ALEJANDRO A. DOMÍNGUEZ BENAVIDES RECUERDA A LAURA CORSO DE ESTRADA
Adiós a una querida maestra
POR GERMÁN MASSERDOTTI
El pasado 3 de septiembre se llevó a cabo un homenaje a la profesora Laura Corso de Estrada en el marco de las “XIX Jornadas De iustitia et iure” realizadas en la Universidad Católica Argentina. La filósofa argentina falleció a comienzos de mayo de este año. Se trató de una sorpresa para todos.
Las palabras de apertura del homenaje estuvieron a cargo del decano de la Facultad de Derecho (UCA), Pablo María Garat, y de Virginia Aspe y Alberto Ross de la Universidad Panamericana (México). El profesor Francisco Bertelloni (Conicet-UBA) expuso sobre “Teología política ayer, teología política hoy” bajo la moderación del profesor Alejandro A. Domínguez Benavides (UCA). Seguidamente, Alejandro G. Vigo (Universidad de los Andes, Chile) expuso sobre “Laura: una vida de estudio y de amor a la sabiduría”. Moderó Joaquín García Huidobro (Universidad de los Andes, Chile). Finalmente, las palabras de cierre estuvieron a cargo, nuevamente, del decano de la Facultad de Derecho (UCA).
Alejandro A. Domínguez Benavides, amigo de Laura y uno de los principales apoyos en la Argentina para la realización de las Jornadas De iustitia et iure, conversó con este diario.
APORTES
-¿Qué aportes hizo la doctora Laura Corso de Estrada al ámbito filosófico?
-La doctora Corso de Estrada, desde su tesis doctoral publicada como libro bajo el título Naturaleza y Vida moral, considerada como la primera investigación sobre la influencia de Cicerón como autor filosófico en Tomás de Aquino, a lo largo de sus páginas recuerda que Tomás concede autoridad a las posturas de Cicerón, lo cita en la Summa Theologiae junto a Aristóteles y en convergencia doctrinal con él. En otras ocasiones es citado junto a Ambrosio, a Agustín, a Gregorio, a Juan Damasceno. Tomás juzga ciertas tesis de Cicerón asimilables a textos de la Escritura. Me viene a la memoria un pasaje de la Summa Theologiae donde vincula la noción que “Tulio”-así lo llama- ha expuesto de la humilitas con lo expresado en la primera Carta de San Pedro. La profesora Corso hizo un discernimiento de las sendas del encuentro filosófico de Tomás de Aquino con Cicerón. La compulsa doctrinal se centró en los núcleos temáticos que ha puesto de relieve las citas ciceronianas expresas en el corpus del escolástico. Por ejemplo: la concepción sobre la naturaleza de la virtud, el origen de la virtud moral, la concepción de la ley natural, la noción de virtud cardinal y las virtudes cardinales y sus partes.
No quiero olvidarme de su última gran contribución: la traducción al castellano del De Legibus de Cicerón. Sin exagerar la considero la mejor. La Introducción, donde se preocupa en poner de relieve el lugar que ocupa Cicerón en la Historia de la Filosofía, rebate con suficientes pruebas los cuestionamientos realizados por Theodor Mommsen en su famosa Historia de Roma donde reduce las condiciones filosóficas a una mera emulación de exposiciones griegas de observable relevancia.
-¿Qué significaban en la vida de Laura las Jornadas De iustitia et iure?
-Hace unos días estaba releyendo El Banquete de Platón y vuelvo a este fragmento para responder a su pregunta: “Estaría bien, Agatón que la sabiduría fuera una cosa de tal naturaleza que, al ponernos en contacto unos con otros, fluyera de lo más lleno a lo más vacío de nosotros, como fluye el agua en las copas, a través de un hilo de la lana, de la más llena a la más vacía”.
Laura consideraba al conocimiento como una aventura -concepto que no coincide con ciertas pedagogías hedonistas que han arruinado el colegio y la universidad- que presuponía un esfuerzo que nadie podía realizar en su (nuestro) lugar. Para Laura, el saber no era un don, sino una laboriosa conquista. Las Jornadas han sido un ejemplo práctico de su filosofía de vida. Fue su alma mater y además su cuerpo. Las Jornadas fueron su preocupación y su ocupación. Recuerdo que con humor algún colega decía: el día 31 de diciembre recibí la primera circular de las Jornadas, ¿Laura, no festeja el año nuevo…? Sí, además festejaba y seguramente cocinaba los platos a servirse en la Noche vieja. Era una excelente anfitriona y nada podía dejarse librado al azar. Ella representaba a la Facultad de Derecho de la UCA y le dedicaba varias horas a la organización. Las Jornadas ocupaban siempre tres días a finales de agosto. Puedo decir que eran una parte importante de su vida. El día miércoles a mediodía ya estaba pensando con la comisión científica y organizadora el tema de la correspondiente al próximo año.
-Hago votos para que, con el mismo empeño que cuando Laura estaba entre nosotros, sigan realizándose las “Jornadas De iustitia et iure”. ¿Será así?
-Agradezco sus buenos deseos para que las Jornadas continúen. El comité organizador está integrado por representantes, aparte de la UCA, de las Universidades de Los Andes de Chile, de la Panamericana de México y de Navarra de España. Me gustaría mucho que las Jornadas siguieran celebrándose en nuestra Facultad de Derecho. Creo que es una ocasión única para mostrar ese maravilloso perfil humanístico que tiene el claustro de profesores para transmitírselo al alumnado. Claro que esta decisión depende exclusivamente de las autoridades de la Facultad. No obstante, le puedo asegurar que tengo un presentimiento -no es nada oficial-: que más allá del lugar en que se hagan y en el formato que se elijan las Jornadas se seguirán llevando a cabo. Este año se cumplen diecinueve años que se celebran, ni la pandemia las detuvo… Laura desde la eternidad nos ayudará a discernir qué es lo mejor. Seguramente va inclinar la balanza hacia mi presentimiento.
AMISTAD
-Por último, ¿cómo recordaría a Laura en pocas palabras?
-La recuerdo en primer lugar como una amistad que nació en la Universidad y eso habla muy bien de ella. El mundo académico en general es muy miserable, los egos, las envidias, las vanidades, las intrigas y las falsedades están al orden del día, pero también hay ejemplos de generosidad y haciendo un balance de mi vida universitaria puedo agradecer la protección de Dios que puso en mi camino personas como Laura. Y discúlpeme que vuelva al Banquete de Platón referido anteriormente, demostró en vida que el saber no puede transmitirse de manera mecánica de una persona a otra como “el agua que fluye a través de un hilo de lana de una copa llena a otra vacía colocada debajo”. No, el verdadero maestro suscita admiración, estimula al discípulo a emprender la aventura del conocimiento. Y conversar con Laura era estimulante porque nunca tenía una respuesta categórica siempre nos generaba la duda, el cuestionamiento, la relectura de los textos en síntesis la búsqueda incansable de la verdad.
Platón en El Banquete compara al filósofo con el enamorado suspendido entre ignorancia y saber, entre pérdida y adquisición, está condenado de por vida a perseguir el objeto de su deseo sin lograr nunca aferrarlo del todo. Así la recuerdo a Laura Corso de Estrada, amiga, colega y -aunque a ella no le gustaba que se lo dijese- como una querida maestra.