El fusilamiento de Milei no responde ninguna pregunta

 

Señor Director:

Como simple ciudadano, en este momento crítico para la Argentina quiero expresar mi total hartazgo por los intentos de fusilar políticamente a un candidato cuyo gran pecado ha sido dejar en evidencia la total ineficiencia de los partidos políticos que en décadas no han solucionado ninguno de los problemas que más nos aquejan, y de los que ellos mismos son responsables.

Cuando desde todos los flancos se ataca constantemente a un candidato, y cuando muchas de las acusaciones que se le hacen no pueden probarse, no puedo evitar sentir que a los ciudadanos se nos está tratando de idiotas, personas sin información o sin criterio propio como para saber qué decisión tomar.

Sin que esto implique “per se” una defensa de nadie, una vez que los ataques contra Milei en el plano económico o político no dieron resultado, y su aceptación en gran parte de la ciudadanía no dejó de crecer, vemos que ahora se lo intenta vincular por todos los medios posibles con la última dictadura, como desde ciertos sectores se intentó también la misma táctica patética contra el gobierno anterior.

Más lamentables y arteras aún son las acusaciones a descendientes de funcionarios civiles o militares de aquel gobierno de facto, como si la sola portación de apellido fuera prueba irrefutable de una ridícula reivindicación a una dictadura con la que nadie en su sano juicio puede “simpatizar”.

A los ciudadanos nos surgen entonces preguntas que siguen, como desde hace demasiado tiempo, sin respuesta.

¿Por qué quienes atacan a tal o cual candidato por portación de apellido no dicen nada de muchos funcionarios que siendo hijos de combatientes de las organizaciones armadas que en los años ’60 y ’70 incendiaron el país han sido parte de los gobiernos desde 1983?

Incluso desde hace décadas han formado parte de estamentos de gobiernos muchos de aquellos mismos combatientes de ejércitos irregulares como ERP o Montoneros. ¿Por qué sólo ellos pueden acceder a la función pública, y no familiares de quienes los combatieron en el pasado?

Si quienes acusan a Milei de simpatizar con la dictadura se llenan la boca declarando que “todos los ciudadanos ya la condenamos para siempre” y que hemos salido a defender la democracia toda vez que fue necesario, ¿qué los lleva a tomarnos de tontos y martillarnos constantemente con argumentos sin base sólida y que no pueden probarse?

Si como escribió Alejandro Borenzstein en su columna de humor político en Clarín (21/5/23), en su momento Néstor Kirchner y Cristina F. de Kirchner “apoyaron los indultos a Videla y Massera” y pudieron ser presidentes, ¿por qué se espantan ante la posibilidad de que también pueda serlo alguien al que atacan por cuestiones similares pero imposibles de probar?

En lugar de tratarnos a los ciudadanos como ovejitas que debemos hacer lo que nos digan y perder tiempo en diatribas inútiles, ¿por qué no se dedican a intentar que los demás candidatos expliquen de una vez por todas y con lujo de detalles cómo van a solucionar el horror de pobreza e inflación al que sus propias coaliciones nos han sumido a todos desde hace largos años?

¿Ninguno de los que intentan fusilar a un candidato se pregunta o les pregunta a los demás candidatos quiénes son los verdaderos responsables del surgimiento y crecimiento sin freno de una figura a la que acusan de ser el enemigo público número uno?

Demasiadas preguntas sin respuesta.

Demasiado tiempo sin respuestas.

 

Manuel Fraga