El inescrutable mundo de Flores Cárdenas

El dramaturgo y director, creador de Casa Teatro Estudio, guarda más de lo que dice y atrapa con su halo de misterio. Su obra ‘No hay banda’, cuyo título homenajea a David Lynch, es uno de los mayores éxitos del teatro independiente de los últimos años. Pronto la llevará a España.

Hay algo lynchiano en Casa Teatro Estudio, el espacio comandado por Martín Flores Cárdenas en la calle Guardia Vieja de Almagro. Las paredes lucen muy cuidadas; la cocina -se entra a una cocina desde la calle- parece que nunca hubiera sido usada. En la sala principal, las paredes revestidas de madera resplandeciente también ostentan un brillo especial. Pero si se mira con más detenimiento, tal vez puedan empezar a aparecer algunas fisuras, una pequeña mancha acá o allá -que se saltó el brillo del pintor-, una mínima marca de humedad o un mueble corrido que delaten que no todo es tan brillante. Que detrás de esa máscara hay un mundo ¿pasado tal vez? que sigue latiendo más allá de los deseos de sus dueños.
Sin quererlo o sí, Flores Cárdenas parece un personaje de David Lynch. Podría ser de ‘Twin Peaks’ o ‘Mullohand Drive’, quién sabe. Contesta afable, responde, pero uno intuye que tal vez hay algo atrás, algo que al igual que las manchitas en su espacio quiere salir a al luz.
Con ‘No hay banda’, uno de los mayores éxitos del teatro independiente de los últimos años, que él escribió, actúa y dirige -y que se da todos los lunes en Casa Taller Estudio-, Flores Cárdenas homenajea en el título a un pasaje de ‘Mullohand Drive’ (conocida en la Argentina allá por 2001 como ‘El camino de los sueños’). En esa película, un maestro de ceremonias repite “no hay banda, no hay orquesta. Todo es una grabación”.
Y de hecho, en escena, Flores Cárdenas aparece solo, despojado. No tiene banda. Apenas comienza a hablar hace referencia a un grupo de actores que hizo la obra en el pasado en un festival de Brasil. Pero no se sabe bien si eso es verdad o no. ‘No hay banda’, muy personal, levemente performática, tan ambigua pero clara a la vez, lo muestra de cuerpo entero. Poderoso. Algo así como su currículum.
Flores Cárdenas es dramaturgo, director y docente, con textos traducidos a distintos idiomas y estrenados en la Argentina, Francia, Suiza, Italia, Estados Unidos, y varios otros países. Fue reconocido por los Premios Teatro del Mundo y nominado a los ACE y Florencio Sánchez. Cuenta con obras destacadas como ‘Mujer armada hombre dormido’, ‘Matar cansa’, ‘Entonces bailemos’ y ‘Entonces la noche’. Fue supervisor, además, del proceso de ‘Fuck Me’, de Marina Otero, con quien también es autor de otro éxito como ‘Love Me’.
Actualmente, además de ‘No hay banda’ (lunes a las 20.30), escribió y dirige ‘La fuerza de la gravedad’ con Laura López Moyano (sábados a las 18 y 20.30, por supuesto en Casa Estudio Teatro).

EL PASE
Pero más allá de todos los pergaminos, Flores Cárdenas se muestra afable, en cierta forma campechano cuando recibe a La Prensa en su espacio, ese que brilla pero que también esconde. Ese donde vive. Ese donde cranea. Ese que perteneció a otro gran creador de la escena independiente -Lisandro Rodríguez-, quien pobló sus paredes con múltiples historias. Un buen día de hace cinco años, Rodríguez decidió mudar su estudio Los Vidrios a Villa Urquiza, y la casa de Almagro, con sus recuerdos, sus paredes manchadas y descascaradas, fue comprada por Flores Cárdenas. Entonces llegó el brillo y el resplandor.
¿Algún parentesco con Rodríguez? ¿Algo de él está acá todavía? “Creo que el parentesco que nos une es el de crear en y para nuestros espacios, darle lugar a nuestros alumnos -señala-. Como algunas otras (pocas) salas, priorizamos los intereses de la curaduría más que, no sé, los financieros. Y eso vuelve a estos lugares nichos o espacios de creaciones y propuestas tal vez un poco más, no sé, jóvenes...A veces más arriesgadas porque la sala está involucrada y comprometida. Somos cómplices de alguna manera de esas pruebas”.
¿Y con David Lynch? “Es uno de mis cineastas favoritos.
No sé. El título es una cita pero que también hace referencia a la soledad, a la distancia entre la obra evocada y la nueva, el unipersonal...Cuando apareció no tuve dudas”.
Por supuesto, Flores Cárdenas no querrá develar el misterio de si lo que cuenta en su espectáculo, sobre esa banda de actores perdidos en Brasil y que ahora no están, tiene algo de realidad o responde a la ficción. “Es una pregunta recurrente que decidí dejar de responder -se ataja-. Al principio contestaba lo que creía que querían escuchar. Iba variando según el interlocutor porque no me parecía importante definirlo. Pero después me empezó a parecer importante no pronunciarme en relación a esa zona de la obra. Quien hace esa pregunta asume que al menos algo es ficción y algo no. Por ejemplo, vos me estás preguntando por esa parte en particular porque te dará dudas, no sé, que los hechos hayan sido así como lo cuento en la obra. A mí me parecen más interesantes las preguntas que aparecen cuando no está claro o aclarado qué es ficción y qué no. Lo que se puede pensar en relación a esa incertidumbre”.
Precisamente, ‘No hay banda’ lleva más de 120 funciones manteniendo esa incertidumbre y en un par de meses va a presentarse en Madrid y en el Festival de Cádiz.

ACTUAR
“Yo no soy actor”, aclara Flores Cárdenas. Sin embargo, actúa, por supuesto. Se lo ve cómodo en escena -quizá no lo esté-. Y lo hace en su propia casa. Como consecuencia, se lo ve expansivo. En un lugar del que parece no querer irse nunca.
“Hace unos meses me ofrecieron un trabajo en un teatro oficial -recuerda en la entrevista-; hice una contrapropuesta con una serie de condiciones y no me respondieron más. En este momento siento que producir en y para Casa es lo mejor que puedo hacer. El espacio es de mi pareja y mío. Lo administramos desde justo antes de la pandemia. Pero sobrevivimos y acá estamos”.
Flores Cárdenas se despide después de dar las últimas respuestas con un toque de saludable ambigüedad lynchiana.
Sobre con qué tipo de teatro se siente más afín, responderá: “Con todo tipo. O con cualquier tipo que esté buscando algo...No digo que tenga una razón de ser porque nada ni nadie podría tenerla. Pero sí que busca apasionadamente provocar algo, pasar por algo, modificarse, pensarse, qué sé yo. Lo digo y mientras lo digo, dudo. No sé con que teatro me siento más afín”.
-¿Qué tiene que tener una obra para que le guste a Martín Flores Cárdenas?
-Algo de lo que te decía antes. Una búsqueda. No necesariamente de algo nuevo para el teatro ni el arte contemporáneo. Nuevo para la persona que lo hace.