Andrea Cho: una actriz contra el estereotipo

De ascendencia coreana, brilla en el musical ‘Avenida Q’. Estuvo a punto de abandonar la profesión, desencantada por la imposibilidad de vivir del arte. Pero perseveró y hoy encarna uno de los personajes más hilarantes de la obra que agota localidades en el Maipo.

El suceso de ‘Avenida Q’ se asienta sobre varios pilares: una historia simple y ocurrente, sabiamente aggiornada a estos tiempos; una dirección rigurosa de Melania Lenoir, que no por eso encorseta a los artistas sino que los deja crecer y crear; un nivel de producción acorde a un teatro de la talla del Maipo; y un elenco afiatado, compuesto por intérpretes experimentados (Nacho Pérez Cortés, Lali Vidal, Julián Rubino, Manuel Victoria) y otros noveles pero que resultan una verdadera sorpresa.

Entre estos últimos destacan, por cierto, Joaquín Catarineu, Carolina Liask, Juan Martín Giménez y, sobre todo, Andrea Cho, artista de ascendencia coreana cuya actuación abre la puerta a algunos de los momentos más hilarantes de la historia.

-¿Esperaba tanta repercusión?

-En parte sí, por la obra y por el elenco que se formó. Tengo compañeros con mucho recorrido escénico y aprendo mucho de ellos. Tienen todos una gran madurez emocional y saben cómo resolver cada situación inesperada que se presenta. No obstante, el hecho de que la obra ya se hubiera hecho acá (en 2010), y con tanto reconocimiento, me llenaba de inquietud por la comparación que podría llegar a hacer la gente. Además, hubo que hacer ajustes en el humor para acomodarlo a esta realidad y también en eso temía que el público se largara a comparar.

-Como algunos de los chistes misóginos del libro original, su personaje también cambió, pero de nombre. ¿Por qué fue?

-El día que nos presentamos en grupo me preguntaron cuál era mi ascendencia y respondí “coreana”. Fue ahí que Mela me propuso que Chow Fan pasara a llamarse con un nombre que me identificara mejor. Julián (Rubino) propuso Kimchi, que en realidad es una comida tradicional coreana que ahora está muy de moda por los festivales gastronómicos. El kimchi es una verdura picante y me pareció que algo de eso tiene el personaje, por eso lo adopté.

-¿Cómo trabajó a una criatura tan recta y histriónica, aparentemente alejada de su forma de ser?

-Choqué mucho con Kimchi al comienzo, por su enojo sobre todo. Pero lo fui trabajando con la directora y el voice acting coach, Pablo Gandolfo, que me ayudaron a entenderla. No quería caer en el cliché de la mujer asiática que grita sin razón; en la televisión argentina se ve mucho eso. Pero en este caso Kimchi tiene un motivo: no le gusta que Brian (Rubino), que es su pareja, se esté rascando todo el día. Su presencia tiene un sentido dentro de la historia, y también su forma de ser y de hablar lo tienen.

Cho y Rubino (‘Despertar de primavera’, ‘Saltimbanquis’) compartieron la audición que los condujo directamente al elenco de ‘Avenida Q’ y conforman un dueto sumamente gracioso y efectivo en escena. “Es divino, aunque debo reconocer que al comienzo me chocaba su energía arrolladora. Yo no tenía la fuerza como para igualarlo, pero después todo se fue dando. Julián es un excelente compañero”, lo elogia. Sobre la directora, la actriz subraya lo estricta que es al momento de trabajar (“algo que me encanta”), sin por eso dejar de ser amorosa: “Tiene el equilibrio justo de ambas cosas. Siento que en todo momento me está ayudando a ser mejor artista”.

POCOS ROLES

Si bien actuó en otros títulos como ‘Marco Polo’ (también en el Maipo), ‘Fun Home’ y ‘La maldición de Rosita’, Andrea Cho admite que nunca confió “ciento por ciento en esta profesión, por lo que durante mucho tiempo fue para mí un plan B”. El teatro le gustó “desde siempre”, pero trabajó también como camarera, vendedora de ropa y auxiliar docente para hijos de inmigrantes coreanos.

Desencantada por no poder vivir de la actuación, después de estudiar durante un tiempo en la Fundación Julio Bocca abandonó todo. “Son muy acotados los roles que puedo llegar a ocupar -reconoce-. He ido a muchísimas audiciones y ya en la fila otros postulantes me miraban como diciendo ¿‘qué hace esta acá?’ Era algo muy feo, que me desanimó”.

Se acercó entonces a la Embajada de Corea y logró que la contraten para presentar y cantar en eventos de esa comunidad. La publicidad también fue una tabla de salvación para ella: “La mayoría de los comerciales que se filman acá son para afuera, y el estereotipo de la persona asiática que grita y no entiende nada, en otros países no existe”.

Segura de sí misma, plantea que nunca creyó “que las producciones debían darme una oportunidad porque sé que me la puedo ganar. Y también podría hacer autogestión. Yo puedo pelear por mi lugar, pero fijate como en Broadway empiezan a aparecer personas asiáticas en roles en los que uno no lo esperaría. Qué lindo sería que pase acá, ¿verdad?”

HACER REIR

Egresada del ISER con una especialización en doblaje, la actriz es hija de padres surcoreanos que llegaron a estas tierras porque “creían que, siendo la Argentina un país tan grande, ningún otro iba a venir a invadirlo”. La pareja acompañó siempre el sueño de Andrea de ser actriz aunque con cautela “porque les preocupaba que la fuera a pasar mal”. Fallecida su madre en 2019, su padre se reinventó como artista plástico y bailarín de tango, y Cho cree ver reflejada una parte de su historia en Princeton, la marioneta que protagoniza ‘Avenida Q’, “porque todos en cada etapa de la vida estamos buscando nuestro lugar; yo misma lo busco constantemente. Como ahora, con este proyecto con el que descubrí cuánto me gusta hacer reír. La gente sale feliz del teatro, como transformada, y me contagia su energía. Siento una satisfacción enorme”.