LA BELLEZA DE LOS LIBROS

Borges y el premio que no fue

El 14 de septiembre de 1967 amaneció frío y húmedo en Buenos Aires como si la primavera por algún capricho del clima se negara a esparcirse por la ciudad. La cálida brisa y el dulce aroma del jacarandá se hacían esperar.  

En la vieja Biblioteca Nacional que por aquel entonces estaba en la calle México, la mañana era un poco como todas. Un grupo de alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires inundaban como siempre la biblioteca, aprovechando alguna hora libre para así seguir sumando conocimientos y saberes. Los chicos reían y trataban de hablar en voz baja, pero todos callaban cuando aparecía una figura vestida con guardapolvo gris que caminaba por los pasillos sumida en sus pensamientos. El suyo era un andar dubitativo, como el de quien está perdido en un laberinto de tiempo y espacio. 

"Solía acercarse  y con la mirada un poco perdida, nos preguntaba si necesitábamos algo", dice Patricia Waisman entonces alumna del segundo año del Buenos Aires y hoy Doctora en Ciencias. Patricia, Mario, Mónica, Gustavo y Martín lo miraban con la distancia que suele imponer el respeto…. 

El hombre del guardapolvo gris no era otro que Jorge Luis Borges, director de la Biblioteca Nacional.  Él no lo sabía  pero, a esas horas de aquella mañana en la lejana y gélida Estocolmo, se discutía si sería galardonado con el Premio Nobel de Literatura.     

Un dia en la Academia 

La Academia está ubicada desde 1921 en el piso superior de la Bolsa de Comercio de Estocolmo, en Gamla Stan -la Ciudad Vieja. En Suecia ya había pasado el mediodía, y en la sede de la Academia se desarrollaba una actividad febril. Algunos de los 18 miembros se habían juntado en corrillos y discutían sobre distintas candidaturas. Karl Ragnar Gierow y Henry Olsson eran de la idea de que el premio de ese año fuera compartido y los candidatos que pisaban fuerte eran dos latinoamericanos, Miguel Angel Asturias y Jorge Luis Borges. 

Entre los miembros de la Academia había una idea subyacente de que una solución de ese tipo sería bien recibida entre los que pugnaban por uno o por el otro, y entre los que querían ver como galardonado de ese año a un digno representante de la nueva prosa latinoamericana.  Es que el llamado Boom latinoamericano ya había hecho explosión.  Borges, Asturias, Alejo Carpentier,  Juan Carlos Onetti, García Márquez, Juan Rulfo y Julio Cortázar, por citar solo a algunos de ellos, ya eran conocidos por el público europeo y la onda expansiva ya había llegado a Suecia.

Sin embargo la propuesta  de un premio compartido chocó con la férrea oposición del entonces secretario permanente de la Academia, Anders Österling. En su opinión para recibir el premio de ese año, Asturias estaba “demasiado  limitado en su revolucionario mundo temático” mientras que Borges, a su vez, era “demasiado exclusivo o artificial en su ingeniosa temática  miniaturista”. 

No fue ésta la primera vez que se escuchaban voces adversas a la posibilidad de que Borges accediera al Premio Nobel. El año anterior, el comité cuestionó si “la obra original y peculiar de Borges tenía suficiente alcance espiritual en el contexto de la Academia”.

Österling finalmente presentó ese día a tres candidatos; Graham Greene, Yasunari Kawabata y W.H.Auden. Ninguno de los tres fue aceptado y el premio finalmente fue concedido al autor de El señor presidente y Hombres de maíz, el guatemalteco Miguel Angel Asturias.

El candidato de siempre 

Borges fue un firme candidato y estuvo también en una terna final dos años antes. ¡En total entre los años 1956 y 1974 fue nominado al Premio Nobel treinta y ocho veces!.

Según el sueco Oscar Hemer, gran conocedor de la obra de Borges, no es extraño que no recibiera el premio. Hay varios factores que podrían haber influido. Borges por ejemplo escribió principalmente cuentos, poesía y ensayos, pero ninguna novela. Además era una persona controvertida y sus ideas políticas no siempre eran bien recibidas. Esto podría haber afectado la decisión de privarlo del premio. Hay que recordar que el Premio Nobel de Literatura no se basa únicamente en la calidad literaria, sino también en consideraciones políticas o sociales.

 Kjell Espmark fue miembro de la Academia y escribió recientemente un excelente libro,  Litteraturpriset, 120 år med Nobels uppdrag (El Premio de Literatura, 120 años con la misión de los Nobel).  En el mismo,  Espmark señala que con el galardón a Asturias se dejaron de lado a escritores de la talla de Borges y Cortázar. 

El autor va más lejos aún y subraya que la elección de García Marquez en 1982  tiene una connotación más marcada y,  si se quiere, más sutil.  El premio a la figura más destacada del Boom latinoamericano, señala Epsmark puede ser visto como una gran elección con la que la Academia quiso reparar los errores del pasado.  Pero el galardón al entonces joven escritor colombiano sepultó para siempre a Jorge Luis Borges, que al decir de Espmark, fue la gran figura de la literatura y el que tal vez y sin saberlo, le abrió las puertas de las letras tanto al mismo García Marquez como a Julio Cortazar…