En primera persona

¡Bájese la app!

Mi novia me regaló un celular moderno para mi cumpleaños porque el que yo tenía era tan antiguo que carecía hasta de WhatsApp. Y ahí empezó mi complicada entrada a la modernidad.

Tengo cuenta en dos entidades bancarias y cuando quise hacer una transferencia por el cajero persona (humano) por un problema en la red de los automáticos, el guardia de seguridad que me atendió me informó que eran sucursales virtuales y carecían de empleados cajeros y una ejecutiva del lugar me dijo categóricamente: “¡Bájese la App!”.

¿Qué es la App? pregunté a mi pareja y entonces me aclaró que hoy hay aplicaciones para todo mientras yo esquivaba a un adolescente que venía caminando directo hacia mí por la vereda con los ojos pegados a su teléfono móvil. Paralelamente ocurrió que mi médico y mi psicóloga me propusieron atenderme exclusivamente por video-llamada.

Mientras leía en el diario (dada mi edad soy el único en un bar que lee el periódico versión papel) me enteré que los robos de estos aparatitos superan a los de los autos y que se puede perder la vida si uno se resiste a perderlos. Es que son como una computadora portátil donde con las apps se puede hacer contactos románticos, comprar objetos y entradas de cine, obtener descuentos y créditos, anotarse en varias redes sociales, sacar fotos, ver videos, pagar el colectivo, pedir que te traigan media docena de medialunas a tu living, y mil opciones más.

Eso sí, yo quería que en el Banco me atendiera una persona y me ayudara a hacer la transferencia, pero eso se ve que ya no existe más. Finalmente, como diría Julio Cortázar si viviera, descubrí que yo era el regalado para el cumpleaños del nuevo celular.