Umbrales del tiempo

Alberto Migré

Alberto Migré (Felipe Alberto Milletari Miagro) nació en 1931 y falleció en 2006, en ambos casos en Buenos Aires. Fue guionista de televisión y autor, como escritor de las más exitosas telenovelas argentinas.

Debutó a los quince años en radio escribiendo radioteatros ya con el seudónimo de Alberto Migré, y algunos de sus textos radiales se convirtieron tiempo después en producciones de la pantalla chica.

Algunas de sus telenovelas más famosas fueron: ‘Dos a quererse’, ‘Rolando Rivas taxista’, ‘Pobre diabla’, ‘Adorable profesor Aldao’, ‘Mujeres en presidio’, ‘La pulpera de Santa Lucía’, ‘El hombre que me negaron’, ‘Inconquistable Viviana Ortiguera’, ‘Piel naranja’, ‘Pablo en nuestra piel’, ‘La cuñada’, ‘Ella contra mí’, ‘Esos que dicen amarse’, ‘Inconquistable corazón’, ‘Leandro Leiva, un soñador’, ‘El Rafa’, ‘Tu rebelde ternura’, ‘Un extraño en nuestras vidas’ y ‘Una voz en el teléfono’, entre tantos títulos más.

En radio escribió: ‘Altanera Evangelina Garré’, ‘Permiso para imaginar’, ‘Silvia muere mañana’, ‘Sin marido’, ‘Tal como somos’, ‘Desamparada’, ‘Cuando el amor es una mentira’, ‘El precio de ser otra’, ‘Teatro Palmolive del aire’ y más.

Para el cine fue autor de los guiones de las películas ‘Rolando Rivas taxista’, ‘Cargo de conciencia’ y ‘Ese que siempre está solo’.

Sumamente prolífico, sus más de setecientas historias se convirtieron en fenómenos populares.

 

ALGO PERSONAL

Alrededor del año 2000 tuve el honor de conocer a Alberto Migré, al que quise entrevistar para mi libro ‘Hablan los autores’. Migré era en ese momento presidente de Argentores, la sociedad de escritores de televisión, radio, teatro y cine, y aceptó gustosamente el reportaje por lo cual tuvimos una intensa conversación de la cual quisiera transcribir aquí algunos de sus comentarios. Obviamente me contó que sus primeras incursiones en el medio fueron en Radio Libertad con textos que interpretaba Chela Ruiz, y que también fue operador de sala y realizó efectos de sala en los radioteatros en los que era libretista. “Si bien es cierto que había acción en un radioteatro, después estaba la magia del relator que era donde uno se floreaba. Floreaba el verbo, el adjetivo, el sustantivo, todo”, opinaba con pasión.

Con respecto a las nuevas telenovelas declaró: “El espectro cambió. Hay una gama de matices mucho más grande comparada con aquella época donde la protagonista tenía que ser la chica inmaculada del primero al último capítulo. Cambió la sociedad, cambiaron las reglas del juego”.

Dado que Migré fue, al menos hasta aquel momento, el único autor del mundo que escribió una telenovela que terminó mal (‘Piel naranja’)

, le pregunté por qué se animó a eso. Recordemos que se trataba del enamoramiento de Marilina Ross hacia Arnaldo André pero ella estaba casada con Raúl Rossi, un hombre mucho mayor y sumamente celoso. Corría el año 1975.

Y me respondió: “Él era un enfermo. Yo no tenía escapatoria en ese momento porque estaba muy condenado por el clero, que decía que la novela era inmoral. Me propuse darle un final dramático. Al no concretarse el amor, él mata a esos dos personajes y muere de un síncope. Lo que ocurrió en esa novela fueron varias cosas. Era época de gran represión y al personaje de Rossi toda la gente joven lo vinculó al represor, al que no dejaba vivir. Pero, por otra parte, una persona que amaba tan siniestramente, como amaba este hombre, era un represor porque el amor tiene que ser mucho más generoso que eso. Si el amor de la mujer no era para él, él tenía que reconocer que había perdido porque es la única pérdida irreparable. Si dos no quieren, no hay amor. No tiene arreglo.”

Lo que también ocurrió es que esa telenovela comenzó a emitirse a fines de 1975 y continuó en 1976, cuando se instaló la dictadura militar con sus prohibiciones, y allí Migré no tuvo otra opción, según me comentó, que darle ese final trágico. Finalmente le pregunté cómo escribiría una telenovela hoy que las relaciones de pareja parecen tan light y hay cierta fobia al compromiso. Y me dijo: “Yo escribiría lo que sé, porque si no, no haría más que adaptarme a circunstancias y a copiar modelos que para mí no son modelos. No sé si escribiría bien una historia de dos personas muy jóvenes hoy, porque yo creo que el sentimiento es una cosa maravillosa o única e irrepetible, entonces lo haría a la antigua, como lo sé hacer. No creo que para escribir una historia de amor haya que innovar demasiado, por más que hoy se siente de otra manera.”

La conversación siguió pero no la puedo transcribir toda aquí. Sólo sé que para mí fue un momento histórico, inolvidable, y estoy feliz de haber compartido un pedacito con ustedes.