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Drogas: muertes casi aseguradas

“En las adicciones puede haber un pacto criminoso generacional”, escribió M. Bernstein. La consulta diaria en adicciones se llena de situaciones de dolor y rechazo permanentes. Cada vez más vemos hijos abandonados, muchos muertos en una familia por consumo.

Me consultan por un paciente con parálisis renal por sobredosis de cocaína y con daños hepáticos severos. No puede controlar los impulsos de consumir por daños neurológicos, luego de un consumo crónico que impide el control de los impulsos. La terapia intensiva fue su destino durante varios días y ahí le salvaron la vida. Le propongo a los padres una residencia en una comunidad terapéutica porque no iba a poder, por nuestra experiencia, frenar impulsos autodestructivos luego de 16 años de consumo voraz.

Me sorprende la respuesta de los padres, ya que minimizan lo sucedido y vuelve a su casa. Después me comentan que su padre es consumidor, los tíos también, el abuelo vende. Dos hermanos han muerto y un tío está preso porque mató a un distribuidor. Toda una saga generacional ligada a la muerte. Filicidio en acción. Lo criminoso dentro de la vida familiar.

La consulta diaria en adicciones se llena de situaciones de dolor y rechazo permanentes. Cada vez más vemos hijos abandonados, muchos muertos en una familia por consumo. Hay familiares vendedores de drogas que consumen con sus hijos. Hoy la cara del filicidio es uno de sus rostros. El hijo es un objeto y como tal se lo trata.

Filicidio deriva del latín: filius (hijo), e implica atentar contra la vida de este (consciente o inconscientemente). Ya no es la muerte que organizaciones tribales ejecutaban en sus hijos en la antigüedad. Es otro tipo de filicidio donde el abandono, el rechazo, el golpe, el abuso, la violación están presentes. Esto lo observamos mucho y luego de que el paciente entienda que la droga era solo un anestésico de sus traumas empiezan a aparecer recuerdos escondidos donde todos estos fantasmas se vuelven memoria, llanto, rabia y así aparecerá la posibilidad de una recuperación.

El filicidio en otras oportunidades se va transformando en un pacto criminoso en donde se deja avanzar silenciosamente la enfermedad, incluso alimentándola con dinero para la compra de sustancias alucinógenas y ahí la cara de la permisividad en los padres muestra el avance del pacto criminoso (inconsciente o conscientemente se busca la muerte del hijo).

El poeta Ítalo Calvino puede ayudarnos a pensar esto, ya que en estas familias la vida es un infierno: "El infierno de los vivos no es algo por venir, hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos''.

Son las llamadas familias tóxicas o también las multiproblemáticas en donde la existencia del grupo implica una liquidación mortal de sus miembros, porque acá se da lo que Hegel mostró en la fenomenología del espíritu: "Si tú me matas, tú te suicidas''. El drama suicida se transforma en tragedia para todos.

Es un grupo en donde todos van muriendo, aunque “la parca” solo aparece al principio en uno. Todos mueren porque, como marca la mitología griega, la "parca" era un hilado en donde el tiempo no estaba ausente; "era una vieja que primero hilaba, la segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida humana''.

La muerte mediada primeramente por el rechazo, el abandono, la permisividad en el uso de drogas, el abuso, la violencia e incluso el incesto que vemos en muchos pacientes, lleva progresivamente a la muerte de uno, pero poco a poco van cayendo los otros con la culpa a cuestas con los disfraces de enfermedades incurables o invalidantes, accidentes, etc.


FILIACION Y CULTURA

Hay indudablemente un fracaso en la filiación, o sea en hacer propio al hijo, adoptarlo, transmitirle notas de vida y humanización. La filiación es la base de la cultura y de la vida misma, ya que es la transmisión como la posibilidad misma del crecimiento e incluso de la identidad y de la superación de los padres. El filicidio muestra este fracaso de la transmisión.

Recién en 1962 la pediatría moderna descubre el ‘síndrome del niño apaleado' que es un cuadro poli-traumático de fracturas, heridas, quemaduras provocadas por los padres o sustitutos. Todo esto fue negado durante siglos y hoy se observa en cualquier guardia o servicio de emergencias.

A esto hay que agregar la permisividad en el uso de drogas en menores, el consumo de drogas con los hijos, ‘el mirar para otro lado' cuando hay venta de sustancias en la propia casa, la empresa familiar de venta, etc. Son distintas muestras de filicidio y pacto criminoso.

Las sociedades familiares o culturales en donde ‘la parca’, como última ley, adelanta los tiempos de la vida anunciando su fin. Cuando transgredimos toda ley, los ‘amos de la muerte’ se apoderan de nosotros (los antiguos hablaban de los ángeles de la muerte). Heródoto, el padre de la historia, decía hace 2500 años: "En la paz, los hijos entierran a sus padres; en la guerra los padres entierran a sus hijos''. Guerras familiares también podemos decir hoy.

Es el ‘infierno’ retratado por Ítalo Calvino. "Estamos en el infierno, somos parte de él hasta el punto de dejar de verlo (nos mimetizamos con él y no tenemos conciencia donde estamos)''. Para salir de este infierno, el autor dice: "Debemos exigirnos atención y aprendizajes continuos, buscar y saber con quién, la nueva vida es posible, con compañías diferentes y hacer que esto dure y dejarle espacio''. Almafuerte dirá: "Todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de su muerte''.

En el campo de las adicciones esa nueva vida posible exige paciencia y un cambio de conducta radical (lo que Calvino llama ‘compañías diferentes’); nosotros decimos que con "tiempo y drogas todo llega (la parca)'' ; y en la recuperación "con tiempo, sin drogas y terapia todo llega''.


EL HIJO ABANDONADO

Con gran asiduidad vemos en la consulta chicos abandonados que por intervención judicial reciben tratamiento por consumo de drogas. Habitualmente el padre está desconocido, el otro padre que los adoptó como nueva pareja de la madre lo ultrajo de distinta manera con violencias varias y hay casos de varios padres que han intervenido hasta caer en bandas y buscar padrinos dignos de la serie de Pablo Escobar: ‘Patrones del mal'. Culminan viviendo en plazas, formando partes de tribus urbanas, robando, etc.

El déficit de ternura es común en ellos, ya que son niños deprivados. El odio ante la reiteración de las deprivaciones es el rostro del desencanto de vivir. La venganza es la cara del desamor. El proceso de educación emocional, el aprendizaje escolar, de abandono de drogas como el crack que consumen desde pequeños es toda una tarea.

En muchos casos es la comunidad terapéutica la ‘casa de vida’ como hogar intermedio para planificar un proyecto diferente. Muchos han tenido padres consumidores y han visto incluso morir alguno de ellos delante de él. Lo cuento por experiencia clínica de la pandemia que vivimos.

Como profesionales no podemos permitir que nos transformemos en técnicos de la “sepultura social” quedando nuestra actividad centrada a ser meramente toxicólogos que “lavan” a pacientes casi moribundos. Si no trabajamos para devolver un sentido a las vidas, nuestra profesión entrará en un grotesco cómplice. Este es para nosotros un mandamiento ético en estos tiempos.