Barney Finn vuelve sobre la paternidad
Como lo hizo en ‘Brutus’, en teatro, y en su filme ‘Contar hasta diez’, el dramaturgo y director pone otra vez la lupa sobre el vínculo padre-hijo. Coescribió y dirige ‘La lluvia seguirá cayendo’, un trabajo en el que retoma los personajes de una obra de Eduardo Rovner veinte años después.
Una obra teatral en cartel y otra a punto de estrenar. Un libro de memorias casi listo que espera publicar antes de fin de año (“pero memorias entretenidas, divertidas, como a mí me gustan”, aclara). Y por si fuera poco, una pila de textos pendientes de ser leídos, semillas que espera ver germinar el próximo año. “Siempre estoy buscando obras y recibiendo ofrecimientos interesantes; no tengo tiempo de aburrirme”, confía Oscar Barney Finn, 85 años, dramaturgo, guionista y director de cine, teatro y televisión, un faro de la cultura nacional, dueño además de una energía envidiable.
Los sábados a las 18.30 sale a escena en Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556) su obra ‘La lluvia seguirá cayendo’, en la que retoma los personajes de ‘Lejana tierra mía’, una pieza de Eduardo Rovner que Barney dirigió en 2002 en Andamio 90 y que luego paseó por varias salas, siempre con los mismos actores: Osvaldo Santoro y Paulo Brunetti. Este espectáculo, que es posible gracias al apoyo de la familia marplatense Cabrales, motiva el encuentro con La Prensa, pero en el diálogo se cuelan, inevitables, el armado de un documental sobre Beatriz Guido y el estreno -este martes- de una nueva propuesta que lleva su firma, ’Petrópolis’, de Mónica Ottino, con Luisa Kuliok y Osmar Núñez, en el British Arts Center.
-Usted siempre en actividad, Oscar…
-Es el estado en que más me gusta estar, de verdad que lo disfruto.
-¿Qué lo animó a volver sobre los personajes de Rovner?
-‘Lejana tierra mía’, que hicimos en comienzos de los años 2000 con Santoro y Brunetti, estuvo mucho tiempo en cartel con mucho reconocimiento de la crítica y del público. Anduvo muy pero muy bien, a pesar de que coincidió con aquella crisis del 2002. Creo que eso mismo nos amalgamó bastante como grupo en aquel momento. Y también el permiso de Rovner, porque yo la trabajé bastante a la obra. No es que hice una versión porque él no quería; como muchos otros autores, no me dejó hacer “una versión”. Pero luego, cuando fue viendo el día a día de los ensayos se dio cuenta de la necesidad de hacer muchos cambios y los fue incorporando.
‘Lejana tierra mía’ había sido estrenada en el teatro Regio diez años antes, en 1992, por Jorge Petraglia y Daniel Marcove, dirigida por el primero de ellos. Barney Finn la recuerda como “una obra con un cuadro en el medio de la escena, que pintaban un padre y su hijo. Yo no quería hacerla así porque los actores estarían siempre de espaldas al público y no me atraía la idea. Entonces convinimos colocar en el centro del escenario un enorme cuadro transparente que los dejaba ver en la intimidad del estudio mientras pintaban de frente. Eso me permitió a mí crear un clima y una serie de imágenes muy poéticas”, evoca.
VEINTE AÑOS
Durante la pandemia, Santoro y Barney Finn desde Buenos Aires y Brunetti desde Santiago de Chile organizaron una lectura en vivo de aquella obra, que tuvo una enorme cantidad de seguidores a través de Internet. Ese hecho sembró en el dramaturgo y director la idea de imaginar un reencuentro de esos personajes veinte años después. “Pero sin muchas referencias a aquella otra obra”, advierte; “hay quizás alguna frase aislada de la de Rovner, pero ésta es una aventura a la que nos lanzamos con Marcelo Zapata, que se convirtió en una búsqueda muy interesante”.
-¿Le resulta fácil la coescritura?
-En trabajos anteriores había encontrado en Ernesto Schoo a un coequiper muy bueno, con el cual me entendía mucho. Y ahora con Marcelo me pasó lo mismo. También con Gonzalo Demaría cuando hice ‘Juegos de amor y de guerra’. Creo que la razón es que se trata de personas que en todos los casos tienen una formación muy interesante. Una obra se alimenta de muchas cosas, y parte de eso viene con uno.
En el caso puntual de ‘La lluvia seguiré cayendo’ dice Barney que discutió mucho cómo serían presentados “ese hijo y ese padre al reencontrarse, y si debía haber un tercer personaje en escena. Pero lo que querían los actores era hacer una obra de ellos dos; entonces, una vez despejado el panorama nos concentramos en buscar un leitmotiv. A decir verdad, yo hubiese puesto a la mujer que forma parte de la nueva vida del padre, pero finalmente la presentamos como una presencia no física, más como una idea. Otro aspecto que discutimos bastante fue la profesión del hijo”.
-¿Por qué razón?
-Lo primero que se planteó era que se dedicara al negocio de las criptomonedas pero no me entusiasmaba, e incluso llevaba la trama hacia algo más policial; no estaba en mí. Yo quería hablar de realidades que tuvieran que ver más con lo afectivo, con los roles de padre e hijo y los entendimientos y desentendimientos que se tienen. Investigar sobre los temas humanos es algo que me gusta mucho, como hice en ‘Vita y Virginia’ o en ‘Eva y Victoria’ a fines de los ‘80, en una época en la que todavía no se había escrito tanto sobre Eva Perón.