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Armenia: entre el conflicto interno y las nuevas ecuaciones geopolíticas


POR ALEJANDRO VALENZUELA

En una acción que refleja la profunda división subsistente en la sociedad armenia, el primer ministro, Nikol Pashinyan, no retrocede en su plan de someter bajo su autoridad a la Iglesia Apostólica Armenia, estructura a la cual considera un bastión de la identidad armenia y un polo de poder autónomo de la férula estatal que él lidera. Un poco más del 90% de los ciudadanos del país son fieles de la Iglesia Apostólica Armenia.

Según es público y notorio, el gobierno de Ereván propugna la destitución del Patriarca Supremo y Católico de Todos los Armenios, Karekin II, jefe de la Iglesia Apostólica Armenia, mediante procedimientos improcedentes, discrecionales e injustificados. El propio primer ministro declaró que él puede comandar formalmente el movimiento destituyente cuando, por reglamento, no lo puede hacer porque hacer porque la sustitución le corresponde únicamente al Consejo Nacional de la Iglesia, la cual, por cierto, está alineada con su jefe espiritual.

Innumerables testimonios de cristianos armenios enfatizan que el gobierno, a través del hostigamiento, el amedrentamiento, las campañas difamatorias en medios convencionales y en redes sociales, el procesamiento judicial, el encarcelamiento del clero y, ahora, un divisionismo incipiente entre los religiosos, pretende minimizar la resistencia de dicha Iglesia y cooptarla vehemente para readaptar a los fines de su agenda de supervivencia en el poder.

ENTURBIAR LAS AGUAS

El periódico Past, en su edición del 27 de noviembre, informa sobre los recursos que Pashinyan está utilizando para “Enturbiar las aguas, sembrar la enemistad y el odio son algunos de los trucos favoritos de Pashinyan. Y, en general, el objetivo de todo esto es muy claro: debilitar los cimientos de la Iglesia Apostólica Armenia, destruirla como estructura y organización panarmenia. Ahora Pashinyan está utilizando intensivamente todas las herramientas de hostilidad, odio, división, provocaciones, acusaciones, mentiras y descrédito”.

Entre los días 13 y 17 de noviembre, representantes de la organización Solidaridad Cristiana Internacional (CSI), visitaron Armenia y denunciaron, en una conferencia de prensa, que las autoridades del país están propiciando el deterioro de la libertad religiosa y los derechos humanos en toda Armenia.
“Durante la visita, el Ministerio de Justicia no concedió al CSI permiso para visitar al clero detenido y a los partidarios de la Iglesia Apostólica Armenia. Nos alarma especialmente la intromisión del gobierno pashiniano en los asuntos de una de las iglesias más antiguas del mundo”, reflejó en su informe el CSI.

Debe subrayarse que, anterior a estos hechos recientes y expuestos, Tucker Carlson procedió a entrevistar a Narek Karapetyan y Bob Amsterdam. El primero es el sobrino del empresario, Samvel Karapetyan, quien permanece encarcelado desde hace ya, prácticamente, seis meses por el sólo hecho de defender a la Iglesia Apostólica Armenia y los intereses nacionales de su pueblo. En tanto, Amsterdam es un reconocido defensor de causas cristianas en diferentes partes del mundo y, en el caso específico de la escena armenia, es el abogado patrocinante de Samvel Karapetyan.

Tanto Narek como Bob afirmaron que la sociedad en general permanece conmocionada por los ataques de Pashinyan contra la Iglesia y que el gobierno promueve una agenda anticristiana y autoritaria que, inclusive, detona los cimientos del sistema democrático del país, transformando el ambiente social armenio en algo que nunca antes había sucedido en la república. Narek Karapetyan sostuvo que la facción que detenta el poder en Ereván es antitradicionalista y quiere “destruir toda la verdad histórica”.

