A 30 años de la disposición transitoria primera de la Constitución Nacional (Segunda y última entrega)

Aviones F-16: una mirada estratégica

Por  Eduardo L. Ganeau * 

En la primera parte de esta nota analizamos los hechos. Ahora, abordaremos directamente las vinculaciones entre la Disposición  Transitoria Primera y los aviones F-16

¿Cuál es el significado de la Disposición Transitoria Primera? Que Argentina instale en la Constitución la legítima e irrenunciable soberanía sobre las Islas sus jurisdicciones correspondientes, en relación con la ilegítima ocupación británica sobre esas superficies, determina la condición del Reino Unido de inequívoco e imprescriptible “agresor”.

El objetivo permanente e irrenunciable de la recuperación para el pueblo argentino, constituye al pueblo argentino, de igual manera (permanente), en una imprescriptible amenaza para el Reino Unido y su Corona Británica.

La mencionada condición del Reino Unido de profundo “amigo” o “socio” de Estados Unidos en su disputa por la hegemonía con el bloque de China más Rusia, indica que estaríamos adquiriendo aviones F-16 que dependen tecnológica y logísticamente del mejor amigo del agresor de la Argentina. Es decir, en torno a la valiosa disputa de soberanía en el Atlántico Sur, estaríamos adquiriendo dependencia y no poder.

EL VALOR DE LOS INTERESES EN JUEGO

La valiosa disputa mencionada se sustenta en el cuantioso valor de las jurisdicciones en disputa: Para Argentina, los 16.000 km2 de los tres grupos de islas representan el perjuicio de 1.800.000 km2 de Zona Económica Exclusiva y 2.600.000 km2 de plataforma continental que no puede explotar.
En consecuencia, la afectación británica constituye hoy el 25 % de las jurisdicciones totales argentinas, incluyendo la Antártida (11 mill. km2).
Pero las posiciones de las islas dan sustento a la Ley de Antártida que demarca los límites del Sector Antártico Argentino, Si sumáramos la pretensión británica sobre los 4.600.000 km2 del Sector Antártico Argentino ante la eventual modificación del Tratado, la afectación llegaría al 70% de las jurisdicciones nacionales. La explotación de recursos en dichas jurisdicciones es en beneficio británico y perjuicio argentino. A dicho perjuicio hay que agregar el generado por la pesca no reglamentada en la Milla 201, ya que la presencia británica en Malvinas no hace conveniente la constitución de una Organización Regional de Ordenamiento Pesquero que regule la actividad en ese sector, porque obligaría a admitir la participación británica en el acuerdo.

Para el Reino Unido, numerosas y valiosas razones económicas y geopolíticas fundamentan la presencia británica en el Atlántico Sudoccidental y su fortaleza militar en Malvinas:

* Conservar los tres grupos de islas y sus jurisdicciones marítimas y aéreas

* Mantener su apetencia y el alistamiento para invadir el Sector Antártico Británico, superpuesto con el argentino (SAB de 5.500.000 km; un 11% mayor que el SAA)

* Apoyar logísticamente y proteger las cuatro bases antárticas británicas actuales y las de sus aliados

* Controlar el Atlántico Sudoccidental

* Controlar los tres pasajes interoceánicos entre el Atlántico y el Pacífico

* Controlar la comunicación entre el Cono Sur y la Antártica en el lugar de mayor proximidad y tráfico

* Brindar una base de apoyo militar a Estados Unidos y a la OTAN

* Controlar/proteger los intereses británicos y de sus aliados en le República Argentina

* Apoyar a sus aliados regionales

* Disuadir a la República Argentina

RELACIONES ESTRATEGICAS

Argentina puede desear adherir a cualquiera de las cuatro relaciones estratégicas mencionadas en los primeros párrafos, pero debe saber que el Reino Unido y su Corona son actores competitivos, porque el cuantioso valor de sus intereses vinculados a la Argentina, como el conocimiento del pueblo, intereses y cultura argentinos, hacen inimaginable un cambio genético bretón, tanto como de su histórica racionalidad y cultura.

En consecuencia, Argentina no puede ignorar que cooperar frente a un actor competitivo significa renunciar a sus apetencias. Entonces quedarían para Argentina solo las alternativas de vinculación con un actor competitivo, que, para el caso argentino, es su agresor. También debe saber que el agresor se mostrará amigable puesto que no deseará afectar la emotividad de su oponente (Argentina) ni dar a conocer el verdadero valor de sus intereses económicos y geopolíticos.

No se puede cooperar con un actor competitivo o agresor, si no es con poder y fuerza. Es por ello, que, a 30 años de la DTP, el primer paso debiera ser minimizar dependencias del oponente y sus aliados, y simultáneamente desarrollar poder a bajo costo con la educación, la investigación, el manejo de la información, el mejoramiento del poder social incentivando el sentido de Patria, la cohesión social, el esfuerzo individual y la sinergia.

A 30 años de su incorporación, si Argentina se decidiera definitivamente a cooperar e intentar volver realmente cooperativo al actor británico por un tiempo, podría reflexionar acerca de la conveniencia de quitar la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional, a los efectos de dejar de ser una amenaza para el Reino Unido y su mejor aliado Estados Unidos. Porque como ya fuera dicho, cooperar sin poder ni fuerza, con un actor que compite, no puede tener resultados favorables.

