafíos que conllevó filmar a más de tres mil metros de altura.
TEMA UNIVERSAL
Claro que la vastedad de ese paisaje norteño retratada de manera bellísima en blanco y negro por el director de fotografía Federico Bracken dista de manera abismal con las postales porteñas.
Sin embargo, ‘Animu’ tiene como trasfondo el duelo, un tema universal. Wara no logra contener las lágrimas cuando se toca esa fibra sensible: “Me di cuenta que fuera de la parte técnica, de la oportunidad de grabar, de decirme a mí misma que pude filmar un documental acompañada de Miguel, también son experiencias que me van nutriendo y voy aprendiendo, a pesar de que la vida muchas veces me da lecciones dolorosas y otras bellísimas. Trato de imaginar las cosas que a mi abuela le tocó pasar pero eso mismo a mí también me sirve para estar más fuerte y debo estar igual de fuerte que ella y tener esa misma humildad que ella me enseñó a tener. Yo misma en algún momento voy a ser abuela, quien sabe algún día tendré una nieta, una bisnieta, y quiero que ella también tenga la posibilidad de hacer cosas y elegirlas y seguir soñando”.
Los animales cobran protagonismo promediando el largometraje, cuando Wara decide visitar a su tía Delia, una campesina andina que dirige burros, cabras y vicuñas a su antojo. Sus conocimientos ancestrales van desde hacer fuego hasta participar de la ‘burrada’, una suerte de ritual que reúne una vez por años cientos de burros y en el que Wara espera reencontrarse con el espíritu de su abuela.
Consultado acerca de sus expectativas respecto al estreno de ‘Animu’, el cineasta aseguró: “Esperamos que la gente se contagie de esta atmósfera que nos propone la película, que disfrute de la música, del diálogo que hace Wara entre su violín y su voz. Ojalá vengan a ver la película y le transmitan a otros las ganas de verla; vengan al cine que es un lugar muy importante para compartir todos esos sentimientos de manera colectiva”.
A lo que Calpanchay sumó: “Queremos que conozcan nuestra cultura que es también la de ustedes. Me gustaría que cuando vea a un andino en sus trabajos, en sus escuelas, lo abracen y lo respeten”.