Bob Amsterdam, quien viaja con frecuencia a Armenia, y confirmó todo el panorama descripto por Narek y hasta se lamentó por la situación que viven los cristianos armenios.

Todas estas testificaciones son paralelas a las investigaciones parlamentarias que se realizan dentro del país cuando crecen las detenciones de partidarios de la oposición política.

Como muestra de ello, el pasado 26 de noviembre, se informó, en las sesiones parlamentarias de ese día, que el 53% de los de los presos políticos se encuentran detenidos sin una orden judicial. En esas audiencias, que fueron convocadas por las fuerzas opositoras, se dijo que el sistema legal se metamorfoseó en un garrote político.

Pero, en ese ambiente nacional, no puede faltar, como un agravante de la cruda realidad, la dimensión geopolítica.

Acerca de ello, medios de comunicación, académicos y dirigentes políticos proclaman que Nikol Pashinyan no actuaría tanto por las premisas de la realpolitik, sino que lo haría por formar parte de un programa de desmantelamiento del estado o del proyecto de soberanía armenia en colusión con actores globales que serían, al mismo tiempo, oponentes del cristianismo y de los encuadramientos soberanos de los estados nacionales.

Enmarcan al Proyecto TRIPP (Trump Route for International Peace and Prosperity) como una cesión de los derechos soberanos armenios a fuerzas externas que no compatibilizan con los intereses nacionales de Armenia (EE.UU., Turquía y Azerbaiyán, entre otros) y quienes se aprovecharían de la reconfiguración logística, comercial y geopolítica a expensas de Armenia, dejando al país en una deriva histórica descendente.

LA RUTA TRUMP

La Ruta Trump le está siendo impuesta a los armenios sin que estos hayan podido participar de las negociaciones, deliberaciones y, sobre todo, de la decisión final.

Curiosamente, la casi totalidad de los armenios desconocen en qué consisten realmente las concesiones de la élite administrativa de Ereván para con Washington y otros actores. Sólo saben que se firmó un compromiso entre Trump, Pashinyan y Aliyev y que los norteamericanos aparecen como los principales ganadores que, de cara a la galería, gestionarán el corredor, pero que, en los hechos, y conforme a los documentos secretos, procederán como propietarios del mismo.

Por este motivo, los movimientos empresariales y militares, junto con los políticos y diplomáticos estadounidenses, se reorientan hacia Armenia y el corredor Zangezur.

Para continuar avanzando con estos preparativos, Pashinyan convocará para el 2026, después de las elecciones parlamentarias, un referéndum donde la fuerza que obtenga la mayor cantidad de votos definirá la versión final que tendrá la constitución nacional. Si llegase a triunfar el partido oficialista, Contrato Civil, pues, está más que claro, informan desde Armenia, que la constitución será formulada para servir a los intereses y objetivos de Pashinyan, el círculo de élite que él integra y, desde luego, para los aliados estratégicos globales de Pashinyan.

Desde este punto de vista, el experto Tigran Kocharyan sustenta que “el deseo de Pashinyan de cambiar la Constitución está principalmente condicionado por las exigencias de Aliyev, pero también hay otras razones. En particular, está en conflicto con la Iglesia, por lo que probablemente querrá eliminar la disposición sobre el papel exclusivo de la Iglesia Apostólica Armenia de la Ley Fundamental”, pero también, en la visión del este analista, Pashinyan buscaría “complacer a los burócratas europeos, la Constitución armenia podría incluir una cláusula que establezca que el matrimonio es la unión de dos personas, no de un hombre y una mujer. También podría incluir una cláusula que declare que no hay alternativa al modelo europeo de desarrollo. Estos temas son inaceptables en el país”.

Así como lo están las cosas en Armenia, no cabe la menor duda de que el país pasa por momentos que son sumamente críticos donde es perentorio que la comunidad internacional apoye al pueblo armenio para preservar sus tradiciones religiosas, históricas y sus intereses soberanos objetivamente legítimos.