Autofagia

Señor director

 

Nos preguntamos azorados por qué algunas ideologías se ensañaron tanto contra la naturaleza del hombre. Por ejemplo, por qué se propicia en niños y jóvenes una canalización de la disconformidad a través de la hormonización y mutilación.

Llama la atención la falta de un enfoque integral para evitar el reduccionismo implicado en una crisis identitaria adolescente siendo que su mismo nombre denuncia su desorientada inestabilidad.

Múltiples investigaciones han permitido sacar a la luz el negocio montado por industrias farmaceúticas y ciertas prácticas médicas ayudando a que estos “tratamientos” en algunos países hayan dado marcha atrás.

Sin embargo, no es un combate ganado puesto que tiene que ver con una batalla cultural de amplio espectro, que si bien esconde intereses económicos va más allá.

El hombre busca por todos los medios independizarse de la naturaleza dada, concibiéndola como un accesorio que se puede cambiar, como si ello no tuviera grandes costos a nivel integral y como si el hombre tuviese la capacidad de superar la perfección y exquisitez de ésta.

La masculinidad y femineidad pretenden escindirse de la biología; la maternidad se volvió relativa, si el bebé es percibido como una carga, el instinto maternal es abortado y por ende el hijo que cobijan sus entrañas; si al anciano se lo considera estorbo o manifiesta agobio hay que tenderle una mano a través de la eutanasia; y hasta si quiere el hombre puede darle pelea a la muerte aliándose al transhumanismo…

Cómo puede ser que al día de hoy se tilde de conspirativos a pensadores y científicos que han denunciado esta agenda política encubierta detrás de la implementación de “nuevos derechos” siendo que cada una de las problemáticas convergen hacia un mismo fin: la destrucción del ser humano.

Estos derechos tuercen su dignidad y lo llevan a hacerse a imagen y semejanza de cualquier ideología, a su antojo y capricho… ¿puede lograrlo realmente o es que se ha vuelto lobo del hombre y está devorándose?

 

Isabel Saravia