UN CONTEXTO ALARMANTE ENVUELVE LA DISPUTA ENTRE LA RAE Y EL CERVANTES

Arrecia la batalla por el idioma

POR MARIO CAPONNETTO

Como es sabido, entre el 14 y el 17 de octubre pasado se celebró en Arequipa, Perú, el X Congreso Internacional de la Lengua Española. A diferencia de otros congresos, éste estuvo marcado por un singular enfrentamiento entre el Instituto Cervantes, presidido por Luís García Montero, y la Real Academia Española (RAE), dirigida por Santiago Muñoz Machado. De acuerdo con las informaciones que circularon en su momento, el Congreso se inició con una rueda de prensa incendiaria en la que García Montero cargó duramente contra Muñoz Machado, descalificándolo y exigiendo su inmediata remoción al frente de la RAE.

La guerra se mantuvo durante todo el Congreso a tal punto que, a su cierre, la Asociación de las Academias de la Lengua Española (Asale), emitió un comunicado en el que agradece a todas las instituciones participantes (menos el Instituto Cervantes, expresamente excluido de la lista de agradecimientos) y en el que manifiesta su expreso apoyo al director de la RAE.

Pero los enfrentamientos prosiguieron, y con mayor intensidad, después de finalizado el Congreso. Con insistencia digna de mejor causa, García Montero no ha perdido oportunidad de arremeter contra la RAE. Pero, ¿cuál es el motivo, al menos en lo inmediato, de este enfrentamiento?

AL ASALTO

En su edición digital del 15 de octubre pasado, es decir en los días en que se desarrollaba el Congreso de Arequipa, el diario español El Debate traía una nota sobre el tema, firmada por Miguel Pérez Pichel, con este título: “La estrategia del Instituto Cervantes para entregarle la RAE a Sánchez en bandeja de plata”; y a continuación añadía: “La izquierda ha decidido lanzarse al asalto de la RAE, uno de los últimos organismos sin control de la Moncloa”.

En el cuerpo de la nota, Pérez Pichel lanzaba acusaciones muy graves: “La izquierda ha ido introduciéndose en prácticamente todos los organismos e instituciones culturales desde donde presenta una cultura progresista alineada con la agenda de PSOE-Sumar como hegemónica […] Todo ese proceso cuenta con el Instituto Cervantes, en manos de un poeta mediocre pero leal al sanchismo como es Luis García Montero”.

Las afirmaciones del autor de la nota no carecían de fundamento. El Instituto Cervantes fue fundado en 1991, bajo el gobierno socialista de Felipe González; depende directamente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Es, por tanto, un organismo estatal, sujeto a los dictados del gobierno de turno. La RAE, en cambio, es una ilustre y antigua institución, fundada en 1713, absolutamente autárquica, por fuera y por sobre cualquier alineación política. A primera vista esto suena como una disputa por el poder: se trataría, en efecto, de que nada, ningún resquicio de la vida española, se sustraiga al férreo control del gobierno del PSOE.

REESCRITURA

Pero, para nuestro asombro, las cosas han ido mucho más lejos, lo que nos obliga a replantear la cuestión.

En su reciente edición del 26 de noviembre pasado, el mismo diario El Debate con la firma del ya citado Miguel Pérez Pichel, trae la siguiente noticia: “El Instituto Cervantes invita a reescribir el Quijote desde perspectivas ecológicas y de género”; y añade: “La exposición Aeolia presentada en el Instituto Cervantes invita a replantearse el texto del Quijote desde una perspectiva woke”.

Aclaramos que la denominada Exposición Aeolia es una iniciativa liderada por un supuesto artista, Solimán López, promovida por el mismo Instituto Cervantes, que se concibe “como un laboratorio de arte, pensamiento, lengua y cultura digital, destinado a acoger proyectos que integren creación contemporánea, lengua y tecnología”.

De acuerdo con Pérez Pichel, en la citada nota, “el Instituto Cervantes acoge la exposición Aeolia, del artista Solimán López, un creador especializado en lo que denomina arte del futuro, donde se hibridan elementos de la performance, instalaciones inmersivas e inteligencia artificial. En Aeolia, Solimán López propone con su instalación reescribir el Quijote, mediante una inteligencia artificial entrenada con textos de Cervantes, desde una perspectiva ecológica, de género y filosófica-distópica” (sic).

