El análisis del día

A la vida también se la ­puede encontrar en el dial

 

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Hace muchos años, el grande de Antonio Carrizo dijo convencido: "Donde haya una radio no hay nadie que se sienta solo''. Y llevaba razón. La esencia de la radio es ser la compañía de quien quiera escucharla, es esa voz o esa música que está ahí, siempre, como diciendo a quien las escucha "podés contar conmigo''. ­

Hoy, esta vieja centenaria que goza de buena salud, necesita que la celebremos por su incansable labor de nunca dejarnos solos, de contarnos lo que necesitamos escuchar, de decirnos a modo de susurro o en voz bien alta que pasan cosas, que esas voces que reconocemos como amigas incansables, nos informan, nos aconsejan, nos entretienen, nos cuentan deportes y políticas, nos llevan al mundo de la imaginación forzada, donde nos obligan a imaginarnos situaciones, darle imagen a lo que las voces nos cuentan e incluso ponerle un rostro a esa voz que nos llega desde la radio. No es exagerado suponer que la radio es en verdad el escenario donde nuestra imaginación sale a poner en juego todo su repertorio.­

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UN SIGLO­

Hace cien años, un grupo de intrépidos conocidos como `los locos de la azotea', se atrevieron a realizar la primera transmisión de radio del mundo. Fue un 27 de agosto de 1920. Cuatro jóvenes amigos, Enrique Telémaco Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, desde la azotea de un edificio ubicado en Cerrito y Charcas, colocaron una antena que emitiría lo que le dictaba el micrófono situado en el paraíso del teatro Coliseo. De pronto una voz voló por el aire de Buenos aires y llegó hasta las cincuenta radios a galena cuyos propietarios esperaban ansiosos: "Señoras y señores: la sociedad Radio Argentina les presenta hoy el festival sacro de Ricardo Wagner, `Parsifal'...'' La voz de Susini abrió una transmisión de tres horas. Nacía la radio. Desde aquel día los argentinos vivieron durante muchos años pendiente de aquella caja mágica que tuvo las formas más variadas. De las primeras de madera con forma de capilla y una ventana iluminada por una lucecita pálida amarillenta que llamábamos dial recorrida por una aguja sostenida por dos hilos, hasta un pequeño chip que hace de nuestros celulares la radio más moderna. ­

No podemos olvidar la irrupción de los transistores y con ellos la aparición de las primeras portátiles como la Spica y la Hitachi, que nos dejaron ir con la radio a todas partes. ­

En el primer año de su existencia la radio se limitó a la transmisión de música clásica pero ya en 1922 nacía su apetencia informativa y así los porteños pudieron oír en directo la asunción del presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Un año más tarde se incorporó el deporte y en octubre de 1923 llegó el relato de la `Pelea del siglo' entre Luis Angel Firpo y Jack Dempsey. Justo un año más tarde el fútbol llegaba a la radio para quedarse con la transmisióm del partido entre las selecciones de Argentina y Uruguay. ­

Para esa época aparecieron las primeras publicidades a las que llamaron  `reclames'. Para terminar con el relato de los comienzos de la radiofonía argentina, a finales de esta década nacía el radioteatro en su forma primera basada en canciones y payadas.  Y la radio ya se había instalado en las casas, ya era el centro de reunión en las salas y los comedores. El `dejen escuchar' fue la llamada de atención previa al silencio obligatorio. ­

Y entonces la familia se sentaba alrededor de un `aparato' para deleitarse con radioteatros que marcaron toda una época y oyendo las voces de sus ídolos cuyas caras solo podían ver en las revistas Radiolandia, La Canción Moderna y Antena. Los autores más reconocidos de aquellas novelas atrapantes como Abel Santa Cruz, Nené Cascallar, Horacio Migré y María del Carmen Martínez Paiva pusieron la letra para que voces como las de Oscar Casco, Hilda Bernard, Susy Kent, Rosa Rosen, Jorge Salcedo, Julia Sandoval y Eduardo Rudy consiguieran atrapar a sus oyentes que esperaban ansiosos cada capítulo.­

Entonces se sintonizaba la emisora favorita y comenzaba el sueño, ojos entrecerrados y la imaginación jugando para convertir aquel relato en películas imaginarias. Pero no solo el romance y la avetura conquistaban oyentes. Los mediodías de los fines de semana la radio llevaba las risas a las casas y el vermú era acompañado por la alería que derramaband genios como Los cinco grandes del buen humor con Pato Carret, Jorge Luz, Juan Carlos Cambón, Zelmar Gueñol y Guillermo Rico, La revista dislocada de Délfor Dicásolo y Aldo Cammarota, Tincho Zabala, Pepe Arias, el dúo Buono-Striano, Juan Carlos Mareco `Pinocho' y Pepe Iglesias `el Zorro'. ­

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UN NUEVO MEDIO­

El reinado de la radio sufriría un golpe a su corazón cuando en la década de los '50 nace la televisión. Muchos entonces auguraron la desaparición del sonido frente a la llegada impertinente de la imagen. Al poco tiempo el efecto `tele' solo había conseguido que la familia no rodeara el aparato sino que enefrentara una pantalla y la radio dejó de ser para todos y pasó a ser una compañía individual. Pero no pudieron doblegarla, se adecuó y se preparó para dar batalla. Los programas principales pasaron a ocupar los horarios matinales y nacieron nuevos que serían el modelo que seguirá la radio hasta hoy. Aparecen entonces el `Fontana show' de Cacho Fontana y `Rapidísimo' de Héctor Larrea. La noticia cobró importancia y la palabra empujó la música hacia la tarde y la noche. Y otra vez el concepto de `compañía' volvió a tomar importancia, las amas de casa, por ejemplo, hicieron de la radio su compañera matinal, si hasta algunas eran capaces de mantener un diálogo con aquel interlocutor sordo que le proponía temas para la polémica. ­

En la década del '70  aparecen las primeras emisoras en frecuencia modulada (FM), produciendo una división en el espectro radiofónico, donde las AM quedaron dedicadas a la información y las FM a la música, división que el paso de los años acomodó mejor y repartió las tareas y hoy ambas frecuencias comparten información y música, salvo mínimas excepciones. Es verdad que las FM ganaron la noche; locutores y locutoras con voces graves y seductoras entendieron que ese era el tono esperado por los oyentes fatigados de un día de trabajo. ­

Además a la madrugada la televisión estaba vacía. Surgieron voces femeninas como las de Nora Perlé, Betty Elizalde, Nucha Amengual y Graciela Mancuso, sumadas al estilo cautivador de Omar Cerasuolo, dedicado al folklore latinoamericano y Juan Alberto Badía, orientado al rock. Badía fue después mucho más que eso y supo poner un pie exitoso en la radio y en la tele, además de convertirse en un maestro, en un modelo a imitar. Un tiempo después aparecieron frente a los micrófonos los periodistas, los expendedores de noticias e informaciones que se ganaron pronto el reconocimiento de la audiencia. Bernardo Neustadt, Magdalena Ruiz Guiñazú, Santo Biasatti, Nelson Castro, Alfredo Leuco, Román Lejtman, Eduardo Aliverti, Ana María Muchnik y José María Pasquini Durán, son algunos de los `conquistadores' de oyentes. ­

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SIEMPRE VIGENTE­

Para los argentinos la radio es mucho más que todo esto, es la que nos dejó clavadas en la memoria algunas astillas de la historia. El anuncio de la muerte de Eva Perón que conmovió al país, los comunicados de las revueltas militares que nos ponían en alerta, ``Los tanques de los azules avanzan hacia la casa de gobierno'', fue una de las frases que quedaron para siempre. La radio llevó a nuestras casas el miedo y la euforia; nos hizo suponer y dudar, nos acercó a hechos que nos conmovieron y marcaron para siempre. Hacer una crónica de la radio en Argentina sería demasido extenso, porque nuestra vida está atada a la radio, ella forma parte de nosotros y hoy tiene más peso en la opinión pública que los diarios y la televisión. Algunos programas de información política superan los cinco millones de oyentes cada día, este es el certificado de que la radio está viva, dando pelea y haciéndose dueña de la opinión pública.­

Hoy se cumplen cien años desde la aventura de los `Locos de la azotea' y es mucha el agua que corrió bajo este puente de palabaras y sonidos que siempre buscó acompañarnos, estar a nuestro lado para que usemos de ella como mejor nos plazca.­

Muchos nombres quedaron afuera de esta crónica pero la intención de la misma solo era demostrar que con los cambios que soportó, con los rivales que fueron apareciendo, la radio, la maravillosa radio, forma parte de nuestra idiosincrasia porque es nuestro eco, es quien nos acompaña para curarnos soledades y enojos o para soportarnos desamores o euforias. ­

La radio es un psiconalista de barrio, pero útil porque nos motiva, nos sacude, nos obliga a pensar y sobre todo es incapáz de juzgarnos. Comenzamos este texto con una frase de unos de los héroes de la radiofonía argentina, Antonio Carrizo, y vamos a terminarla con otra frase suya que define el espíritu más útil de la radio: "Nunca olvides que muchas veces la radio es el primer y acaso único escalón de ilustración que tienen millones de personas''. Gracias entonces a esta maestra que a través de las ondas nos predispone a recibir una lección a cada rato.­

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