A Maradona, lo mató Maradona

POR JAIME SELSER (*) 

Toda muerte supone una pérdida y toda pérdida supone un duelo. Y cuando muere algún héroe o un ídolo de una sociedad, la pérdida deja de ser una pérdida individual y pasa a ser una pérdida colectiva y el duelo deja de ser un duelo individual y pasa a ser un duelo colectivo.

El fallecimiento de Diego Armando Maradona, digamos que prematuro, porque falleció con tan solo 60 años, víctima de un edema agudo de pulmón y una insuficiencia cardíaca, tres semanas después de haber sido operado de un hematoma subdural en la cabeza. Dejó una herida abierta en la sociedad, resultando tan grande el shock y el dolor por su pérdida que pareciera que ciertos sectores de la sociedad necesitan encontrar un “chivo expiatorio” alguien a quien echarle la culpa por su muerte.

Pero, lamentablemente la realidad es una sola, única, objetiva y concreta. Y es que Maradona eligió cada uno de los eventos que lo fueron conduciendo a un desenlace tan triste. Su indeseado deceso, ha sido fruto de decisiones personales, propias, él eligió libremente, en absoluta conciencia y uso de su libre albedrío su manera de vivir. Aunque duele decirlo hay que señalar que a Maradona nadie lo obligó a meterse cosas en la nariz, nadie lo forzó a tomar alcohol en forma desmedida. Nadie le puso un arma en la cabeza para que no se internara o hiciera los tratamientos aconsejados oportunamente por los profesionales. Nadie y por supuesto, como es lógico y corresponde, lo obligó a no internarse en una institución para tratar sus problemas de consumo y sus problemas médicos.

CHIVO EXPIATORIO

Pero existe una especie de desesperación social por encontrar ese “chivo expiatorio”, o un grupo de falsos “culpables” por algo que tanto le duele a la sociedad. Eso sería como tener a alguien con quien enojarse por la pérdida. Analicemos la cuestión desde un punto de vista lógico y veremos que hemos llegado al extremo del ridículo de estar imputado y enjuiciando a varias personas que tenían un trato directo y cotidiano con el ídolo, haciéndole creer a la sociedad que son nada más y nada menos que “asesinos”.

Los acusados son Leopoldo Luque (neurocirujano y médico personal de Maradona), Agustina Cosachov (psiquiatra), Ricardo Almirón (enfermero), Gisella Madrid (enfermera), Nancy Forlini (médica de Swiss Medical), Mariano Perroni (jefe de enfermeros), Carlos Díaz (psicólogo) y Pedro Di Spagna (médico clínico).

El delito que se les imputa es el de “homicidio con dolo eventual”, que prevé penas de entre 8 y 25 años de prisión.

Incluso por la malicia de la cuestionada e inmoral doctora Julieta Makintach, un custodio del talentoso delantero fue detenido en el propio juicio, una vergüenza o mejor dicho vergüenza ajena para la justicia, meter preso a alguien que se ocupaba de la seguridad de Maradona como si esa persona hubiese podido evitar que ese señor hiciera de su vida lo que quiso. Intimidado y confundido por un interrogatorio direccionado por una jueza inmoral, se dio la locura y el show, el peor atropello, le robaron su libertad, que gracias a Dios ahora por la torpeza de la Jueza/actriz, recuperó.

Todo como el reino del revés, en donde nada el pájaro y vuela el pez, estuvo preso un inocente total y absoluto. Se lo encarceló para alimentar la hoguera del show de un documental que la propia presidenta del tribunal era la futura protagonista.... hasta dónde puede llegar la inmoralidad de las personas de robarle la libertad a alguien para lograr un beneficio personal y un cholulismo irrefrenable. Y el cual, seguramente, le iba a tributar muchísimo dinero a ella.

Perdón debería pedir la justicia y me imagino que todos los argentinos de nuestro bolsillo vamos a tener que pagar el juicio que ese señor custodio le va a hacer al estado por haber sido gravemente vulnerado sus derechos.

Volviendo a los “falsos culpables”. Todos ellos son parte de un entorno que pocos tenía para hacer frente a una persona que hacía uso de su derecho a tomar las decisiones que se le antojaban respecto de su propia vida. Reitero por enésima vez Diego Armando Maradona era una persona adulta absolutamente libre y con derecho a hacer lo que quisiera de su vida, su cuerpo, su patrimonio y sus vínculos.

HOGUERA PUBLICA MODERNA

Veamos hasta qué punto puede llegar la imbecilidad humana y la necesidad de montar un "show" para establecer una suerte de hoguera pública moderna, en cual había que calcinar la vida la libertad y el patrimonio de un grupo de allegados de Diego Armando Maradona que pareciera ser que para una parte de nuestra sociedad no puede ser que alguien se muera. Y menos si lo queremos mucho aunque haya hecho cualquier tropelía y desarreglo que lo llevaran a la muerte por lo tanto el mensaje sería "si se muere alguien va a pagar aunque sea inocente y no tenga la culpa".