Líneas más abajo continúa Pichel: “Según el Instituto Cervantes, «el proyecto no revisa el texto original, sino que lo reinterpreta como metáfora del pensamiento humano frente a la máquina, planteando una reflexión sobre la autoría, la memoria colectiva y la sostenibilidad simbólica»”.

Hacia el final, recuerda el autor la obsesión del Instituto Cervantes y de su Director por el “lenguaje inclusivo”. Sin embargo, continúa, la RAE ha rechazado esta postura en varias ocasiones: “La última -recuerda Pérez Pichel- durante la apertura del curso académico 2025-2026, el pasado 23 de octubre, donde el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, afirmó que «a nadie se le ha ocurrido fijar la gramática por decreto o someter el diccionario al capricho gubernamental», «hasta hoy»”.

TEMA DE FONDO

Pues bien, a la vista de semejante insulto a la lengua española y a su máximo representante, Miguel de Cervantes, uno se pregunta si, en realidad, estamos solo ante una mera lucha por el poder o hay algo más de fondo y más grave.

Sostenemos que sí, y lo que vislumbramos es de una inusitada gravedad. Porque de lo que se trata, en definitiva, no es solo del asalto a una institución autárquica para someterla al control del Estado, ni tampoco de una extravagante ocurrencia de algún “artista” enajenado: se trata de adueñarse de la lengua de un pueblo para corromperla y ponerla al servicio de ideologías perversas y disolventes, lo que supone una previa corrupción de una inteligencia vaciada de ser, de verdad, de bien y de belleza.

La corrupción del lenguaje se deriva directamente de una inteligencia extraviada. Ejemplos sobran. Mencionemos solo uno: Jacques Derridá y su intento de superar, mejor dicho, derribar, con su deconstrucción, el logocentrismo de un lenguaje que él supone ligado a una filosofía que remite al ser.

Pero hay todavía un fondo último que lo explica todo: ese pensamiento corrompido es, en definitiva, una rebelión contra el Logos, de ese Logos que está en el principio y del que los logoi humanos son imagen y semejanza.

 

ORIGEN TEOLOGICO

Hay un origen y un fundamento teológico del lenguaje, como bien recuerda María Daniela Perelli en un hermoso artículo publicado hace unos años en la Revista española Altar Mayor (julio-agosto de 2017, número 178, pp. 527, 540). Por el relato bíblico sabemos que el hombre profiere las palabras bajo la mirada de Dios y en presencia de las cosas: “Y Yavé Dios trajo ante el hombre todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese como los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo” (Génesis, 2, 19).

El texto bíblico es fascinante. El hombre es imagen y semejanza de Dios, Conoce a las creaturas y es capaz de proferir sus nombres. Al conocerlas no las crea ni les da el ser, porque esto es exclusivo del Logos Divino, pero de alguna manera las “llama” y las “convoca” frente a sí. Nombrar y conocer es en el hombre la más próxima y admirable analogía del Acto Creador. El logos humano es creatura, pero, en cierto modo, es también cocreador.

Por eso sostiene Santo Tomás, de la mano de Aristóteles: voces sunt signa intellectuum, et intellectus sunt rerum similitudines, es decir, las palabras son signos de los conceptos y los conceptos son semejanzas de las cosas (Summa Theologiae I, q 13, a 1, corpus).

Borges, curiosamente, apunta a lo mismo en su poema “El golem”:

 

Si (como el griego afirma en el Cratilo)

El nombre es arquetipo de la cosa,

En las letras de rosa está la rosa

Y todo el Nilo en la palabra Nilo.

 

Al parecer nos hemos alejado bastante de la noticia periodística que dio origen a esta nota. Pero no; todo lo contrario: nos hemos acercado a la ratio ultima del porqué de este burdo intento de colonizar la RAE para que acepte los delirios lingüísticos del lenguaje inclusivo y demás desvaríos de la cultura woke y que, en su audacia sin límites, no se detiene siquiera ante la obra cumbre de nuestra lengua.

Si la RAE y el Quijote caen bajo las garras de la ideología, todo el lenguaje de los pueblos hispanos caerá con ellos; y esto más allá de cuanta conciencia tengan del drama de la guerra semántica, que es guerra contra el Logos, los señores Luís García Montero y Santiago Muñoz Machado; y ni que decir el mismo Pedro Sánchez.

Desde nuestro más que humilde puesto, llamamos a defender nuestra lengua. Impidamos que los enemigos del Logos nos violen y secuestren las palabras.