Ajuste de manual, economía bajo cero

“Las cosas van bien porque estamos haciendo lo que dicen los textos”. La frase la pronunció el presidente de la Nación, Javier Milei, en una de sus últimas entrevistas televisivas. Sentado frente al periodista de turno, denostó a la oposición y confirmó el rumbo de una economía que ya empieza a exhibir rasgos de congelamiento. 

Imperturbable, tenaz en su posicionamiento ideológico, convencido de que éste es el único camino posible, en las palabras del jefe de Estado muchas veces puede trazarse un paralelismo con la gestión Cavallo, a quien admira profundamente. El otrora ministro de Economía podía enfrentar el reclamo de los docentes de la Carpa Blanca, los jubilados encabezados por Norma Pla o los desocupados –la tasa de desempleo  rondaba el 18%- y explicarles que, aunque ellos estaban mal, la Argentina iba bien porque los números macro cerraban.

El presidente se aferra a sus textos de Economía, a las recetas de la Escuela Austríaca. Está seguro de que sólo mediante un ajuste brutal podrá establecerse algún tipo de orden en el sistema.

Sabido es que para Milei la señal de precios es sagrada y por eso le ha soltado las riendas al mercado generando este fenomenal desacople que hoy vivimos en el país y que se resume como el trimestre de los precios nuevos y los salarios viejos.

Liberados de los controles estatales, los empresarios iniciaron una descontrolada carrera para recuperar la rentabilidad que perdieron en gobiernos anteriores. Nada los detiene. Son más veloces que Carl Lewis y Ben Johnson juntos. Por ahora los precios no hacen más que subir pero los economistas liberales estiman que llegarán a su techo –y hasta quizás ensayen una parábola descendente- cuando se topen con la realidad: la gente, sin plata, ha dejado de consumir.

La frase podría sonar exagerada pero alcanza con salir a la calle para advertir el parate comercial. Aun en los rubros imprescindibles como es Alimentos la sociedad hace rato ya que practica la estrategia de sustituir primeras por segundas marcas, evitar las frutas y verduras de estación –con una lechuga a $5.000 el kilo- y diseñar menús que cuesten menos y rindan más.

Estamos, sin dudas, en el ojo de la tormenta. Desde diciembre, cuando tras la asunción de Javier Milei el segmento corporativo vio sueltas sus manos, aumentaron el transporte de pasajeros, la nafta –que volverá a subir en abril y mayo-, las cuotas de la medicina prepaga –llegaron a triplicar su precio-, los colegios privados, los insumos para la producción y toda una gama de productos finales. Y aun falta el salto de las tarifas subsidiadas de energía.

La motosierra trabaja con ritmo furioso. Aun cuando pareciera que ya no  hay más margen para el ajuste, cuando reina la sensación de que ya no entra un latigazo más en la espalda, la ingeniería del recorte saca otro conejo de la galera: esta semana se informó que pagarán tarifas plena en el servicio de energía todos aquellos que sean clientes de alguna empresa de medicina prepaga o que hayan comprado divisas, entre otros parámetros.

El fuerte recorte del gasto estatal, adonde la obra pública ha pasado a ser una de las principales víctimas, ordena las cuentas pero deja el tendal. La Uocra, el sindicato de la construcción, denunció que ya se produjeron más de 50.000 despidos en el sector. La empresa Acindar, productora de hierro y acero para la construcción, anunció que paralizará la planta por un mes ante la caída de la demanda.

Si el freno de la economía, al punto de quedar bajo cero, era condición necesaria para sofocar el proceso inflacionario y evitar el estallido de una hiperinflación, la pregunta que surge a futuro es cuál o cuáles serán los drivers que volverán a poner el motor marcha. Pues, salvo Walt Disney, no se puede permanecer congelados por siempre.

ASI ESTAMOS

El viernes, en la emisora Radio con Vos, el economista Rodolfo Santángelo, socio de Carlos Melconian, hizo una radiografía de la situación y actual y trazó algunas proyecciones a futuro, pese al horizonte cerrado y la impenetrable incertidumbre. Como resumen, dijo lo siguiente:

+ No habrá recuperación en V de la economía.

+ Este es un maratón de cuatro años. Un proceso de largo reordenamiento.

+ La inflación bajará a 1 dígito, pero quedará más cerca de 8 que de 3.

+ El Banco Central deberá avanzar con las micro devaluaciones (política de crawling peg) para no comprarse un problema más adelante.

+ El enfriamiento de la economía se traducirá en un aumento del desempleo, sobre todo en los sectores acostumbrados a trabajar con el Estado. Léase la Construcción, que es mano de obra intensiva.

+ Argentina es como esos equipos que recién ascienden a Primera División, están para pelear por no descender, no para salir campeones.

Vale preguntarse las razones por las cuales en medio de este ajuste histórico la figura del presidente Javier Milei sigue teniendo un alto respaldo.

Podría decirse que el núcleo duro de sus votantes, quienes están convencidos de la puesta en práctica de estas políticas liberales, ronda el 30%. El resto lo soporta, tal vez, porque no encuentra a la vista otra alternativa viable y, sobre todo, teme el retorno del kirchnerismo.

