Armani, el mejor
Franco Daniel Armani es el mejor arquero del fútbol argentino. El Dibu queda aparte, Emiliano Martínez es el mejor del planeta y ataja en Inglaterra. Hecha la aclaración, por las dudas y para anticipar críticas, volvamos al capitán de River. Armani ya se subió al podio de los tres indiscutidos arqueros de la historia del Millonario. Solo el gran Amadeo y el Pato Fillol le hacen sombra. Pero el Pulpo, insólitamente, supo ser cuestionado en los últimos tiempos por los hinchas de... otros clubes. En Núñez lo aman.
Vaya la reivindicación, si es que fuera necesaria, para el arquero que llegó al Millo a principios de 2018 y, desde entonces, ganó 27 títulos (apenas lo superan en el mundo Vitor Baia, con 35, Manuel Neuer, con 32 y Gianluigi Buffon, con 28). Los trofeos no entran en las vitrinas de Armani quien, además, con el triunfo sobre Colo Colo del martes por la noche (1-0), alcanzó el récord de 70 partidos defendiendo el arco de River en la Copa Libertadores y llegó a los 100 jugando el torneo continental si se suma su paso por Atlético Nacional de Colombia, conjunto con el que ganó la Copa en 2016, antes de su regreso al fútbol argentino.
Armani, quien nació en Casilda (el 16 de octubre cumplirá 38 años), Santa Fe, había empezado su carrera en las divisiones menores del club de su ciudad, Aprendices Casildenses. Luego tuvo un paso por Central Córdoba de Rosario y llegó a Estudiantes de La Plata pero debutó en Primera, en Ferro. Más tarde jugó en Deportivo Merlo, en 2008, también en el Ascenso y de allí viajó a Colombia para explotar a la fama en Nacional.
El Pulpo campeón del mundo y el festejo con sus colegas Gerónimo Rulli y Dibu Martínez.
Desde entonces, su carrera fue hacia arriba. Tras su consagración en el fútbol colombiano -donde es un ídolo indiscutido y prometió volver para retirarse-, Marcelo Gallardo lo apuntó como reemplazante de Marcelo Barovero, quien había conquistado a los hinchas riverplatenses por sus actuaciones frente a Boca y la obtención de la primera Libertadores que logró el Muñeco como DT, en 2015. Armani hizo olvidar a Trapito, quien parecía irremplazable cuando decidió alejarse del ruido que siempre genera el gigante rojo y blanco.
“El arco más grande del mundo”, como alguna vez se le ocurrió decir al bueno de Amadeo, tiene dueño desde entonces. Armani ya cumplió 301 partidos defendiéndolo. En 135 mantuvo la valla invicta y solo lo superan en ese aspecto Carrizo y el Pato, aunque las otras leyendas jugaron más partidos que Armani (406 y 551, respectivamente).
Es un verdadero monstruo el Pulpo. Lo de la reivindicación tiene que ver con que, en los últimos años, hinchas del fútbol local -no de River- intentaron bajarle el precio porque no es atajador de penales, dicen. Y a eso le agregan que, en las salidas altas y largas, no se destaca tanto. Le buscaron, partido tras partido, errores de manera forzada para argumentar la teoría de que, sus mejores tiempos, habían terminado.
No es un especialista en atajar penales y se lo critica por ello. Sin embargo, a veces también se luce cuando le patean desde los doce pasos.
Cultor del perfil bajo, Armani siguió defendiendo los pelotazos que le tiraban desde dentro y fuera del campo de juego. Y los sacó casi todos. Solo quienes no ven enteros los partidos de River pueden obviar que el hombre mantiene su nivel intacto y que, muchos, muchos puntos de los que suma el equipo se los deben a sus manos salvadoras. Sus atajadas suelen ser descomunales. Le llegan poco, es verdad. Pero cuando los rivales están cerca suyo, casi no tienen defensores por delante. Y la mayoría de las veces, no pueden doblegar sus tentáculos.
Armani ataja a los 37 como lo hacía a los 30. Sin embargo, las comparaciones odiosas surgieron, quizá, a partir de la aparición de muy buenos arqueros que sí se destacaron atajando penales. Hubo casos emblemáticos y, curiosamente, surgieron de la vereda de enfrente. Agustín Rossi, quien tuviera un gran paso por Boca, atajó 16 entre definiciones desde los doce pasos y otros que capturó o desvió en tiempo reglamentario. Y con la llegada de Sergio Romero al arco auriazul ocurrió algo similar. Chiquito, hoy caído en desgracia, se pareció a aquel arquero del Seleccionado argentino que se convirtió en héroe en el Mundial de Brasil 2014. Javier Mascherano lo alentó entonces para que quedara en la historia en las semis frente a Holanda y paró los disparos de Ron Vlaar y Wesley Sneijder. Argentina pasó a la final de aquella Copa del Mundo. Y Romero volvió a lucirse atajando penales en el Xeneize de manera asombrosa desde su arribo al club de La Ribera a principios del año pasado: evitó 14 de los 32 que le patearon. Tremendo.
Armani nunca se destacó en ese rubro. Pero, pese al detalle no menor, sigue siendo el mejor de todos. Acaba de retirarse, casi en silencio y fiel a su estilo, del Seleccionado. A propósito, defendiendo la camiseta celeste y blanca fue campeón del mundo en Qatar 2022 y también ganó las últimas dos Copas América y la Finalissima frente a Italia. Fue, en esos casos, suplente del fuera de serie del Dibu Martínez, para muchos el mejor del mundo de la actualidad. De todos modos es posible que quienes no creen en la vigencia de Armani no vean los partidos de River.
Todos los abrazos son para Armani, un pilar del River de Marcelo Gallardo.