El dramaturgo y director suizo pasó por el FIBA para presentar dos obras en las que prima la figura paterna

Boris Nikitin, en el nombre del padre

De sesgo autobiográfico, su reescritura de `Hamlet' e `Intento de morir', que él mismo protagoniza, tienen una intensa carga emocional hermanada con lo tecnológico.

Boris Nikitin es uno de los 1.500 artistas convocados por el Festival Internacional de Buenos Aires en su edición de este año. Fiel a la consigna del director del FIBA, Federico Irazábal, sus dos obras presentadas, una reescritura del `Hamlet' de Shakespeare e `Intento de morir', entrecruzan universos del sistema teatral, generan choques emocionales en el público y logran incorporar lo tecnológico.­

El `Hamlet' ofrecido en el Coliseo golpea al espectador con la presencia fantasmática de un joven músico electrónico suizo, Julian Meding, que presuntamente lo encarna. Y entre canciones y la música de los Musikalischer Garten desglosa una historia (¿real? ¿irreal?) donde hay un padre que no es el rey (¿o lo fue?) en trance de muerte, pero también una nueva vida sexual que el protagonista da a conocer. Documental y ficción fluyen en un testimonio inquietante.­

­EL ORIGEN­

Si `Hamlet', la primera obra presentada por este creador suizo inquieta, `Intento de morir', actuada por el propio Nikitin en una de las salas del Cultural San Martín, estremece. En ella, la muerte de su padre, su intención de ser desconectado de la vida (la eutanasia es legal en Suiza) y la revelación de la condición gay del mismo Nikitin (su coming out) ocupan el primer plano del relato, con su carga de vulnerabilidad frente a la sociedad. La Prensa trató de indagar sobre la obra de este creador.­

-¿Cuándo comenzó a interesarse por Shakespeare?­

-En la secundaria leímos `Macbeth' y me encantó ese ambiente otoñal y lúgubre. En general, cuando hacés teatro Shakespeare ya está ahí antes de que llegues. ­

-¿Por qué la elección de la obra `Hamlet' para este trabajo sobre la identidad y la realidad?­

-En 2013 estaba trabajando en mi obra `No seas vos mismo'. Poco antes del estreno sentí que necesitaba un prólogo que enmarcara la velada. Le pedí a Julián Meding, quien participaba en la producción -era el segundo trabajo con Meding en aquel momento-, una improvisación. Tenía que pensar en la mirada del público, en una especie de introducción frontal sobre lo que el público podría pensar y esperar. Julian realizó una actuación deslumbrante de diez minutos que me hizo pensar todo el tiempo en la escena de la ratonera de `Hamlet'. Estaba claro: Julián era Hamlet en ese momento. La improvisación se convirtió más tarde en el monólogo inicial de `Hamlet'. Pero me resulta interesante que todo estuviera ya en el título de la obra de 2013, `No seas vos mismo'.­

-¿En qué año escribió la obra y qué vio en Meding para elegirlo como protagonista?­

-La escribí a lo largo de varios años. Además de mi exploración del documental, Julian fue claramente el punto de partida. Luego, entre la primavera de 2015 y el verano de 2016, tuve una hemorragia cerebral y estuve varios días en un hospital, pasé tres semanas en un hospicio en Atenas para un proyecto artístico, a mi padre le diagnosticaron la enfermedad de ELA, nació mi hijo, mi padre murió. Todo en catorce meses. Fue un intenso proceso de aprendizaje sobre la vulnerabilidad y mortalidad de mi cuerpo y de los cuerpos de quienes me rodeaban. Todo esto tuvo una gran influencia en `Hamlet'.­

­EL PADRE­

-En `Hamlet' e `Intento de morir' aparece la figura del padre y el modo en que la sociedad destaca la figura del padre ausente. ¿Cómo funcionó en su vida?­

-Mi padre era una persona amable, relajada, muy curiosa; era también un poco excéntrico. Mis padres se separaron cuando yo tenía siete años. De adolescente y joven, a menudo deseaba que mi padre fuera más del tipo mentor, alguien que te enseña sobre la vida. Pero me dejó en paz y, mirando atrás, creo que hizo un buen trabajo como padre. Sólo empezás a entender a tus padres cuando llegas a la edad que ellos tenían cuando vos eras niño.­

-`Intento de morir', que usted interpretó ahora en Buenos Aires, ¿ya había sido representada por otros actores?­

-Concretamente, empecé a escribir ese texto en 2017, un año después de la muerte de mi padre. Es una especie de condensación de muchos pensamientos y preguntas en los que llevaba trabajando desde 2007. Un director que había visto la obra en Río de Janeiro en 2019 me preguntó si podía escenificar el texto con un actor. Le di mi ok pero no sé si al final se hizo el proyecto. En cualquier caso, el material está disponible. Lo escribí para que se pudiera utilizar.­

Aceptación­: “La vulnerabilidad es la fórmula corta de todos los movimientos emancipatorios.”­

-El concepto de vulnerabilidad en el hombre, al que usted remite, permite acercamientos y rechazos. ¿Cómo lo ve en la sociedad actual?­

-Creo que la pregunta sobre la vulnerabilidad se renegocia en cada sociedad. Yo mismo llevo unos años interpretándola como una habilidad, como algo que se puede exponer. Hacerse vulnerable en este sentido significa hacerse vulnerable a los ataques y las críticas, y entenderlo como una posibilidad. Significa salir y ofrecerse al mundo. Puede ser un comienzo para contrarrestar el reflejo de querer esconderse de aquellos a los que se teme. Es una interpretación muy positiva que me interesa mucho y que encuentro muy útil para mí mismo. Retrospectivamente, me di cuenta de que es básicamente la fórmula corta de todos los movimientos emancipatorios de la historia.­

-¿Cómo es eso?­

-Todos los movimientos por los derechos civiles comienzan con algunas personas que empiezan a hacerse vulnerables, rompiendo la noción interiorizada de que tienen que aceptar la realidad tal y como es, y tal y como les han enseñado que es. Al salir del clóset están diciendo no. Como el niño de `El traje nuevo del emperador'. Señalan al emperador y dicen: `¡Pero si está desnudo!'. Están rompiendo con una ficción. En los últimos años, sin embargo, parece haberse desatado una verdadera competencia de estas salidas. Muchos tienen una gran necesidad de hacerse vulnerables y jugar con fuego. La realidad se convirtió en moneda de cambio para muchos. Esto es totalmente comprensible y la tecnología lo hace posible. Lógicamente, hay muchas voces que están en fuerte contradicción entre sí. La utopía de ser así, es decir, la posibilidad de ser un individuo, se está convirtiendo en el campo de batalla del presente. La vulnerabilidad no es una cuestión romántica, también puede tener algo de militante. Puede convertirse en un arma y puede ser que te perciban como un opresor y que esta arma se dirija también contra ti. En los próximos años tendremos que aprender a entenderlo.­

­PRESENCIA­

-¿Que encontró en el teatro para manifestarse en él y cómo ve al teatro en un futuro tan tecnológico?­

-Para mí, el atractivo del teatro reside en su realidad física y temporal. Soy de la vieja escuela. Conozco estados de euforia en el teatro que no conozco en el cine ni en los museos, como mucho en los conciertos. Creo que todo el mundo comprendió, a más tardar durante la pandemia, que no se puede sustituir la presencia física por una imagen digital comprimida en una pantalla de 13 pulgadas o la de un smartphone.­

-¿Su familia seguirá como inspiración de sus obras?­

-Sin duda.­