UNA MIRADA DIFERENTE

La dolarización de Estados Unidos

En vez del sueño de que la economía argentina se parezca a la norteamericana, se logró la pesadilla opuesta: que la economía del Norte se parezca a la local.

Los sitios y diarios de noticias internacionales, comenzando por el inefable Bloomberg, junto con los especialistas globales en colaborar por todos los medios (sic) en destruir al capitalismo junto a los entes nefastos como el FMI, la UE, la OMS y otros, coinciden en elevar su voz para destacar la tragedia universal que significaría que EE.UU no pudiera aumentar el ceiling de su endeudamiento.

Esto se debe a que –debido a las mayorías especiales y camerales que se requieren para aumentar el nivel de deuda– los legisladores republicanos y otros sectores sensatos se niegan a extender un cheque en blanco al gobierno demócrata para que continúe su gigantesco Plan Platita, término que Argentina debería reclamar como propio, junto a la identificación por huellas digitales, el colectivo y la birome, tras el impactante éxito de la teoría cristinista en su versión retocada de la Modern Monetary Theory. 

Tiene sentido una explicación para este introito. Como saben bien los argentinos, la mayoría de las democracias del mundo permiten que quien obtenga la mayoría en el Congreso determine impuestos, gastos, creación de cargos públicos, subsidios, compensaciones, y (pese a la falsa independencia de la banca-central-su-santo-nombre) también los niveles de emisión o impresión de dinero. 

Poco puede hacer cualquier oposición para controlar este facilismo, suponiendo que lo quisiera controlar, frente a claros preceptos constitucionales, si la voluntad popular decide entregar semejante poder a un grupo de legisladores. 

Todo gasto, subsidio o prebenda que no esté en línea con un aumento de producción genera necesariamente un aumento de impuestos, un aumento de la emisión o un aumento de deuda. El creciente populismo, más en el caso norteamericano la vocación de salvar de la quiebra a los amigos, auspiciantes de torneos de golf, donantes, banqueros y financistas encumbrados o simples entongados, han llevado las cuentas estos rubros a niveles de desastre. 

CATASTROFICO BIDEN

La desesperada necesidad de tener una moneda confiable y de enriquecerse en esa especie ha hecho que el mundo entero cierre los ojos a una realidad imparable. Basta ver los gráficos fríos, como los dos que ilustran esta nota. El gobierno de Biden no sólo convalidó la catástrofe, sino que utilizó cada oportunidad para subir el gasto, los subsidios y consecuentemente la emisión y la deuda hasta niveles que serán ridículos si no revistiesen semejante gravedad. 

Como no es posible aumentar los impuestos en un grado que permita cubrir esos dispendios sin paralizar del todo una economía que tambalea y perder los votos de la población, se recurrió a la emisión con diversas excusas: por ejemplo, en la crisis de los subprime de 2008 se cuadruplicó la base monetaria con emisión, si bien ese exceso se usó solamente para evitar la quiebra masiva de los ladr… perdón, de los bancos. Se estaba retirando parte de ese exceso cuando con la excusa de la pandemia se duplicó la base monetaria, que ya era absurda y desproporcionada. O sea que pasó de 1 billón (doce ceros) en 2008, a casi 7 billones de dólares en 2020, pero esta vez con efecto directo sobre el consumidor, léase sobre el consumo, léase sobre la inflación. (Pese a los que dicen creer que la inflación es una especie de meteorito que cae del cielo como una de las 10 plagas)

Asustada por la evidencia de la pérdida de fortaleza del dólar y por la bronca del consumidor, la Fed no tuvo más remedio que reaccionar a cara de perro, subir las tasas y por lo menos parar de emitir. Por ahora. 

Queda entonces la deuda como única fuente de financiamiento del déficit, que es el sistema de gobierno de Biden. Y ahí empieza el drama. Como los legisladores republicanos no pueden parar el gasto desenfrenado, y como los legisladores demócratas han recurrido a todas las artimañas legales para seguir gastando, la oposición republicana utiliza el único recurso que la ley le permite: negar autorización para aumentar la deuda, para así forzar una baja del gasto. No es la primera vez que esta situación ocurre. Pero nunca las diferencias fueron tan grandes, ni el nivel de gasto tan deschavetado como el actual. 

Tanto los demócratas, como el wokismo socialista, como el sindicalismo obsoleto, como los proteccionistas, como los sistemas financieros del mundo entero, se niegan a que Estados Unidos frene el gasto, por lo que todos recurren a profetizar una gran crisis si no se le permite endeudarse, ignorando que la crisis se produce al gastar, no al tratar de financiar ese gasto delirante. O sea, una buena parte del mundo quiere que Norteamérica continúe gastando a lo pavo y endeudándose a lo pavo. Cualquier futbolero entendería: “siga, siga”. 

Entonces se carga la culpa del problema a quienes no quieren autorizar el endeudamiento, y lo que es peor, se los acusa de ser los eventuales causantes de un desastre universal. Mises, Hayek o Friedman han muerto, por suerte para ellos. 

Esta situación también tiene su peligroso antecedente nacional. Se ha usado igual argumento para justificar todos los endeudamientos, los defaults, los refinanciamentos, las reprogramaciones, siempre bajo el paraguas de que “no se puede ser irresponsable y dejar al país sin financiamiento”. Se ha usado en otras situaciones similares.

DOLARIZACION TELURICA

En algún punto, esta situación recuerda a los argumentos en favor de la dolarización telúrica. “Como somos unos gastadores seriales y emitimos para pagar el gasto y entonces generamos inflación, hay que impedir que los gobiernos generen déficit que se transforma luego en inflación”, como atarle las manos al vicioso, o poner un cepo al despilfarro, o impedir que se falsifique moneda. 

Si bien el concepto tiene una innegable cuota de autoritarismo, vale en este caso la comparación con la situación americana, con todo respeto y sin ánimo de ofender. El plan de repartija y redistribución patrimonial y de utilidades de Biden y su amazónico grupo, es inviable. Como cualquier otro plan socialista. 

Los republicanos utilizan la única prerrogativa que les concede el sistema, para impedir la destrucción final de la economía y de la grandeza de su país. Entonces le atan las manos a su gobierno para que no reparta a raudales el esfuerzo ajeno. 

Bloomberg, los inventores de la Modern Monetary Theory y los que creen en las ecuaciones infalibles y no en la acción humana, seguramente continuarán explicando que quienes se oponen a endeudarse sin límites para mantener un gasto y unas prebendas insostenibles son unos irresponsables. Cualquier bisabuelo italiano, irlandés o polaco le explicaría que la realidad es todo lo contrario. Vale para Estados Unidos, vale para Argentina.