A 40 años: Los protagonistas del Juicio a las Juntas recibieron el Doctorado Honoris Causa de la UBA
El homenaje se realizó en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho, y se trata de la máxima distinción honorífica que otorga esa casa de estudios. Encabezados por León Carlos Arslanian, al emprender la breve caminata en el escenario, un sostenido aplauso de varios minutos con el público de pie brindó estatura del reconocimiento a los cuatro integrantes del tribunal presentes.
Bajo el óleo de 12 por 8 metros de Antonio González Moreno, que representa la inauguración de la UBA en la Iglesia de San Ignacio en 1821, Arslanian (83), Ricardo Gil Lavedra (76), Guillermo Ledesma (82), y Jorge Valerga Áraoz (86) se sentaron en los imponentes sillones de jacarandá, tapizados en cuero tafilete rojo, y protagonizaron la ceremonia. Junto a ellos, el rector, Ricardo Gelpi; el decano, Leandro Vergara; y la encargada de homenajearlos, Mónica Pinto, completaron la mesa. En las primeras filas, podía verse a familiares de Andrés D’Alessio (1940-2009), Jorge Torlasco (1935-2014), y el fiscal, Julio César Strassera (1933-2015), quienes recibieron el diploma y la medalla post mortem.
Las tres hileras de butacas rojas se poblaron de autoridades universitarias, y figuras del ámbito académico, jurídico y político (algunos de ellos, candidatos en campaña), como así también de un variopinto centenar de militantes de las agrupaciones estudiantiles.
A la hora de brindar la bienvenida, y refiriéndose a los magistrados, el decano subrayó que “se distingue a quienes llevaron adelante el acontecimiento jurídico más importante de la historia argentina: un juicio que marcó la voluntad de la democracia”. Vergara fue el encargado de presentar a la profesora emérita y exdecana, quien se trasladó a un costado del estrado, hasta la cátedra utilizada antiguamente por los alumnos en la colación de grados. Desde allí, Pinto pronunció la laudatio.
Fueron alrededor de treinta minutos de un pormenorizado raconto de cómo fueron aquellos primeros días de la democracia recuperada; un breve homenaje a la valentía y el compromiso de las centenares de víctimas y familiares que se presentaron a declarar en esos días; y en paralelo, una radiografía de los cambios que operó esa gesta histórica en el Derecho, en la vida académica, y en la justicia, tanto argentina, como a nivel global.
“El juicio y la sentencia consagraron la prevalencia del derecho y de los derechos humanos y afirmaron el papel central del Poder Judicial en una democracia”, dijo, promediando el cierre de su fundamentación que contó con un respetuoso silencio de la audiencia. “El juicio y la sentencia construyeron verdad y memoria y recuperaron la dignidad de los argentinos”, concluyó, visiblemente emocionada, ante el sostenido aplauso de la concurrencia.
“En esta Universidad estamos educando en valores, en el respeto de la democracia, de la justicia, del debido proceso, del apego a las leyes, de la no violencia. Repito, ni física, ni verbal. Todas virtudes que, aunque hoy pretenden ser cuestionadas por algunos, son irrenunciables para esta querida casa de altos estudios”, señaló el rector, en un claro mensaje al presidente Javier Milei. En el cierre de su breve discurso, dedicó una especial mención al valor de “un egresado de esta casa”, como lo presentó. Al instante, encendió el eufórico grito de “Al-fon-sín, Al-fon-sín”, entre los más jóvenes. Sus palabras abrieron paso a la entrega de los diplomas y las medallas.
Los sostenidos aplausos que recibieron cada uno de los homenajeados, encontraron su cenit en el momento final, cuando subió Julián Strassera, y recibió el galardón en nombre de su padre. Minutos después, comenzó un conversatorio entre el decano de Derecho y los cuatro miembros del tribunal, donde se abordó el costado humano de aquellos días, y también se abrió la polémica en torno a los juicios de la verdad y los indultos.
Gil Lavedra, actual presidente del Colegio Público de la Abogacía porteña, fue el primero en arrancar aplausos cuando defendió la “educación pública, gratuita, y adecuadamente financiada”; y se detuvo en la figura del presidente Raúl Alfonsín para reiterar la trascendencia y la magnitud de su decisión cuando advirtió que “ni los medios, ni los empresarios, ni la Iglesia, querían realmente los juicios”.
A su turno, Valerga Áraoz recordó que “eran 57 países los que reclamaban por la desaparición o padecimientos de sus connacionales”. Y con ese dato brindó dimensión del tamaño de la gesta y de la vergüenza internacional del legado de la dictadura militar.
Párrafo aparte para la plural presencia política, aunque en modo campaña. Allí se pudo ver al senador nacional y candidato a diputado nacional, Martín Lousteau, escoltado por Piera Fernández (expresidenta de la Federación Universitaria Argentina) y Roy Cortina, ambos a los costados y en primera fila. Un par de butacas detrás, los candidatos del joven Movimiento Ciudadano, el actual diputado nacional, Esteban Paulón, y el filósofo, Alejandro Katz, seguido de cerca por su compañero de lista, Gabriel Puricelli.
También concurrieron desde Unión por la Patria, el diputado nacional Eduardo Valdés, y el legislador porteño, Alejandro Grillo (del sector de origen radical que lidera Leandro Santoro). La exsecretaria Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación, Vilma Ibarra, fue otra de las que subió al escenario para saludar a los camaristas.
Entre la gran cantidad de funcionarios de la justicia, sobresalieron las presencias del consejero de la Magistratura de la Nación, Diego Barroetaveña; el juez de Casación, Mariano Borinsky; la camarista, Ivana Bloch; el fiscal federal, Leonardo Filippini; y la consejera de la Magistratura porteña, Lorena Clienti, entre otros.
Finalmente, lejos de la anonimia o la clandestinidad militante de los 70, la democracia consolidada incorporó las identidades políticas vestimentarias. Ya no son los pendones, las pancartas o las banderas, sino que ahora se trata de remeras estampadas de la Franja Morada y Nuevo Derecho (socialistas), actual conducción del Centro de Estudiantes. Como así también de las chicas de la agrupación La Mella, que completaron con su presencia la paleta de colores.
Mientras desconcentraban los mayores e iban regresando a sus casas, los más jóvenes coparon el amplio salón que, pronto quedó a oscuras, para proyectar el filme “Argentina-1985”, de Santiago Mitre. Además, el cineasta subió al escenario para recibir el galardón del Festival Internacional de Cine-UBA (FIC-UBA) que finaliza su tercera edición, el próximo 8 de octubre, bajo la batuta de su director general, Ricardo Alfonsín (h).-