“La inflación puede llegar a 150% este año”

El proceso promete cifras mayores en los meses venideros. “A lo mejor que podemos apuntar es a que no se siga espiralizando”, sentencia el economista Santiago Manoukian. El plan de estabilización debería alternar medidas ortodoxas y heterodoxas.

La sensación es de impotencia: todos saben que la economía no puede continuar así, flagelada por el azote inflacionario y, al mismo tiempo, queda claro que este gobierno no podrá tomar las medidas de fondo que hacen falta para detenerla. Le falta tiempo y, sobre todo, credibilidad.

“Creo que el proceso inflacionario adquirió una dinámica propia muy difícil de frenar sin implementar un plan de estabilización. Eso es lo que requiere la Argentina, y no mañana u hoy sino ayer. Vamos consolidando cada vez pisos más elevados de inflación ante la ausencia de un programa desflacionario y tampoco tenemos un plan de esta estabilización”, destaca el economista Santiago Manoukian, jefe de Research de Ecolatina.

“Lo que hay es un plan de contención, en el mejor de los casos. Aún sin mediar un salto discreto del tipo de cambio oficial, lo cual da cuenta de que existe inflación reprimida. Hay un ajuste pendiente del tipo de cambio oficial que en algún momento va a tener que hacerse. No se puede seguir conviviendo con la actual demanda de divisas, sobre la cual se montó el severo e histórico impacto de la sequía que resta cuatro meses de exportaciones, que son u$s 20.000 millones -subraya el experto-. Ocurre también que esta aceleración inflacionaria dañó la credibilidad del equipo económico y la posibilidad de que se coordinen expectativas hacia la baja, porque ancló completamente esas expectativas. Y además presionó para que se desacelere el crawling peg del tipo de cambio. No se aceleró y convalidó un mayor atraso cambiario metiendo presión sobre las reservas. Pero si se acelera la devaluación habría un impacto en los precios. Este es un contexto de manta corta donde cualquier decisión que se tome generará un efecto adverso. Hay que elegir entre un mal u otro, ese es el contexto de cara a las elecciones presidenciales que están a la vuelta de la esquina, y con las pocas herramientas que tiene el gobierno, tanto de la política inflacionaria como cambiaria, para poder revertir esta situación que requiere un cambio rotundo de expectativas y que creemos este gobierno no está en condiciones de instrumentarlo. Lo peligroso de esto es que si me preguntan hasta dónde puede llegar la inflación este año, nuestra proyección nos da 140%. Pero si me dicen 150%, yo también lo creo.

MEDIDAS

Ha quedado muy largo el año teniendo en cuenta que el actual gobierno no va a tomar las medidas de fondo que hacen falta.

Ya no sirven medidas graduales para reducir estos niveles de inflación porque estamos en un régimen de alta inflación. No es que tenemos una inflación algo más elevada que en meses anteriores, sino que es un régimen en el cual se han ido acortando cada vez más los plazos de los contratos. Por ejemplo, los alquileres o las paritarias. Ambas se han ido indexando a la inflación del pasado. Buena parte de la inflación actual está en función de la inflación del pasado más la perturbación que sufre la economía mes tras mes. En la última medición, la de abril, tuvimos algo particular que fue el salto en el tipo de cambio paralelo y financiero. El impacto fue mayor. La incertidumbre es tal que como se ha ido restringiendo cada vez más el acceso al mercado cambiario, el traslado a los precios de la brecha cambiaria, que suele ser un costo de reposición que muchas empresas ven como viable una vez que se corrija el tipo de cambio oficial, se filtra cada vez más en los precios.

¿La economía ya toma como referencia al dólar blue al momento de fijar precios?

Yo diría que la mayoría de los precios de la economía argentina no toman como referencia al dólar blue porque se siguen importando insumos y productos al dólar oficial, pero como se ha ido cerrando cada vez más el acceso a las divisas, se produce una influencia mayor de los dólares paralelos. Por eso la intención del gobierno es frenar la dinámica inflacionaria y mantener la brecha cambiaria acotada. Lo que se está viendo es una inflación con una muy fuerte inercia que no se frena con medidas graduales y aisladas de un programa integral. El plan de estabilización de shock va a requerir medidas de corte ortodoxo pero también heterodoxas, y que requieren tres condiciones básicas y que el gobierno no está en condiciones de aplicar. Estas condiciones son: que sea técnicamente sólido, que sea creíble para el mercado y los agentes económicos, y que tenga un fuerte respaldo político. No vemos que estas tres características estén dadas en este contexto de inestabilidad que estamos viviendo. Es una inflación que está desanclada y donde el Gobierno no tiene las típicas herramientas que pueden usarse en un año electoral. Esto es anclar las tarifas, algo que vimos en 2021, cuando subieron 10% contra una inflación del 50%. O hacer que el tipo de cambio se ralentice. Ahora dijeron que lo van a administrar, de eso se trata el crawling peg. Veremos para qué lado lo administran, pero los costos de esto ya lo mencioné antes en caso de que se atrase. La manta es corta.

¿Pueden poner un freno en la devaluación del peso frente al dólar oficial por razones electorales?

No tienen margen para poder hacerlo. Exacerbarían el exceso de demanda de divisas que tienen hoy en día. Igual pueden ir por ahí, tensar algo más la cuerda. Como analista digo que no es recomendable hacer eso. ¿Deberían acelerar la devaluación? Eso también trae consecuencias.

Subieron la tasa de interés al 97%. Es un arma de doble filo que terminará afectando el ritmo de la actividad. ¿Qué lectura hace de esto?

La manta corta impera ahí. Venimos con tres meses consecutivos de tasa de interés real negativa. Es decir que el que invirtió en pesos perdió contra la inflación. Ahí debo decir que hay mucha gente que no conoce el plazo fijo UVA. Se debería predicar más sobre este instrumento. De todos los plazos fijos que existen en el sistema, sólo el 3% está bajo la modalidad UVA. Se necesita tener una tasa real positiva y en el caso de la Argentina, que tiene una economía bimonetaria, hasta debería exagerarse con este instrumento y su sesgo. Aún así venimos perdiendo, el Banco Central la viene corriendo de atrás. A diferencia de otros países, nosotros tenemos un doble objetivo. En un país con la economía desarrollada, la suba de la tasa de interés que hace la Reserva Federal o el Banco Central de Europa tiene que ver con moderar las presiones inflacionarias a través de enfriar la economía. En Argentina eso está presente por un lado, pero mayormente lo que se mira es la evolución del tipo de cambio paralelo. Es decir, restar incentivos para dolarizar carteras. Pero por todo lo que digo y por estar fuera de un contexto de plan estabilización integral, y por ser ejecutado por un gobierno que tiene muy baja credibilidad, por un Banco Central que tiene una reputación muy deteriorada, la posibilidad de que esto afecte expectativas es muy reducida. Además es un arma de doble filo porque se alimenta la emisión futura por los pasivos remunerados que tiene el Central.

¿Por qué los ahorristas no se vuelcan al plazo fijo UVA? ¿Es sólo falta de información o hay temor a la confiscación del dinero?

El desconocimiento tiene que ver en parte con que muchos creen aún que el dinero debe permanecer depositado durante 90 días. Eso fue así al comienzo pero ahora existe lo que se llama plazo fijo precancelable. El ahorrista se puede llevar el dinero antes en caso de tener una urgencia y, obviamente, convalidando un rendimiento menor. Se puede salir con un rendimiento menor. Si esto no está bien difundido y si la gente cree que tiene que dejar el dinero inmovilizado durante 90 días, en un contexto de inestabilidad cambiaria como el que tenemos, quedarse tanto tiempo en pesos es un riesgo. ¿Por qué? Porque cuando se ven los plazos fijos tradicionales, el 85% están a menos de 60 días, y eso ya dice todo. Invertimos a muy corto plazo, que es el plazo de planificación que tenemos todos. Por eso siempre digo que cuando miramos la tasa de política monetaria no hay que mirarla en términos anuales. Nadie piensa de acá a un año, hay que ver cuánto rinde en un mes. Con esta nueva suba nos vamos al 8% y estamos esperando que la inflación de mayo esté más cerca del 9 que del 8, con lo cual no conviene. No termina de convencer. La tasa no está dando un premio que pueda ser sostenible en el tiempo, algo que debería haberse hecho antes. Estamos siendo víctimas de una mala praxis del pasado a lo que se suma la mala suerte, que es la sequía. No es algo que dependa de lo que haga o no el Gobierno.

Más allá de la impericia para administrar los recursos por parte del Gobierno, vale decir que a la gestión Fernández le han caído encima una pandemia y una sequía, ambas históricas.