ACTITUD ESPERABLE DEL AGRESOR

El agresor conoce profundamente a los argentinos y sus gobiernos, puesto que ha sido actor fundamental en su independencia y durante toda su historia, tiene ciudadanos y descendientes británicos en el país, y posee importantes recursos financieros, tierras y empresas en Argentina.
No puede menos que considerar una amenaza permanente a los intereses británicos en la Argentina, incluyendo especialmente aquellos en el Atlántico Sur y la Antártida. Por ello, las características conocidas de las autoridades gubernamentales del Reino Unido, estas jamás podrán promover el desarrollo de poder por parte de Argentina, en ninguna de sus formas. Es esperable que tan solo tomen las oportunidades generadas por las vulnerabilidades argentinas que favorezcan los intereses británicos (y de la Corona) en Argentina y todo lugar.

Es más, conociendo al actor es razonable imaginar que promover la disrupción de Argentina en todos los sentidos y emplear métodos económicos y de manipulación social podría haber sido el mejor modo de acción desde hace largo tiempo, cuando el Reino Unido y Argentina,
dimensionaron el cuantioso valor de los intereses que los vinculan.

PENSANDO EN ESTADOS UNIDOS

Sería razonable que Estados Unidos siga concentrado en contener a China más Rusia y en favorecer los intereses de su mejor aliado (la Corona Británica y sus reinos). En consecuencia, de la manera acostumbrada, accionará como mejor convenga a sus propios intereses y el de sus amigos.

CONCLUYENDO

Los aviones F-16 tienen ciertas capacidades de defensa vigentes que desde el punto de vista económico, técnico y táctico son favorables.
La eventual dependencia argentina respecto del fabricante Estados Unidos, a través de la posible compra de los aviones F-16 no los constituiría en una herramienta estratégica de poder ni de fuerza, sino más bien en una dependencia del mejor aliado del único agresor que tiene la República Argentina sobre el cuantioso valor de las jurisdicciones y recursos usurpados y en disputa.

En consecuencia, según esta mirada estratégica, la eventual compra de aviones F-16 no estaría alineada con lo concertado hace tres décadas en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.

La legítima e imprescriptible soberanía argentina sobre los 2.600.000 km2 que ilegítimamente ocupa el agresor, más sus implicancias antárticas sobre otros 4.600.000 km2, estarían demandando el desarrollo de poder argentino en todas sus dimensiones: económico, social, político y muy especialmente militar. Según la Ley de Defensa Nacional, la integridad territorial, la soberanía y la in-dependencia, entro otros, son intereses vitales de la Nación.
Los aviones de combate que generarían poder nacional deben influir en la mente y la decisión del agresor y, por ende, no pueden depender del Reino Unido, ni de ninguno de los Estados de la Corona, ni de Estados Unidos. No significa tener medios para hacer la guerra, aunque deba haber determinación para eventualmente disputar. Deben inducir a negociar, demostrando que la negociación es favorable ante los eventuales perjuicios de una disputa mayor.

¿QUÉ AVIONES DE COMBATE

Los indispensables aviones de combate argentinos deberían ser nuevos y confiables, tener capacidad multifunción equiparables o superiores a los medios británicos en Malvinas, contar en nuestros días con un radio de acción (ida y vuelta) de 1.000 millas náuticas que permita ejercer su influencia hasta las Islas Georgias del Sur y la Antártida, con todo tipo de armamento, y debería buscarse la pronta independencia logística respecto del fabricante en mantenimiento y abastecimientos, como se ha logrado con otros medios de combate. Hay opciones disponibles que ciertas opiniones descartarían con el fundamento de una supuesta y no deseada vinculación política. Esta mirada estratégica opta por priorizar los cuantiosos intereses nacionales en disputa y en manos de un inequívoco agresor.

Otra decisión al alcance de la mano en cuanto a medios aéreos está disponible, aunque haya faltado determinación para su implementación: los 16 aviones Super Etendard disponibles con una logística que, como estaba planificado, podría ser totalmente autónoma. Si fuera adecuada y presupuestariamente sostenida, debería complementar cualquier decisión de nueva compra de pocos, pero efectivos medios aéreos de combate.

Ante la inminencia de la compra de los F-16, con una mirada estratégica optimista, habremos demostrado al agresor nuestra voluntad de cooperar y ceder, aunque sigamos siendo una amenaza para él.

Al menos habremos conocido las capacidades aéreas de los medios de combate de nuestros vecinos más cercanos con injustificables apetencias sobre una misma plataforma continental al Este del meridiano del Cabo de Hornos y sobre 23 grados del Sector Antártico Argentino (el 49%), ante el calentamiento global y el probable cambio de reglas de juego en la Antártida.

Birgitte Nyborg, de la serie televisiva Borgen, interpretando a la primera ministra de Dinamarca, en el episodio 9 finalmente tomó la decisión de comprar los mismos F-16 que hoy son ofrecidos a Argentina. Si Birgitte fuera argentina y estuviera advertida de esta mirada estratégica, es posible que hoy revisara con suspicacia su propia decisión.


* El autor es Magister of Defence Studies por el Royal Military College of Canada, Comodoro de Marina en
situación de retiro e integrante del Instituto de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional.