¿Quién paga la guerra en Ucrania?

La guerra de Ucrania es parte de una encubierta “guerra mundial por partes”. No se limita a Ucrania contra Rusia. Como lo venimos advirtiendo en diferentes artículos, de mínima es Europa o EE.UU. contra Rusia, y hasta el más ciego lo ve. Pero también involucra a naciones con miles de millones de personas, como China o la India, sin contar países no alineados de África o América del sur, que están del lado de Rusia o son neutrales, pero las dependencias económicas-financieras impiden manifestarlo. Son muchos para estar todos equivocados.
Lo que sí está claro, es que Rusia no querrá perder y Ucrania tampoco. No olvidemos que Rusia está en Europa. El mundo no se ha olvidado de la crisis de los misiles en Cuba.
Quien está perdiendo, y va a perder aún más, será el pueblo ucraniano y el ciudadano europeo. Unos, los que están cerca del campo de batalla, muriendo, y otros, los que están alejados (pero no tanto), padeciendo la gran carestía de la vida que ha generado una gran crisis económica, pobreza o incluso hambre. He aquí los perdedores. Hoy “países nada sospechosos como Alemania ponen en duda que la solución sea armar a Ucrania. Lógico, a Rusia no se le podrá encerrar en un mar interior sin salida al Mediterráneo y que Ucrania sea un ejemplo a seguir por parte de antiguas repúblicas soviéticas. Habrá que pactar y ceder por ambos lados. No podrá haber ganadores. Hasta sesudos militares lo afirman. Pero alguien está ganando. Los belicosos o los halcones, los que viven del armamento a ambos lados de la línea de combate, se estarán frotando las manos”. (https://www.lavozdegalicia.es)
 

¿RUSIA AISLADA?
Los analistas y políticos occidentales transmiten a menudo la idea de que la Rusia de Putin se encuentra “aislada” a nivel internacional a raíz de la guerra de Ucrania. Sin embargo, la realidad ofrece un diagnóstico más matizado. Si bien es cierto que la Asamblea General de Naciones Unidas condenó enseguida la invasión por un amplio margen (141 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones) y el jueves volvió a hacerlo con un balance parecido, las sanciones contra el agresor se han circunscrito básicamente a los países occidentales y sus más estrechos aliados. El resto se han posicionado siguiendo sus intereses nacionales, sobre todo de tipo económico. (Según nos relata el 25 de febrero pasado Ricard González en La Nación)
También nosotros desde La Prensa el 11 de diciembre de 2022, decíamos: “Cientos y cientos de misiles disparados contra Ucrania en casi un año de guerra. Decenas de grandes ciudades destruidas, pueblos borrados de los mapas, casas, edificios y estructuras reducidos a escombros e infraestructuras desintegradas. Estas son solo algunas de las cicatrices con las que, tarde o temprano, alguien se encontrará lidiando. Una cosa es cierta: ningún conflicto es infinito, y tampoco lo es el que se libra en territorio ucraniano desde el 24 de febrero de 2022. Inevitablemente llegará un momento en que Moscú y Kiev alcancen una tregua, si no un tratado de paz. No sabemos si esto ocurrirá pacíficamente, como consecuencia natural de una guerra que ya no es sostenible para nadie, o si tras la capitulación de uno de los dos bandos en conflicto. Más allá de todas las predicciones, una vez terminada la destrucción, un período de (re)construcción. La pregunta del millón, otra más que nadie puede responder, es: ¿quién reconstruirá Ucrania? Los daños materiales registrados hasta el momento son enormes. Según un estudio realizado por la Escuela de Economía de Kiev, que data de agosto pasado, la guerra habría causado daños a la infraestructura ucraniana por un total de 108.300 millones de dólares”.
El gran riesgo es que, cuando llegue a buen puerto, el proyecto de reconstrucción de Ucrania se convierta en un gran negocio. En cualquier caso, el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, presentó un plan de recuperación de 750.000 millones de dólares para reconstruir el país tras el final de la guerra.
En junio de 2022, el canciller alemán Olaf Scholz se refirió al Plan Marshall, un programa financiado por los Estados Unidos que ayudó a reconstruir Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial, como modelo para reconstruir Ucrania. En resumen, neto de las estimaciones variables y aún imprecisas, es plausible cuantificar el costo de la reconstrucción en Ucrania entre 200 y 800 mil millones de dólares.
Recordando: el Plan Marshall ofrece varias lecciones importantes para el presente. Primero, las grandes inyecciones de dinero para reconstruir la infraestructura pueden generar grandes ganancias. En promedio, las transferencias del Plan Marshall de 1948 a 1952 representaron menos del 3 por ciento del PIB en los países receptores. Por si fuera poco, calculadora en mano, en 1948 el Plan Marshall representó un total del 5 por ciento del PIB americano. Si los países de la UE comprometieran hoy el 5 por ciento de su PIB combinado para la reconstrucción de la posguerra de Ucrania, podrían financiar un paquete de ayuda de 870 000 millones de dólares. Las contribuciones estadounidenses pueden entonces aumentar aún más el paquete de ayuda.
¿Alguien más? No son solo los Estados Unidos y la Unión Europea son los que compiten por reconstruir Ucrania. También encontramos a China, que siempre ha estado presente en casos similares, como en Siria, Libia o Afganistán, es decir, cuando países devastados por la guerra necesitaban inversiones.


