Acerca del discurso del Presidente de la Nación

Por José Luis Rinaldi (*)

“Me referiré fundamentalmente al aspecto económico de mi gestión. No porque sea el más importante, o por una concepción economicista de la vida o por deformación profesional, sino porque por razones de urgencia ante el desorden, desquicio y gravedad de la situación heredada he estado obligado a tomar decisiones que han producido malestar en la ciudadanía. Estimo que la frase de la cual quizá haya abusado: ‘No hay plata’, es suficientemente elocuente de cual ha sido el punto de partida.
La pobreza hoy en la Argentina supera el 50 por ciento de la población y la desocupación tiene también un índice muy alto. Ante esos porcentajes alarmantes que afectan prioritariamente a los sectores más desprotegidos, que llevan a situaciones de hambre, sí de hambre en el sentido más pleno de la palabra para muchos de nuestros conciudadanos, es lo que ´me´ y ´nos´ ha llevado a poner como prioridad buscar restablecer la cordura y el buen sentido en la política económica, sin desmerecer los demás ámbitos.
En este corto lapso de Gobierno se han tomado medidas muy severas que hacen al gasto público buscando equilibrar las cuentas fiscales; también fuertes ajustes en la política monetaria, recortes en la Administración Pública, todo lo cual ha producido resultados alentadores que indican que estamos en el camino correcto.
Pero tampoco se trata aquí de mostrar logros ni de autoelogios para la gestión de Gobierno; el tiempo lo dirá. Sí ocurre que muchas veces las buenas noticias de la macroeconomía no lo son, al menos en lo inmediato, para la microeconomía.

CIUDADANO COMUN
Por ello es que quiero comunicarme con el ciudadano común, con aquel que carece de prebendas o de privilegios, a aquel que todos los días aporta su grano de arena a la sociedad y a aquellos que pese a carecer de trabajo, o estar percibiendo una magra jubilación, están haciendo un tremendo sacrificio ante la difícil situación que atraviesa la República; a aquellos a los que pensar en el día de mañana los angustia. A ustedes, para quienes “deuda externa”, “riesgo país”, “tasa de interés”, “dolarización”, “base monetaria”, “superávit fiscal”, “cepo” y tantas otras palabras poco o nada les dicen, pues la cuestión es vivir y hasta sobrevivir cada día y ver alguna perspectiva.
Quiero decirles que todo ese esfuerzo que están realizando no es en vano; que solo puedo agradecer y valorar que continúen luchando por la Argentina que nos merecemos; que vamos a dominar a ese monstruo llamado “inflación” que cada día nos vuelve más pobres. Sepan que hay un futuro, y que quien les habla y sus colaboradores estamos poniendo lo mejor de nosotros para salir adelante y así el país les asegure dignidad y crecimiento a las familias de nuestra querida Argentina.
Gracias sí, pues se les está pidiendo paciencia más de la cuenta; gracias porque no se desaniman, porque todavía tienen buen ánimo, sonríen, tienen esperanza. Gracias porque siguen teniendo confianza que si todos ponemos el hombro, si nos apoyamos entre nosotros, si revalorizamos la solidaridad, saldremos de esta crisis.
Gracias también por la comprensión; sepan que estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para volver al camino del desarrollo, del progreso, de la prosperidad y del bienestar general.

GRACIAS POR EL SACRIFICIO
Gracias por el sacrificio, la austeridad, la postergación temporaria de legítimas y merecidas aspiraciones, la dignidad con que están viviendo este duro presente. Pero sólo así podremos acceder a una educación inclusiva y de calidad, a un sistema sanitario que nos cuide y cure, a superar el miedo cotidiano de la inseguridad, a una política de Defensa que guarde y asegure nuestra soberanía; a la creación de empleo; a poder recurrir a una justicia eficaz, rápida, objetiva, con igualdad ante la ley. Lograremos también así que muchos compatriotas puedan volver a insertarse en el mundo del trabajo, devolverles la dignidad de ganar su propio sustento permitiéndoles así su desarrollo pleno como personas para sí y su familia. ¿Para qué una educación pública y gratuita si sus hijos no pueden acceder a ella?
No tengo soluciones mágicas; no quiero vender ilusiones ni un futuro promisorio en lo inmediato; no. Mis palabras deben tomarlas como agradecimiento por lo hecho y como invitación a continuar con el sacrificio, con el esfuerzo como hasta ahora pues el camino es largo y lleno de dificultades; entonces sí podremos hablar de la Argentina como esa tierra de promisión en la que creyeron nuestros antecesores.
Porque hoy aún no tengo anuncios que vayan a aliviar la delicada situación; solo puedo convocarlos a continuar, a no desanimarse, a apretar los labios, encontrarnos en nuestro interior con aquel país que soñamos, sacar fuerzas de nuestros afectos más cercanos, apoyarnos y confiar.
Los convoco a transitar esperanzados estos meses, porque la recompensa será grande, para nosotros y la posteridad. Cuando las nubes se disipen y el sol salga, estaremos orgullosos y lo viviremos como lo que es: una epopeya que quedará en la historia. Los argentinos de bien pudieron.
Y más aún, ese continuar puede que todavía nos exija más esfuerzo; hoy nuestro desafío es exportar, exportar y exportar; y si eso conlleva quizá tener que privarnos de más comodidades o más bienes, tener que recurrir a productos sustitutos, hacer más sacrificios, también les pediré que me acompañen. Me comprometo a explicarles periódicamente hasta donde hemos llegado, cuáles han sido los logros, el por qué de algún fracaso y lo que aún debemos recorrer; porque el mérito no estará en quien les habla ni en quienes me acompañan, sino en cada uno de ustedes, que creyó, comprendió y luchó para lograrlo.
Vamos a salir, no duden; pero el camino es arduo, empinado, con obstáculos. ¿Pero acaso no somos hijos de Saavedra, San Martín, Belgrano y tantos otros compatriotas que dejaron todo en su lucha por la libertad, la soberanía y la grandeza de nuestra Argentina? Para y por eso somos argentinos: estamos hechos de metal de la mejor ley; hagámoslo brillar.
Ya nos dijo el poeta: “El nombre de tu Patria viene de argentum. ¡Mira que al recibir un nombre se recibe un destino! En su metal simbólico la plata es el noble reflejo del oro principal. Hazte de plata y espejea el oro que se da en las alturas, y verdaderamente serás un argentino. ¡El futuro es nuestro, compatriotas!”

(*) El autor, luego de escuchar con beneplácito las palabras del Presidente de la Nación inaugurando las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, soñó esa misma noche que el discurso también había incluido los párrafos que se transcriben.