La ´Hora del Pueblo´ y la violencia política

Derrumbe y retorno. A medio siglo del final de la llamada Revolución Argentina y el regreso del peronismo al gobierno. (III Parte).

Por Gustavo Dalmazzo *

 

El general Roberto Marcelo Levingston inició la presidencia condicionado por la junta de Comandantes en Jefe. Aceptó, no muy convencido, al brigadier Eduardo Mc Loughlin como ministro del Interior y en Defensa mantuvo a José Cáceres Monié. Los prestigiosos economistas Carlos Moyano Llerena y Aldo Ferrer fueron a parar al Ministerio de Economía y al de Obras Públicas respectivamente. El nacionalista Luis María de Pablo Pardo, que había sido canciller durante la breve presidencia del general Eduardo Lonardi, regresó al Palacio San Martín y Juan Alejandro Luco, un abogado de origen peronista, pasó a desempeñarse como ministro de Trabajo. Lo más novedoso fue la designación del ex marino Francisco Manrique en Bienestar Social.

Manrique había sido subjefe de la Casa Militar con Lonardi, sin embargo, apoyó su destitución. Junto al entonces teniente coronel Alejandro Agustín Lanusse, jefe de los Granaderos y al coronel Eduardo Cabanillas fueron encargados por Aramburu de “darle cristiana sepultura” al cadáver de Eva Perón, que los militares de la Libertadora habían secuestrado de la CGT y escondido en la SIDE por unos días. El cadáver de Evita terminaría con otra identidad en un cementerio de Milán.

El ministro de Bienestar Social había dejado la Armada en 1958 para dedicarse al periodismo político. Fundó la revista El Correo de la Tarde, financiada con publicidad oficial, desde donde criticó a los gobiernos de Arturo Frondizi y del gobernador de Buenos Aires Oscar Alende. También fue un pionero de la política mediática. El dueño de Canal 9, Alejandro Romay, le había dado un micro en el noticiero de la tarde, desde donde hablaba de la actualidad política.

A diferencia del comandante Lanusse, Levingston se inclinó por encauzar y profundizar la Revolución Argentina, así empezó a mover sus

propias piezas. Cambió a Mc Loughlin por el brigadier Arturo Cordón Aguirre. Este aviador era hombre de confianza del comandante aeronáutico Carlos Rey. De este modo Levingston metió intriga dentro de la Junta de Comandantes.

Aldo Ferrer se hizo cargo de la cartera de Economía para darle un “giro nacionalista” a la política económica y profundizar la perspectiva desarrollista. Durante su gestión se inició un plan vial, que incluyó el proyecto de la autopista Bs As-La Plata y la construcción del puente Zárate-Brazo Largo.

Durante 1970, la violencia política fue en aumento. El dirigente del gremio del Vestido, José Alonso, fue asesinado el 27 de agosto y en octubre lo fue el subcomisario de la Federal Osvaldo Sandoval. El crimen se lo atribuyó Montoneros. El 18 de septiembre, la organización de origen trotskista Ejército Revolucionario del Pueblo asaltó una comisaría en Rosario dando muerte a dos suboficiales.

Y si bien los partidos políticos habían sido disueltos en 1966, el 11 de noviembre de 1970, Ricardo Balbín y Enrique Vanoli de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Jorge Daniel Paladino y Benito Llambí del Partido Justicialista, Horacio Thedy del Partido Demócrata Progresista, Jorge Selser del Partido Socialista, Leopoldo Bravo del Partido Bloquista, Vicente Solano Lima del Partido Conservador Popular y el ex comando civil Manuel Rawson Paz, se reunieron en lo que se llamó La Hora del Pueblo. Emitieron un documento crítico del gobierno y exigieron un pronto llamado a elecciones.

Diez días más tarde, en Rosario, se constituyó el Encuentro Nacional de los Argentinos, que integraron los peronistas Raúl Bustos Fierro, Enrique Carballeda y Jesús Porto; los radicales Conrado Storani, Aldo Tesio y Roberto Cabiche; los comunistas Héctor Agosti, Rubens Iscaro y Moisés Cherñavsky y el ex Rector de la Universidad de Buenos Aires Risieri Frondizi.

Antes de terminar el año la Armada presentó un esbozo de plan político que buscaba, lejos de profundizar la Revolución, una salida electoral. Y el nuevo Censo nacional arrojó el resultado de que éramos 23.364.431 de personas.

Las diferencias entre Levingston y la Junta de Comandantes se profundizaban, especialmente con Lanusse y el almirante Pedro Gnavi. El brigadier Rey se mostraba más cauteloso.

En el verano de 1971, Levingston trató de hacer su versión de La Hora del Pueblo y reunió a segundas líneas del desarrollismo, la democracia cristiana, el radicalismo intransigente, la democracia progresista y la neoperonista Unión Popular, cuidándose de no participar a los radicales del pueblo y a los peronistas, que por lo contrario conversaban con Lanusse.

El presidente se reunió también con los ex presidentes Frondizi y Guido; Illia y Onganía no respondieron a la invitación. El ex gobernador Alende, que había logrado que devolvieran algunos gobiernos municipales a hombres de su partido y colocado a su ex ministro Ferrer en Economía, también fue a visitar a Levingston y declaró que el presidente podía ser capaz de hacer una revolución de orientación nacionalista. En febrero, contrariando a Lanusse, Levingston relevó a Manrique.

El gobernador de Córdoba, José Camilo Uriburu, anunció que iba a cortar de un solo tajo la “víbora” de la subversión, en un momento de constante agitación política y gremial en la provincia mediterránea. Los sindicatos dispusieron, con el apoyo del estudiantado universitario, una huelga general para el 12 de marzo. El día 15 la violencia estalló. Durante toda la jornada hubo enfrentamientos y saqueos. Fue el Viborazo. Y el final de Levingston. El 22 los comandantes le habían pedido que la Junta tuviera atribuciones legislativas. El Presidente lo consideró una intromisión en sus asuntos y dispuso relevar a Lanusse y designar en su lugar al general Cáceres Monié. Pero ningún jefe movió un dedo y el que terminó relevado fue Levingston. Lanusse se convirtió en presidente de la Nación y retuvo también la jefatura de su fuerza.

*Historiador