De la inestabilidad en la adolescencia

Las desmayadas

Por Cecilia Szperling

Emecé. 184 páginas

La leyenda de Siu Kiu, lejana por su orientalidad y cada vez más cercana y magnética entre la juventud, es apenas esbozada por la protagonista, aunque tiene un carácter premonitorio. La bella e inquieta luna baja del firmamento para ser pescada por una caña de bambú. Desborda fertilidad y se mimetiza con la naturaleza, al igual que la joven adolescente de la novela, que en el jardín de su casa encuentra alegría aunque la paz, es solo una apariencia.

La adolescencia y sus desequilibrios podría ser el tema de la obra. La muerte del padre golpea y desestabiliza a esta joven, sin nombre ni rumbo, que vive con sus dos hermanas -Mayor y Menor, y su Madre- así menciona a su círculo íntimo, en mayúscula, un exotismo que también traslada a los hombres que atraviesan su vida a los que, quizás por timidez como si se tratara de un diario íntimo, solo evoca con sus iniciales.

El libro está dividido en tres etapas, y la historia recién acelera en la segunda, ya que en la primera tiene un tono intimista y reflexivo, como si se tratara de un monólogo interior, en el que la narración es esclava de la descripción. No obstante, este primer tramo se inicia con la muerte de Padre, y tanto ella, de 15, como Mayor, de 19, y Menor, de 12, quedan heladas por la noticia.

El estado de shock se traduce en un lenguaje balbuceante e inarticulado, onírico y poético, donde abundan las imágenes fragmentadas, se intercalan versos y frases sin sentido.

Se repiten los desmayos, como una isotopía. Actúan como una vía de escape en momentos álgidos o inundados por el desequilibrio emocional.

Reaparecen en las reuniones con los amigos de su hermana mayor, cuando cede a la tentación del muchacho que la pretende y accede aunque sin ganas, en el momento en que el cae redonda en el living de su casa, como un mecanismo de defensa.

Se abordan así, las dudas típicas de los adolescentes, que se dejan llevar por el alcohol, la necesidad de descubrir y descubrirse, en este caso, en el jardín de la casa, donde se revuelcan, y polinizan, sin medir los riesgos de la fertilidad, como Siu Kiu.