Ante el desafío de humanizar al rival

La exitosa versión teatral de la película ‘Legalmente rubia’ se estrena este viernes en el Liceo. Mario Pasik adelantó detalles de la obra que protagoniza junto a Laurita Fernández.

Pasaron más de veinte años desde que ‘Legalmente rubia’ se estrenó en la pantalla grande; sin embargo, muchos de los prejuicios de los que se hablaba en la película siguen vigentes. Eso, sumando al éxito que tuvo el filme protagonizado por Reese Witherspoon, hizo que llegue la versión teatral, en clave musical. Después de haberse presentado en Madrid, este viernes se estrena en nuestro país encabezada por Laurita Fernández, Mario Pasik, Federico Salles, Costa y Santiago Ramundo. “La verdad que fue un impacto la película en su momento. Es una marca de fábrica y la gente tiene mucha expectativa”, explica Pasik, quien se pondrá en la piel del profesor Aaron Callahan en el Teatro Liceo.

-¿Cómo se siente formando parte de este proyecto?
-La verdad es que soy un enorme admirador de toda la gente que labura en los musicales porque son trabajadores incansables. A mí me tocó hacer varios y la verdad que estoy muy orgulloso de eso. Hace muchísimos años hice ‘El violinista en el tejado’, después ‘Cabaret’, con Carlos Perciavalle y Andrea Tenuta, en un despliegue también impresionante en el Metropolitan, y en los últimos años me sumé al equipo de ‘Camarera’ y la verdad que el clima que se vive desde que entrás es de una energía arrolladora porque en los camarines nadie está conectado al celular, todos están conectados con vocalizar, o atentos a algún despliegue en el escenario para hacer movimientos o cosas por el estilo. Acá, además es un equipo bárbaro: Laurita es un cohete, es impresionante esa mujer, la había visto en ‘Sugar’ y me pareció fenomenal, muy especial, laburadora. Todos los actores que estamos ahí somos muy laburantes.

 

PRIVILEGIOS

-¿Se siente un privilegiado de haber pasado por estos grandes musicales, especialmente en este contexto de país en el que hacer un musical implica una inversión muy grande?

-Sí, totalmente. Ya lamentablemente uno se siente privilegiado de tener trabajo. Yo siempre me sentí satisfecho de estar trabajando de lo que quise, porque el 95 por ciento de la gente labura de algo que le sirve para llevar un dinero a su casa, nada más. En este momento también te tenés que plantear que a nivel profesional no son tantos los espacios de trabajo y la verdad que me siento muy bien de que Tomás y Carlos Rottemberg me hayan convocado.

-¿Qué nos puede contar sobre su personaje?

-Soy el que crea algunos problemas. Me ha tocado a lo largo de mi vida profesional varias veces cumplir ese rol de despertar no las mejores ondas, pero provocar un movimiento dentro de la historia. El público finalmente agradece un personaje severo, en este caso con el que Laurita accede a estudiar. Creo que cumplo con las reglas de este rol, me resulta muy atractivo.

-A lo largo de su carrera hizo varios villanos, ¿en algún momento le dio miedo quedar encasillado?

-La verdad que no. Cuando Cris Morena me llamó para hacer ‘Verano del 98’ y me advirtió que era para hacer el malo del pueblo, yo agradecí infinitamente porque venía haciendo personajes más amables, entonces podía ampliar el registro, el color. Ahí parecía que estaba atrapado por ese tipo de personajes, pero no, la verdad es que a lo largo de mi historia pude hacer personajes que el público adoró, celebró, se rió, y otros personajes que alguna gente tuvo miedo de que la matara. Me he dado muchos gustos en ese sentido y he podido desarrollar personajes antagónicos, que son esenciales para el movimiento de una historia.

-¿Esos son los personajes más ricos para los actores?

-Y sí, esto es lo que me pasa. No es que quiera que siempre me aparezcan este tipo de personajes, pero cuando llegan uno tiene el desafío de en algún punto humanizarlos para que sea más potente el mensaje.

 

VENCER PREJUICIOS

-¿Qué fue lo que le sedujo de esta propuesta para aceptarla?

-Lo primero fue que venga de los Rottemberg, con Ariel (Del Mastro) como director general y Marcelo (Caballero) dirigiendo los actores. Y después, que sea un musical. No había visto la película, la vi ahora, y me pareció un buen pretexto para hablar de otras cosas. Han pasado veinte años desde que se estrenó y se nota, se aprovecha para hablar de otra manera de lo que significa el prejuicio que se da en montones de cosas. Me gusta la definición que por momentos le oigo a Costa que dice “yo soy el personaje”, llena y apabullada de prejuicios, y sin embargo, ella va para el frente y se impuso en el cariño de la gente. Han pasado veinte años de la película y la verdad es que está tomado todo con la profundidad que permite el musical, sin perder el brillo ni el humor.

-La obra habla sobre los prejuicios, ¿usted sufrió alguno a lo largo de su vida?

-Siempre fui un tipo que no prejuició a los otros; al contrario, siempre fui de los que empujó para una comprensión más amplia de la convivencia entre los seres humanos y me han tocado desafíos fuertes. En el ‘86 filmé una película (‘Otra historia de amor’) junto a Arturo Bonín donde éramos una pareja gay. Hacía tres años que acá se hablaba del sida y no tuvieron ningún reparo de poner en los diarios “la peste rosa” y la verdad que no sentí que fuese un peso. Por el contrario, con Arturo y con Américo Ortiz de Zárate, el director y autor, siempre sentíamos que no estábamos ondeando la bandera gay sino la de la libertad de elección.

 

QUEDAN LOS ARTISTAS

-Es un actor que a lo largo de su carrera ha hecho mucha televisión, ¿cuál es su opinión respecto a lo que está pasando con la industria?

-Viene sucediendo lamentablemente, por lo menos en la televisión a la que yo estaba acostumbrado ,y el público también, la de las producciones locales, lo que ha pasado ahora con Polka. Creo que hace falta una reflexión de las autoridades actuales como para no seguir socavando una posibilidad de trabajo, ya sea en cine, teatro o televisión. La verdad que estoy preocupado, me parece que no se entiende bien lo necesario que es este sector. Sufro con la posibilidad de que cierren el Incaa o algunos lugares emblemáticos de cobijo, en los que nuestra cultura hoy pueda llegar a estar en peligro. Me parece que es equivocarse muy feo, no sólo por la realidad de los actores sino también por la posibilidad del encuentro con la gente. No se va a extinguir la cultura, de todas maneras, siempre va a haber una resistencia porque es voz, es expresión y eso no se calla. Es un poco como dice la canción de Pinti: “Pasan los gobiernos, quedan los artistas”. Pero bueno, son momentos para reflexionar y pelear todo lo que se pueda para modificar una tendencia que se advierte en este Gobierno.