Quién puede imaginar que el enfermero de Diego Armando Maradona podía obligarlo a este hacer o tomar determinadas conductas que el propio Diego Maradona no quería hacer. No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que ni su médico ni su psiquiatra ni ningún coordinador médico, ni su custodio, podían imponerle conducta alguna a una persona de 60 años que no estaba declarada incapaz por un juez, que estaba en pleno uso de conciencia y conocimiento de sus actos y el uso de sus derechos y sus facultades mentales. A Diego Armando Maradona nadie lo podía controlar ni nadie le podía imponer nada. Ni su primera e histórica ex mujer ni la siguiente mamá de su hijo, ni sus hijas, ni su médico, ni su enfermero, ni la obra social, ni nadie. Maradona era un hombre adulto mayor lúcido consciente de su estado de salud, se dice que con un problema serio de consumo de alcohol y de estupefacientes y que nadie había declarado inhábil como para imponerle conducta alguna.

Qué esperaban que hiciera el médico al que han tratado como si fuera el mismísimo satanás: el doctor Leopoldo Luque o el propio doctor Morla, su abogado, del cual se han escuchado audios en los cuales decía cosas absolutamente razonables. En los audios le aconsejaba ciertas conductas al "pibe de oro" pero como queda bien claro, no le podía imponer nada, porque el que decidía era el propio Diego Armando Maradona.

Volviendo al médico y a la psiquiatra y al resto de los acusados. ¿Qué estaban esperando la justicia y la sociedad...qué querían que hicieran ellos?. ¿Qué lo obligaran o forzaran a Maradona a tomar la medicación?. ¿Qué obligaran a Maradona a no tomar alcohol?, ¿o que lo obligaran a Diego Armando Maradona a no consumir estupefacientes?. O más contundente, ¿que lo obligaran a Diego Armando Maradona a internarse en contra de su voluntad?

CARNE Y HUESO

El ídolo, el que nos llenó de alegría, el héroe nacional. Diego Armando Maradona, era de carne y hueso y era un hombre libre, era un adulto en uso de todos sus derechos y como persona adulta y ciudadano de la nación Argentina tenía derecho a hacer de su vida lo que él quisiera o ¿tenía que venir la psiquiatra el médico el enfermero el custodio o la obra social a decirle lo que él tenía que hacer?. Todo ese entorno y todas esas personas, lo mismo que su familia directa, seguramente lo asesoraron, le indicaron lo que le convenía lo que creían que era mejor para él, pero él hacía un legítimo uso y derecho de su libertad individual de hacer lo que quisiera. bueno así las cosas tanto hizo lo que quiso que terminó como terminó. En definitiva, todo ese entorno más que estar sentado en el banquillo de los acusados y estar queriendo ser utilizados como un “chivo expiatorio” de una muerte que se podría haber evitado deberían haber recibido un reconocimiento por parte de la sociedad, porque de alguna manera transitaron la difícil situación de querer marcarle lo más conveniente para sí mismo, con el agravante de que en muchos casos eran empleados del mismísimo Maradona, es decir, sus consejos también tenían un límite y el límite era que quien necesitaba el consejo era quien les daba el trabajo, por lo tanto, contradecirlo podía implicar automáticamente el despido. Lo que sucedió es que Maradona, simple, sencillamente directa y abiertamente los desoyó e hizo lo que quiso.

Guillermo Coppola, que tuvo una relación única de cercanía con Diego Armando Maradona cuenta que lo peor que alguien le podía decir al ídolo es “Cuídate Diego” porque si le decías esto la respuesta del “Diez” era automáticamente mandarte al demonio para decirlo elegantemente.

Esta pequeña anécdota y esta caracterización revelan el recelo qué tenía el “Crack”, respecto de sus propias y libres decisiones personalísimas. Y revela que cómo al héroe y al ídolo de todos los argentinos le molestaba la injerencia de los demás en sus propias decisiones, una cuestión que es absolutamente atendible lógica razonable y sensata porque cada uno hace lo que quiere como quiere y cómo puede con su vida y con sus cosas.

Y esta caracterización tiene gran para comprender este asunto porque la amistad entre Guillermo Coppola y Diego Maradona duró aproximadamente 18 años, desde 1985 hasta 2003. Se conocieron cuando Maradona comenzaba su carrera en Italia y Coppola se convirtió en su representante y amigo cercano. Si bien su relación laboral y personal fue muy intensa, con el tiempo surgieron conflictos que llevaron a la ruptura de su amistad.

Así, lamentablemente solo queda decir que duele no tener al ídolo. Duele su muerte. Duele haberlo perdido. Duele que haya fallecido en forma tan prematura. Y nos regocija el recuerdo de su gloria con la que regó nuestro suelo, su magia, su decisión futbolística. Su habilidad cósmica con la pelota. Las infinitas e inolvidables alegrías y hazañas futbolística que nos regaló.

Pero, por más que pese, y por más que duela lamentablemente hay que decir que si alguien mató a Maradona ese ha sido Maradona.

A veces nos cuesta asumir la realidad, porque la realidad duele y como duele o no la queremos ver o necesitamos a alguien más para echarle la culpa. Y como dice el gran escritor argentino de aforismos, José Narosky: “Cuando leo que se asesinó a un hombre desearía ser analfabeto”.

(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Analista político y de medios de comunicación.