Leopoldo Marechal, rapsoda de la esencia

POR JUANA BOSIO PERRUPATO

 

“Frente al Verbo admirable

y en su línea, yo soy

un haz de lo posible musical.”1

En un nuevo aniversario de su fallecimiento, nunca están de más algunas palabras para recordarlo y honrarlo. Marechal vio la luz junto con el nuevo siglo, el 11 de junio de 1900 y falleció el 26 de junio de 1970.

A lo largo de su vida buscó, adoró y batalló por la Verdad, el Bien y la Belleza. Fue obrero en su juventud, maestro y bibliotecario pero, sobre todo, fue poeta, con todas las letras. Si bien sus obras más reconocidas son el Adán Buenosayres, El Banquete de Severo Arcángelo y Antígona Vélez, dos novelas y una tragedia, no creo equivocarme al llamarlo poeta, pues su pluma se caracteriza por el genio propio del aedo.

Leopoldo Marechal fue en verdad un poeta de la esencia, en oposición obstinada al materialismo, al capitalismo, al marxismo y al progreso modernos, ilimitados, superficiales, que se ofrecían como respuesta a los interrogantes del hombre, y, sin embargo, no lograban saciarlo. El rapsoda reacciona frente al culto al vacío y a la nada, frente al cientificismo, escéptico y redentor, frente a la deformación del arte. Ante esto, Marechal regresa a la poesía del ser, inefable, de la esencia metafísica, en íntima relación con la vida.

Es el poeta que toma ya la forma, abstracta y eterna y no la materia, contingente y corruptible, mediante su entendimiento primero y su arte después. El artista logra crear una nueva imagen, que a la vez no es nueva, sino que refleja la luz del Creador con mayúsculas. Ofrece ahora una nueva existencia, exclusivamente artística, diferente del objeto en la realidad y del objeto en la perfección divina. “Es verdad que yo lanzo criaturas al mundo/ y a mi entender prolongo la Creación Divina./ [...] Yo soy un fiel imitador del Verbo,/ porque al nombrar las cosas, les doy una existencia”.2

Las obras de Marechal y su poética, en tiempos donde la esencia y lo trascendental parecen haber sido desterrados, nos invitan, nos exhortan a retomar esta concepción de la poesía y del arte. Puede parecer antigua sí, pero no por eso resulta obsoleta o irrelevante, al contrario, ofrece un nuevo camino dirigido a lo Bello, a lo Bueno y a lo Verdadero, con la trayectoria de una eternidad literaria, tan importante y tan necesario para nuestras letras argentinas.

1 Leopoldo Marechal, ‘Arte Poética en el Heptamerón’.

2 Idem.