Mirador político

Ahora piden consenso

El resultado del domingo ratificó algunos hechos conocidos e instaló, además, un nuevo escenario de poder.
Entre las ratificaciones hubo una clásica: los medios no ganan elecciones. Pese al clima de pesimismo y caos que sembró la mayoría de los medios, Javier Milei ganó cómodamente.
La consecuencia de la prédica periodística no fue, sin embargo, neutra. Incentivó una corrida cambiaria que le hizo perder mucho dinero a muchos jugadores del mercado financiero. El Tesoro norteamericano tuvo que salir el lunes a comprar dólares para frenar su caída y Luis Caputo a avisar que lo quería en no menos de 1.500 pesos.
A esa altura, la mayoría de los medios ya había cambiado de estrategia. El objetivo pasó a ser marcarle la agenda al Gobierno. En primer lugar, con el cambio de gabinete con el que venía machacando desde la semana anterior a partir de rumores que potenciaban la idea de que el Presidente iba a perder por paliza.
No hubo derrota, por lo cual el cambio de gabinete perdió sentido. Menos sentido aún tenía el cambio de rumbo. El martes fue necesario probar con otro libreto.
En ese punto, aparecieron las reformas laboral, impositiva y previsional. Milei ganó un poder inesperado en ambas Cámaras, pero no está en condiciones todavía de controlarlas. Para hacerlo debe sumar aliados y ahí surgió una nueva cuestión que fue “militada” por la prensa opositora: la búsqueda de “consenso”.
Los mismos que festejaban las derrotas aplastantes infligidas a la Casa Rosada por todo el arco político -peronistas, radicales, cívicos, trotskistas, etcétera-, pasaron entonces a pedir que el Presidente se sentara a negociar con peronistas, radicales, cívicos, trotskistas, etcétera. En fin.
¿Qué futuro podría tener, por ejemplo, la negociación sobre un cambio en la caduca legislación laboral con el peronismo? ¿Qué futuro tendría una baja de impuestos negociada con gobernadores que suben los impuestos provinciales para financiar su voracidad fiscal? ¿Qué entendimiento sería posible con los que aprobaron por ley y rechazaron los vetos de normas que imponían fuertes gastos sin financiamiento, que querían dinamitar el plan de estabilización?
Conclusión: entendimientos puede haber, pero no más allá de los trapicheos habituales en el Congreso. Las reformas de fondo deberán esperar.
La nueva correlación de fuerzas no parece autorizar, por lo tanto, cruzadas reformistas que puedan convertirse en derrotas políticas para el Ejecutivo y que carecerían, además, de efecto práctico. Las bancas ganadas dotaron a Milei de minorías capaces de impedir nuevos desmanes legislativos, pero no alcanzan, todavía, para construir el nuevo régimen al que aspira el Presidente libertario y que espanta a empresarios, sindicalistas, políticos “e tutti quanti”.
Otros hechos ratificados el domingo fueron la polarización y la inviabilidad del kirchnerismo como opción nacional. El fracaso de Provincias Unidas (que algunos llaman ahora “provincias hundidas”) demostró también que hay solo dos trincheras disponibles. En ese escenario el “consenso” resulta más que nunca una utopía.