Doctrina Social de la Iglesia

¿Alcanza con ser anti-aborto para ser provida?

Con alguna frecuencia –tampoco hay que exagerar–, se oye decir a algunos gobernantes y legisladores –incluso se da el caso de algún juez–, que son ‘provida’.
Suele asociarse a esta expresión “provida” con la oposición al aborto y, a veces, se agrega la atención de las madres ‘en estado de vulnerabilidad’ y de sus hijos por nacer -los principales protagonistas en todo este asunto dado que su vida es la que está en peligro-.
Estar a favor de los niños por nacer y de sus madres, por un lado, y en contra del aborto como su contracara, por otro, es muy loable. A dicha misión de acoger y de atender a las madres en situación de riesgo se dedican encomiables asociaciones en nuestro país de modo desinteresado y sin buscar ningún rédito político. Lo hacen, como suele decirse, ‘por amor a la causa’.
Con todo, surge un interrogante. ¿Alcanza con ser anti-aborto para ser ‘provida’? La pregunta parece pertinente en la misma medida en que la vida humana puede considerarse antes o después de la concepción: si antes, se trata de procurarla; si después, de cuidarla y buscar que llegue a feliz término en el nacimiento.

NAPROTECNOLOGÍA
Entonces es cuando se abre un panorama más alentador como es el vinculado a temas como la ayuda –no la sustitución– para que un nuevo ser humano sea concebido, y la protección del niño por nacer. En el primero de los escenarios, apunto un ejemplo de ayuda provida como la naprotecnología que, por cierto, debería no solamente ser más conocida en nuestro país sino apoyada por los gobiernos. La faz negativa del ‘antes’ de la concepción se abre en dos conductas contrarias al orden natural: la anticoncepción y la fecundación artificial. Además de su maldad intrínseca, tanto en uno como en otro caso se trata de ‘grandes negocios’ de las farmacéuticas y de las clínicas de fertilidad.
De este modo puede apreciarse que, si se trata de ser ‘provida’, la cuestión no puede reducirse a oponerse al aborto sino que, además, se trata de estar a favor de la concepción –y por consiguiente, en contra de la anticoncepción–, y de una concepción de acuerdo al orden natural teniendo presente que los hijos son un don–regalo– y no un ‘producto’ más o menos aceptable –o descartable– como en el caso de la fecundación artificial.

CALIDAD ETICA
Si usted, querido lector, llega a encontrar a políticos o a candidatos a legislador que estén a favor de la concepción y en contra de la anticoncepción y de la fecundación artificial, por un lado, y a favor del niño por nacer y de la atención de su madre en estado vulnerable y, por lo tanto, en contra del aborto, vótelos.
Esos políticos y legisladores serán los que mejoren la calidad ética del Gobierno y del Congreso. Supuesta la coherencia no solamente verbal sino efectiva, se convertirán en ese katejón -obstáculo- a las numerosas operaciones que se tejen en contra del pueblo argentino por otros políticos y legisladores que, aunque digan –palabras– ser ‘provida’, no lo son en sentido pleno por su incoherencia intelectual y prácticas inorgánicas.