La gestión Milei les quita pero también les da. Los ahorca económicamente y les paga a sus votantes con una moneda que ellos estaban buscando: la limpieza y el ordenamiento del empleo público. Por allí pasa la motosierra, la bordeadora, la máquina de cortar el césped y, por si acaso, también la guadaña. 

Cada comunicado oficial anunciando el cierre de organismos como el Inadi o la agencia Télam, la baja de cientos de contratados, la reasignación de recursos, es saludado por una multitud que con gusto paga el precio económico con tal de ver en la calle a la militancia enquistada en las entrañas del aparato estatal.

Quienes defienden el rol estatal como la misma esencia del ser nacional, su espina dorsal,  su papel de árbitro en la economía, no encuentran argumentos ante situaciones indefendibles en la administración pública, trampas que sólo sirven para darle pasto a los libertarios que sueñan con el fin del Estado.

¿Cómo es posible que algunos municipios, ministerios, universidades y hasta el Congreso de la Nación no tuvieran en la puerta de entrada el reloj para que fiche el personal y así se registre su asistencia al trabajo? Instalado el control biométrico en la dependencia de la Municipalidad de La Plata en Los Hornos, los empleados se encargaron de destruirlo a martillazos.

El Gobierno indicó también que como parte de la auditoría interna en la Cámara de Diputados eliminó 78 cargos jerárquicos y dio de baja 220 contratos, con lo cual genera un ahorro de u$s 3,5 millones anuales. Y agregó: “Se informa que tras la implementación de la normativa de control de presentismo mediante registros biométricos (control por huella) ha aumentado en un 45% la cantidad diaria de empleados que concurren al trabajo”.

LOS CAUDILLOS

En una reedición de la puja entre unitarios y federales, algunas provincias reaccionaron de manera amenazante ante el quite de fondos por parte de la Nación. La advertencia de clausurar el envío de petróleo por parte del gobernador de Chubut, Ignacio Torres, es harto conocida. Esta semana, además, se le sumó Axel Kicillof, mandatario bonaerense, quien enfatizó que tiene las facultades de clausurar los puertos de la provincia por donde sale la soja, si es necesario.

El informe titulado Panorama de la deuda provincial, elaborado por la Fundación Libertad y Progreso, destaca que el ranking de deuda por habitante es liderado por las provincias de Neuquén, Chubut y Jujuy. De acuerdo a las estadísticas publicadas por la Dirección de Análisis Provincial del Ministerio de Economía al 30 de septiembre de 2023 (último dato disponible) se alertó que el total de la deuda pública provincial ascendió a $7,96 billones, equivalentes a u$s 22.750 millones.

“Del total de la deuda provincial, el 74,3% corresponde a la emisión de bonos provinciales, el  17,0%  a  organismos  internacionales  de  crédito,  el  2,7%  a  bancos  y  el  6%  restante  a  deuda  con  la  Nación,  que  incluye  al  gobierno  nacional,  al  Fondo  Fiduciario  Federal  de  Infraestructura  Regional  (FFFIR)  y  el  Fondo  Fiduciario  para  el  Desarrollo  Provincial (FFDP)”, recalca el documento.

Y agrega: “Si bien estos son números promedio, el peso de cada acreedor  sobre cada jurisdicción varía enormemente. Para siete provincias (San  Luis, Santa Cruz, La Pampa, Formosa, Tucumán, Catamarca y Jujuy) el acreedor mayoritario es la Nación. En el caso de dos jurisdicciones, San Juan y Corrientes, el acreedor mayoritario son organismos internacionales de crédito. Para las quince provincias   restantes, los acreedores mayoritarios son bonistas que decidieron adquirir los títulos de deuda”.

La situación administrativa de las provincias es crítica. “Sólo en 6 de las  24 jurisdicciones los ingresos  propios, que incluyen a los tributarios y otros no tributarios como las regalías, tienen un mayor peso que las transferencias que se reciben de la nación a través de la CFI y otras transferencias del gobierno nacional.

Esto da cuenta de que, en general, hay un elevado nivel de dependencia  de las transferencias nacionales,  automáticas y no automáticas, de las jurisdicciones subnacionales”, recalca el informe de Libertad y Progreso.

“Hoy en día todas las provincias, salvo Santiago del Estero, registran deuda con la Nación –recalca el paper-. Además,  20 de las 24 jurisdicciones  tienen  créditos  con  el  Fondo Fiduciario para el  Desarrollo Provincial (FFDP) y con el Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional (FFFIR). Créditos para los cuales no es inusual poner como garantía fondos coparticipables”, tal como hizo Chubut.

Por último, “entre las 24 jurisdicciones, la provincia de Neuquén lidera el ránking de deuda por habitante, con 1.583 dólares. Le siguen Chubut, con 1.317 dólares, y Jujuy, 835 dólares. En el otro extremo aparecen las provincias de San Luis, La Pampa y Santiago del Estero”. 

Dato mata caudillo.