Correcto, pero el año pasado ya se había cerrado con un exceso de demanda en el mercado cambiario porque hay un tipo de cambio que decidieron no corregir. Cuando asumió Massa las medidas que creemos que fueron en la dirección correcta son hacer el ajuste monetario, subir fuerte la tasa de interés, hacer el ajuste fiscal, empezar a subir tarifas. Son movimientos que marcaron un punto de inflexión en la política económica del gobierno. Ahora, el tercer ajuste, que se decidió no hacer, es el del tipo de cambio. Decidieron atravesar, aún sin la sequía, todo este año con un tipo de cambio atrasado al que nadie quiere vender y todos quieren comprar. Eso genera incentivos adversos porque están todo el tiempo ajustando el cepo y eso produce una brecha cambiaria que se traduce en incentivos para sobrefacturar importaciones o adelantarlas, y al contrario con las exportaciones. Ya es una debilidad estructural. Sobre eso u$s 20.000 millones menos en exportaciones agrícolas, obviamente es fatal.

Cada vez que sale el dato mensual de inflación se advierte una amplia distorsión. Es decir, hay rubros que actualizan precios por encima del índice general y otros que se quedan atrás. ¿Se perdió la famosa señal de precios?

Lo que estamos viendo no es sólo un régimen de alta inflación caracterizado por una inflación creciente. También hay una fuerte distorsión de precios relativos que tiene que corregirse en algún momento. Con una inflación corriendo al 7 u 8% mensual esa inflación se recicla todo el tiempo. Por ejemplo, un sector que actualizó precios sólo al 4% porque está en Precios Justos, al mes siguiente va a querer recuperar lo perdido. En general esto se llama la calesita de los precios relativos. El que no ajustó este mes va a querer ajustar el siguiente. Y así se da una carrera nominal ascendente como la que estamos viendo. Algunos sectores claramente han ajustado mucho más que el promedio, como Indumentaria, y otros actualizaron por debajo, como Comunicaciones. Lo que claramente está rezagado son los salarios, y esto marca una gran diferencia con la distorsión de precios relativos que había en 2015. Todos coincidimos en que el salario es un precio relativo de la economía que está muy retrasado. El año pasado fueron cinco años consecutivos de caída del salario real en la Argentina. Es 20% más bajo de lo que era el salario real en 2017. Un programa integral de estabilización también tendrá que comprender esto. A partir de esa debilidad y con una pobreza creciente, vemos al rubro Alimentos y Bebidas aumentando 9 puntos más que el promedio en los primeros cuatro meses de este año.

¿Proyectan para mayo una inflación del 9%?

Más cerca del 9 que del 8%. En un mes puede dar por encima o por debajo de Indec, pero más allá del número puntual la tendencia de la inflación es una carrera nominal que está desatada. Eso es lo más peligroso. A lo mejor que podemos apuntar es a que la inflación no se le vaya de las manos al Gobierno y no se siga espiralizando como lo estamos viendo. Pero no encontramos muchas razones para que esto no ocurra.

Lo que viene: dolor sobre dolor

¿Advierte en la oposición algún esbozo de plan integral?

Con sus matices, en Juntos por el Cambio como en otras fuerzas, está la conciencia de que así no podemos seguir y de que debemos realizar un cambio rotundo en las reglas del juego económico de acá hacia adelante. El programa de estabilización está en la mira. Además, saben y hacen la comparación con lo ocurrido a finales del 2015, y saben que hay medidas que deberán ser de shock en lo fiscal, pero que en lo cambiario no se podría salir del cepo de un día para el otro. También son conscientes de que esta inflación galopante que tenemos no se resuelve con medidas graduales sino con una serie de políticas que deben ejecutarse de manera secuencial para generar un cambio rotundo en las expectativas. Creo que la sociedad está más abierta a cambios profundos y quizás en 2015 no lo estaban tanto. El paso inicial del programa puede ser el dolor sobre el dolor, porque estos planes tienen que empezar por corregir precios relativos. Ahora, si sale bien, se podría lograr una reactivación económica y bajar la inflación más rápidamente. Es fácil decirlo pero requiere un consenso político que integre a la fuerza política pero también a los sindicatos y las agrupaciones sociales. Que sea técnicamente robusto y que sea creíble. La credibilidad hay que ganarla rápidamente. Tienen que llegar a las legislativas con resultados, revalidar lo hecho para continuar. Las reformas estructurales son un segundo paso de todo esto.