De qué se habla hoy

Algo huele a podrido en la castigada Argentina

"Something is rotten in the state of Denmark'' (Algo está podrido en Dinamarca), le decía Horacio, el buen amigo y consejero a un irritado príncipe Hamlet, en una de las más brillantes obras de William Shakespeare. Se refería a la política del Estado de aquel país en referencia a la actitud de sus entonces gobernantes. En la obra el autor pretendía con esa frase criticar la falta de valores de los que en aquel momento gobernaban el país, por eso me pareció que hacer referencia a esta cita en la Argentina de hoy, es casi obligado. En una catarata espeluznante de inconveniencias, nos pasan por la cara hechos que no resisten ni el más mínimo sentido de ética o moral. ¿Creerán quienes gobiernan de verdad que hemos alcanzado el estado de idiotas consuetudinarios o que el maldito Covid-19 nos ha adormecido la conciencia? De otra forma resultaría increíble que nos burlen de esta manera grotesca e insultante. Repasemos.­

En agosto del año pasado, en plena campaña, el actual Presidente dijo en una entrevista radial en alusión a la posibilidad de modificar la Corte Suprema: `Hay que pedirle a la Corte Suprema que sea la Corte Suprema. Tengo mucho respeto por sus jueces, porque nunca hizo algo que a mí me hiciera reaccionar en términos de Derecho. Seguramente dictó decisiones que no me gustaron o unas me gustaron más que otras, pero todo estuvo fundado. Todos son jueces, aún los que nombró (Mauricio) Macri, respetables, dignos, éticamente no se puede cuestionar nada de ellos'. Y ahora quiere romperla en mil pedazos y si lo dejan, llevar a quince el número de magistrados y dividirla por cámaras. No hay penalistas en el tribunal superior, porque quienes la integran deben ser constitucionalistas, pero la vicepresidenta quiere una cámara penal en la Corte y con jueces militantes, así se asegura salvar la ropa en la instancia final de la Justicia. Y Alberto Fernández accede, negando sus convicciones con solo unos meses de diferencia.­

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GESTO DESFACHATADO­

Pero hay más, el Presidente acepta formar una comisión de juristas para que preparen en 180 días un informe no vinculante, sobre cómo creen que debería modificarse la Corte Suprema y por supuesto, uno de los miembros de esa comisión no es otro que el abogado defensor en las causas de corrupción de Cristina Fernández. Intolerable, poco ético, desfachatado gesto. Otro de los miembros es un activo participante de Justicia Legítima y por supuesto de los once miembros de la comisión, la mayoría son militantes kirchneristas. Todo atado, todo a la vista del ciudadano que no puede reclamar mientras ve como se le ríen en la propia cara.­

Llega al Congreso el proyecto para modificar la Justicia, destruir el poder de Comodoro Py y colocar decenas de jueces adictos a los K para asegurarse que los juicios abiertos contra la familia Kirchner sigan detenidos o se cierren con absoluciones mentirosas al estilo Oyarbide o Rafecas o Canicoba Corral. Y Alberto Fernández mira por la ventana contando infectados por el coronavirus. En medio de tales maniobras, la Oficina Anticorrupción (OA), que dirige Félix Crous, recibió la orden de no apelar el sobreseimiento del ex titular de la AFIP Ricardo Echegaray. Más olor a podrido, más basura que tiran en la puerta de nuestras casas mientras el Presidente prepara sesenta medidas, que no planes, para salvar lo ya insalvable. La vicepresidente avanza con su logística para mantener la impunidad a cómo haya lugar y su elegido jefe de estado la deja hacer sabiendo que le estamos pasando por encima a la democracia con los pies sucios. Otra muestra de impunidad asquerosa son las declaraciones del intendente de José C. Paz, Mario Ishii, que reconoció que le cubría las espaldas a los narcos que reparten drogas con las ambulancias de la intendencia. Y me pregunto, que hubiera dicho el kirchnerismo si el que hubiera hecho semejante confesión hubiera sido un intendente de la oposición. Igual, aunque lo haya citado un fiscal y empiece el circo, ya sabemos dónde y cómo va a terminar este caso.­

No nos burlen más, sabemos de la connivencia de los políticos y las fuerzas de seguridad con los narcos, todos saben dónde se vende la droga y quienes la manejan pero nadie hace nada, los pactos hay que respetarlos y los socios son los socios. Que gracias a ellos hacen tan buenas campañas electorales, entre otras cosas. No hay nada que hacerle, el viejo Horacio tenía mucha razón: `Algo huele a podrido' y cada día más.­