”NEGOCIOS CON LA GUERRA”P
Volvamos al presente ¿Quién paga la guerra? Vuelven los que hacen negocio con la guerra. Putin amenaza con la suspensión del desarme nuclear y rescatar la guerra fría. Ucrania, aprovechando la ocasión, solicita más armas y entrar en el mercado europeo, lo que sería la frutilla del postre para un mercado europeo que arrastra una crisis complicada. Terrible encrucijada, que solo se resolvería con algo que se llama diplomacia y negociación.
Para realizar nuestro análisis hemos determinado en estos meses que la operación militar especial o la invasión rusa de Ucrania, (según el lado que lo mire) han despertado el interés propio de inversores privados y empresas militares que calculan que los aumentos del gasto militar estimulados por el conflicto impulsarán el crecimiento de las empresas centradas en la defensa.
Y no es de extrañar por qué, con el gasto militar mundial creciendo por octavo año consecutivo en 2022 a un máximo histórico de 2042 millones de euros, según los nuevos datos publicados por el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri).
Con mucho, el mayor aumento en el gasto (+13 por ciento) se observó en Europa, explicado en gran parte por el gasto militar ruso y ucraniano. Sin embargo, la ayuda militar a Ucrania y las preocupaciones sobre una mayor amenaza de Rusia han influido fuertemente en las decisiones de gasto en muchos otros estados, al igual que las tensiones en el este de Asia.
Serge Weinberg, presidente de la multinacional Sanofi, es uno de los inversores privados más destacados que aprovechan este estado elevado de conciencia de defensa tras la guerra en Ucrania.
Está apoyando la consolidación de la cadena de suministro aeroespacial y de defensa fragmentada de Francia a través de Weinberg Capital Partners, su firma de inversión que ha recaudado más de 100 millones de euros para un nuevo fondo para apoyar a las empresas de defensa francesas.
La campaña de Weinberg coincide con declaraciones del año pasado en que el presidente Emmanuel Macron pidió a los contratistas de defensa franceses que emularan una "economía de guerra". La administración de Macron respalda la creación de fondos de inversión para apoyar a unas 4.000 pequeñas y medianas empresas que abastecen a los titanes aeroespaciales y de defensa Airbus, Dassault Aviation y Thales.
“Las mayores empresas de defensa están preocupadas por tener una cadena de suministro sólida. Esto se está volviendo aún más importante dadas las perspectivas de gasto militar adicional que se espera que venga con el próximo presupuesto militar plurianual”, dijo Weinberg al Financial Times en marzo.
Los datos del Sipri muestran que el gasto militar de los estados de Europa central y occidental ascendió a $ 345 mil millones en 2022. En términos reales, el gasto de estos estados superó por primera vez al de 1989, cuando la guerra fría estaba terminando, y fue un 30 por ciento más alto que en 2013. Varios estados aumentaron significativamente su gasto militar luego de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, mientras que otros anunciaron planes para aumentar los niveles de gasto por períodos de hasta una década. Algunos de los aumentos más pronunciados se observaron en Finlandia (+36 %), Lituania (+27 %), Suecia (+12 %) y Polonia (+11 %).
La guerra en Ucrania ha provocado planes para un aumento significativo del gasto militar en varios otros países europeos, incluidos Francia, Alemania, Polonia y el Reino Unido. Con los gobiernos invirtiendo más en drones, sensores, cibernética e inteligencia artificial.
La guerra también ha visto dispararse el número de vehículos militares vendidos por distribuidores privados del Reino Unido a Ucrania desde el inicio de las operaciones.
El empresario británico Nick Mead pasó décadas comprando vehículos militares del Ministerio de Defensa del Reino Unido para su compañía de entretenimiento Tanks A Lot, pero desde febrero de 2022, los ucranianos desesperados por tanques se los han estado comprando.
Pero los vehículos de Mead no son los únicos en el camino a la guerra. Solo entre abril y septiembre de 2022 se enviaron vehículos militares por valor de más de 34 millones de euros desde el Reino Unido a Ucrania, según cifras del gobierno, mientras que solo se vendieron vehículos por valor de 37.000 libras esterlinas en todo 2021, frente a las 550.000 libras esterlinas de 2020 y nada en 2019.
La creciente demanda de vehículos blindados británicos ha hecho subir los precios, lo que ha llevado a algunos a acusar a los vendedores de especulación. Mead dice: “Habría algunas personas que pensarían que nos estamos beneficiando de la guerra, y supongo que lo estamos y eso duele. Lo que estoy tratando de hacer es ayudar a Ucrania, y deseo que más personas ayuden a Ucrania".
En cuanto a si el aumento de la demanda de material intensificará la rivalidad entre los proveedores pertenecientes a los bloques "Atlántico" y europeo, Scarazzato de Sipri revela que hay muchas discusiones a nivel europeo para coordinar las adquisiciones a favor de las empresas de la Industria Europea de Defensa y Tecnología. (Edtib).
 

PARA PENSAR
Tucíd
ides, padre de los principios esenciales del realismo, describió en su Historia de la Guerra del Peloponeso la competición entre un hegemon establecido (Esparta) y una potencia ascendente (Atenas). Según Graham Allison, profesor de la Harvard Kennedy School, la relación se fue viciando principalmente por tres variables: los intereses, el miedo y el honor: “A medida que aumentaba el riesgo, la asertividad ateniense se convertía en arrogancia; la inseguridad espartana se convirtió en paranoia.” Evidentemente hay intereses en juego.