Mirador político

Burocracia política

La gran derrotada del domingo fue la burocracia política. Tanto la peronista, como la radical, como la del PRO capitaneada por Horacio Rodríguez Larreta. El instrumento para repudiarla fue Javier Milei, que fatiga el papel de energúmeno, aunque nadie sabe si va a hacer lo que tiene que hacer si llega al poder, ni cómo lo hará.

Su único capital es haber dado en el clavo con el eje de la campaña: el rechazo a la “casta”. Este gobierno se lo sirvió en bandeja. Uno entre muchísimos ejemplos: el presidente organizaba fiestas en Olivos, mientras tenía a todo el mundo encerrado por la pandemia. Los privilegios y los abusos de poder alimentaron el voto castigo tanto o más que el desastre económico, el descontrol delictivo o la absoluta incapacidad para gestionar de los Fernández.

Pero en rigor de Milei se sabe poco, porque hasta ahora ha sido sólo un montón de palabras.

A pesar de la paliza electoral, la burocracia política no se rinde. Algún cráneo le dijo a Sergio Massa que puede resucitar su campaña aunque haya salido tercero y tenga al dólar a más de 700 pesos después de haberlo recibido a 60 cuatro años atrás. Para eso debería convencer al periodismo de que Patricia Bullrich ya perdió y que el balotaje será entre él y Javier Milei. Por lo tanto debe polarizar con Milei y atacarlo ignorando a Bullrich. ¿Cómo lo hace? Con una campaña de “miedo”, es decir atribuyéndole a Milei la intención de eliminar el aguinaldo, el derecho laboral, la jubilación estatal, etcétera.

Esta estrategia, para llamarla de alguna manera, olvida que los votantes ya no se asustan tan fácilmente después del desastre que le hicieron los políticos y la miseria que esparcieron sobre toda la sociedad. Lo que hace 10 o 20 años podría haber encendido una luz de alarma entre el electorado hoy da risa cuando se lo compara con la catástrofe económica de la que son responsables los populistas, los que pregonan la justicia social y los que se autoperciben abanderados de los pobres.

Otro que no parece haber procesado correctamente el mensaje del domingo es el larretismo. Quienes apostaban a su triunfo en la interna de JxC y quienes lo apoyaban desde los medios ahora buscan excusas para su aplastante derrota. Hasta llegan a culpar a Mauricio Macri en un nuevo e insólito ¡Ah, pero Macri! No es de extrañar; son los que viven de los políticos.

Lo real es que Rodríguez Larreta equivocó todo: su posicionamiento de defensa de la “rosca” con la corporación política, el haber atacado a Bullrich más que a Massa, el comulgar con el peronista Juan Schiaretti en vísperas de la elección que JxC perdió en Córdoba, el haber apoyado a los radicales en CABA y básicamente el haber desperfilado a la coalición opositora y puesto en duda su voluntad real de cambio. Por eso Bullrich le ganó cómoda las tres candidaturas más importantes.

En suma, los voceros del larretismo tienen menos autocrítica que Cristina Kirchner que como el jefe de gobierno porteño adoptó la actitud más razonable: callarse la boca hasta ver qué puede rescatar del incendio. Aunque sea poco.